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Los parques de barrio: espacios de alivio durante la cuarentena

En Bogotá, según el Instituto Distrital de Recreación y Deportes (IDRD), hay 5.134 parques de carácter público.

Por: Richard Hernández

El aislamiento preventivo obligatorio nos ha hecho valorar muchos espacios recreativos como los parques. Estas zonas son un punto importante en la ciudad para el bienestar de sus habitantes, al brindar la posibilidad de disfrutar actividades al aire libre. Por eso se hace fundamental mantener y cuidar estos espacios en tiempos de pandemia.

Hace algunas semanas el Gobierno Nacional permitió la salida de niños y adolescentes entre los 6 y los 17 años con ciertos protocolos. También, a partir del 1 de junio, el Ministerio de Salud estableció que los adultos mayores de 70 años y los niños menores de 5 años podrán salir al parque, pero solo dos horas a la semana.

Ahora cuando estas personas disfruten de nuevo de estos lugares de esparcimiento, quizás noten que su parque más cercano se ha mantenido limpio y podado, gracias a la labor de una cuadrilla de trabajadores que han seguido laborando durante la pandemia, mientras ellos estaban confinados en sus casas.

Entre los diferentes tipos de parques que tiene Bogotá, están los denominados ‘parques de bolsillo’. Son áreas libres con una modalidad de escala vecinal, que tienen un área inferior a 1.000 metros cuadrados, destinada fundamentalmente a la recreación de niños y personas de la tercera edad. Actualmente son aproximadamente 1.768 escenarios de esta clase en la capital.

Foto: Richard Hernández.

El mantenimiento de los parques de bolsillo corresponde a las alcaldías locales, las cuales contratan con una empresa de aseo la conservación de estos espacios. Alberto Santamaría es un obrero que lleva seis años trabajando en el mantenimiento de parques de barrio, ubicados en la localidad de Suba. Ninguno de sus compañeros renunció cuando anunciaron la emergencia sanitaria y la cuarentena.

“Gracias a Dios seguimos trabajando en el horario habitual porque la empresa adquirió los permisos para movilizarnos y poder hacer nuestra labor. El pasto largo y la recolección de la basura no da espera. Trabajamos de lunes a viernes, de 6:30 a.m. a 4 p.m. y los sábados hasta las 2 p.m. Tenemos un descanso de media hora en la mañana y al medio día almorzamos lo que nos preparan nuestras esposas”, comenta.

El grupo de trabajo lo conforman ocho personas. Dos de ellos, se dedican a cortar el pasto con guadañadoras. Otros dos tiene la tarea de amontonar el pasto utilizando unos grandes rastrillos. Hay uno que maneja la sopladora para amontonar las hojas y limpiar los andenes. Santamaría y otros dos compañeros se encargan de recoger y meter en grandes bolsas de plástico el pasto y las hojas. Luego pasa el carro recolector el cual lleva la basura al relleno sanitario.

“Yo me vine hace 17 años de Santa Ana (Boyacá), un municipio conocido por su producción de panela. Llegué a Bogotá buscando un nuevo futuro y para conseguir nuevos conocimientos. Al principio trabajé en una fábrica de pinturas. Luego entré a una conocida empresa de aseo en donde estuve tres años. Después ingresé a esta compañía, también especializada en el servicio de limpieza y recolección de basura”, afirma.

En Bogotá, según el Instituto Distrital de Recreación y Deportes (IDRD), hay 5.134 parques de carácter público, para que las personas en la ciudad dispongan de adecuados espacios donde aprovechar su tiempo libre. Se encuentran distribuidos en 19 de las 20 localidades de la ciudad, conformando el Sistema Distrital de Parques, de estos, 108 son administrados por el IDRD.

Santamaría sale en bicicleta a las seis de la mañana de su casa ubicada en el barrio Suba Rincón, en donde vive con su esposa y dos hijos. Cuando llega al punto de trabajo se coloca el overol, los implementos de seguridad y empieza el trabajo.

“Lo más duro es trabajar a la intemperie. En invierno es molesto, a pesar de contar con buenos impermeables. Nos toca apartarnos de los arboles cuando está lloviendo muy duro para evitar ser alcanzado por un rayo. También en verano es cansón por el calor. Pero lo más triste es cuando la gente saca sus mascotas y no recoge los excrementos. Fuera de eso se ponen delicados cuando uno les dice que levanten los desechos”, asegura.

Ahora con la medida que permite salir a los niños tres veces a la semana, Santamaría siente un gran alivio porque a sus dos hijos, una niña de 12 años y un niño de 9 años, el encierro les ha dado muy duro. También reconoce que les hace mucha falta el colegio y compartir con sus compañeros, porque con las clases virtuales no les ha ido muy bien.

“Lo que más extraño en esta cuarentena es compartir con la familia. Estar con ellos un domingo en un parque o en un centro comercial. También nos hizo falta haber viajado a un pueblo de tierra caliente esta Semana Santa. Otra cosa que extrañamos son las reuniones en la casa de mis padres, con mis ocho hermanos, quienes también viven en Bogotá. Pero gracias a Dios tenemos el trabajito para seguir produciendo”, recuerda con tono de alivio.

Muchos oficios como el de Santamaría siguieron operando desde que se declaró la cuarentena. La sociedad ahora ve a estos trabajadores indispensables y hasta los consideran héroes en muchos casos Sin embargo, cuenta que han decidido correr el riego de continuar su labor más por necesidad económica y por no perder sus empleos.

“Mi esposa siempre mantiene el temor que uno pueda ser contagiado por una persona que se le dio la gana de salir sin las precauciones, por llevar la contraria. Claro que uno siente temor de pronto contraer el virus, pero igual con las medidas de seguridad y los elementos de protección, está ahí uno como a la defensiva”, señala.

La gran satisfacción de su trabajo, según Santamaría, es cuando las personas ven el parque bien arreglado y los felicitan. Aunque reconoce que hay otras que los discriminan. Sostiene que la empresa para la que labora también les brinda charlas sobre lo que está ocurriendo con el Covid-19 y les ha entregado mercados.

“Yo creo que esta pandemia sí nos va a cambiar porque es como un enemigo oculto. Un enemigo de todos, al que no estábamos preparados y que antes nos creíamos inmunes. Pero la verdad nos puede afectar a todos, sin importar la clase social”, concluye.

Antes de la pandemia, quizás por la rutina, los habitantes de las ciudades no se percataban de muchos de los trabajos que mantienen los espacios públicos limpios y ordenados. El Covid-19 ha mostrado a ciudades, que más allá del confinamiento, continúan en actividad gracias a miles de trabajadores que cumplen una labor importante, para hacer más llevadera la cuarentena en las grandes urbes.

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