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Las mujeres del sur en los procesos de Independencia

En el año 1817 las mujeres empiezan a ejercer su rol político, ya sea por la causa realista o por la causa monarquista.
Sanda Eraso

Por: Sandra Eraso, Radio Nacional Nariño

Hablar del papel de la mujer pastusa en el proceso de independencia, es hablar de varias mujeres en una, reconocidas por diferentes nombres que en la historia dejaron las huellas imborrables de su presencia.

En el año 1817 las mujeres empiezan a ejercer su rol político ya sea por la causa realista o patriota, dentro del proceso de independencia que vivió toda la región y que afectó a las familias enteras.

Muy a pesar de la poca libertad que ha tenido la mujer a lo largo de la historia, y en aquellos años en los que los hombres llevaban la bandera de las decisiones, las mujeres del sur desarrollaron su papel político dentro de la sociedad:

“Las mujeres recogidas durante siglos en el asilo de los ámbitos domésticos, saldrán al ámbito público o al clandestino a través de tertulias o reuniones para ejercer su rol político, de ahí que en los dos bandos, el realismo o el republicanismo, se encontrarán actuando a las mujeres como voluntarias, aquellas que como dice el coronel Manuel Antonio López, eran hermanas militares de la caridad que aliviaron la ímproba tarea de nuestra independencia desde sacar agua y víveres, hacer el rancho, vendar a los heridos y hasta cargar pertrechos y fusiles, y espiar a su manera al enemigo”, explica la historiadora Lydia Inés Muñoz.

Imagen: Fecode Revista Mujer, octavo volumen - 2016

En este punto, cabe hacer la diferencia sobre este término de las ‘voluntarias’ que hacen de rancheras, cargueras, lavanderas, enfermeras y espías, el cual es empleado para llamar a las mujeres que acompañaban al ejército patriota, mujeres que no usaron las armas y fueron acompañantes valiosas y hermanas militares.

El calificativo de ‘voluntarias’ aparece en la documentación histórica y precisamente para el caso de Pasto, a estas mujeres el pueblo las llamó ‘gualumbas’, quienes según la tradición oral recogida por el historiador Aristídes Gutiérrez, en los lejanos años de 1824, fueron partidarias de la República y se hospedaron en la Casona de Taminango, lugar que aún existe y donde funciona actualmente el Museo que lleva su mismo nombre.

Para el caso de las simpatizantes del ejército realista, la historiadora Lydia Inés Muñoz explica: “a las mujeres realistas o godas de la otra facción política, ellas no iban detrás de los ejércitos milicianos, pero sí seguramente actuaron como espías en el campo enemigo y más en su conducta cotidiana como era la crianza de los hijos, estar en la provisión de los alimentos cuando ellos se marchaban a los combates”.

Así, cuando las batallas se llevaban a cabo dentro de la ciudad, estas mujeres siempre estuvieron dispuestas a apoyar a los hombres con la entrega de las municiones, de proporcionarles bebida fuerte o chicha en los cachos como se utilizaba en aquella época, avivando la defensa o saliendo valientemente en las procesiones como lo hicieron a la entrada de Antonio Nariño en mayo de 1814.

Ésta era la dinámica de las mujeres del sur en la época de la independencia. En Pasto se afiliaron a uno u otro bando, a la causa del rey que eran conocidas como las ‘godas' o realistas, y a la causa patriota, reconocidas con el apelativo de ‘gualumbas’. Aquí cabe hacer la aclaración histórica sugerida por la presidenta de la Academia Nariñense de Historia, Lydia Inés Muñoz, “donde nunca se les aplicó el término de ‘guaneñas’, no aparece en ningún registro documental, ni tampoco en la oralidad.”

Los cronistas hicieron énfasis en el valor de hombres y mujeres, pero nunca las mujeres pastusas empuñaron armas, como se ha tratado de insinuar a través de una de las versiones o composiciones de la pieza instrumental conocida como ‘La Guaneña’, que viene de tiempo atrás como fruto de la cultura de los indígenas pastos.

Imagen: Fecode Revista Mujer, octavo volumen - 2016

Ante esta afirmación y confusión histórica acerca del nombre que se la ha dado a la mujer pastusa, la historiadora refiere: «es mucho más conocida la música durante la Independencia y fue interpretada por músicos pastusos en el momento de la Batalla de Ayacucho. Los registros de esta famosa pieza musical son de la época de Independencia, pero ahí nunca se habla de que existieron ‘guaneñas’ porque eso es fruto de la imaginación de los compositores, quienes afirmaban que “La Guaneña al frente va, con un fusil en el hombro alerta a disparar”, esa ha sido la tergiversación que se ha tenido frente al rol o al papel político que desempeñaban las mujeres pastusas, distorsionando la presencia de estas».

Por lo tanto, se hace imprescindible hacer todas estas diferencias, en cuanto al tema de ‘La Guaneña’, que es esa pieza musical patrimonio cultural de los pastusos y nariñenses, pero en la historia, no existe la mujer con ese apelativo de guaneña como tal, pero sí es importante resaltar los otros personajes femeninos de aquellas épocas, como lo fueron las ‘ñapangas’.

Al respecto, en el libro 'Ñapangas, Mujeres de la gracia en Quito, Pasto y Popayán', de autoría de Lydia Inés Muñoz, se afirma: “Del peso liviano de los cruces de sangre indígena e hispana surge la ‘llapanga’, término quechua que significa descalza y aplicado a la mujer del pueblo, pero que dependiendo del lugar y del momento histórico, va a significar una evolución social y definición de lo cultural”.

‘La Guaneña’: identidad musical y cultural de Nariño

Explicados los conceptos y el papel real de la mujer en la época de la independencia en el sur de Colombia, es posible comprender la diferencia con la famosa tonada, aquella que con la que pastusos y pastusas se identifican y donde el término de ‘Guaneña’ se ha usado para llamar a la mujer nariñense, valiente y aguerrida.

Hablar de Guaneña “es invocar al imponente volcán Galeras, es escuchar el rugir del fuego en la tierra y el trinar de las aves en los amaneceres, es sentir el soplar del viento, es arar la tierra y depositar en ella la semilla! el alimento... ¡Guaneña! es tonada de guerra en la historia que convida a la paz, es el danzar de nuestros pies, que eriza el alma cuando pisamos tierras lejanas, es contar leyendas a los niños mientras se urden entre bejucos los tramos del canasto, es tejer una ruana escribiendo historias con hilos de colores, que nos unen entre el ser y el hacer de nuestra vida”, así lo describe Alba Lucy Meneses gestora cultural del proyecto ‘Guaneña, leyenda de una tierra de colores’.

Por su parte Diego D´Alba, cantautor nariñense, quien hizo una adaptación a este tema musical, considera que siempre existirá un enigma para todas las personas, “sin embargo siempre nos une un mismo sentir y es que al escuchar ‘La Guaneña’ nos evoca un sentimiento de mucho orgullo y particularmente la tonada nos invita a estar en un momento o situación de alerta, es una canción que evoca muchos sentimientos en los habitantes del sur”, expresó.

Así esta tonada de guerra, que se interpreta desde años distantes, se ha convertido en identidad, patrimonio, tradición, música y danza, en una representación del género femenino, de la mujer nariñense que se ha caracterizado por su valentía y fortaleza, con la herencia de la sabiduría andina, y quienes han sabido trenzar su historia y florecer en medio de las espinas del tiempo.