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¿Tienen futuro los movimientos independentistas del mundo?

En los últimos años, se han hecho más visibles grupos de diversos países que se han movilizado en la búsqueda de un cambio de lineamientos sociales, políticos y económicos para sus naciones, modificando así el panorama internacional.

La crisis en Ucrania, una república autónoma que perteneció a Rusia hasta 1954, se deriva del deseo separatista de muchos habitantes de Crimea, entre quienes apoyan la inclusión de este país a la Unión Europea y quienes prefieren el amparo de Rusia.

Los ataques de este fin de semana a una estación de tren en la ciudad china de Kunming se atribuyen a la etnia Uigur, que quiere independizarse de China desde los años 30 y convertirse en la República del Turkestán Oriental.

Existen movimientos separatistas también en España, Reino Unido y en muchos otros lugares del mundo. ¿Estamos frente a una nueva organización geopolítica del planeta o los deseos independentistas de estos movimientos no tienen posibilidad de trascender?

El politólogo mexicano Juan Pardinas expresó en La Señal de La Mañana que muchos países se enfrentan al reto de lograr que sus territorios físicos coincidan con los grupos sociales, culturales y lingüísticos que quieren aislarse de la “contaminación generada por la globalización.

Según Pardinas, “las culturas más seguras de sí mismas, que no tienen miedo y están conscientes del valor de sus tradiciones, lenguas y raíces, no deberían tener esa preocupación de pérdida de identidad, a pesar de coexistir en un mundo mucho más diverso y plural. Sin embargo, la naturaleza humana funciona con otros resortes y estos movimientos separatistas e independentistas tienen gran empuje en muchas partes del mundo .

Una de las razones que provocan estos deseos de independencia es de orden fiscal. La distribución de los recursos públicos y territoriales hace que muchas regiones sientan que aportan al país más de lo que reciben.

No obstante, según el politólogo mexicano, la separación puede no ser conveniente para las regiones. Su peso político y económico no siempre es suficiente para sostenerse como una nación independiente.

Cada movimiento secesionista tiene su propia historia y características específicas. El caso de la región de Crimea, en Ucrania, parece, según Pardinas, un mecanismo de intervención extranjera de tipo imperialista de la Rusia de Vladimir Putin, intentando injerir en los asuntos de otro país con el pretexto de la presencia demográfica de personas con identidad cultural rusa.

La situación en América Latina es diferente. Aunque en países como México y Brasil se han dado algunos movimientos pequeños, su alcance no tiene la importancia política de los europeos, donde el idioma ha generado mayor cantidad de identidades regionales.

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