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Coyaima, cuna de la chicha tolimense

La chicha según los cayaimunos es una tradición que no están dispuestos a dejar acabar.

Por: Wilson Bonilla.

Las artesanías, las hojas de cachaco y el amor de sus habitantes por su municipio, hacen de Coyaima un territorio en el cual se respira un ambiente de paz y de deseo por salir adelante.

Este municipio es una localidad pequeña que hace parte del triángulo del Tolima, como se le llama a la unión de las localidades de Natagaima, Purificación y Coyaima. Estos municipios están bañados por el Distrito de Riego del Tolima, el cual, según sus habitantes, se hace prioritario su funcionamiento, aunque se espera que este cuerpo de agua sea intervenido debido a que no se adecuó debidamente, tal y como lo expresan los coyaimunos.

En Coyaima no solamente se elaboran artesanías, también se producen unos ricos bizcochos, achiras y otras delicias que se consiguen a la entrada del municipio por la vía a Neiva.

Coyaima cuenta con más de 28 mil indígenas que pertenecen a la comunidad de los Pijaos, tribu que se ha asentado en estos territorios por siempre. Uno de los oficios que mejor desarrollan estas comunidades son las artesanías, sombreros en palma real, canastos y otros accesorios que son vendidos en el pueblo o por encargo. Un sombrero puede costar 15 mil pesos, una estera 50 mil y un jarrón decorado con anilina puede valer entre 10 mil y 20 mil pesos según su tamaño.

Foto: Wilson Bonilla.

En ‘El Campo en la Radio’ hablamos con una de sus artesanas, doña Rosalba Martínez, una mujer que ha apoyado la crianza de su familia con la venta de sus artesanías. “Un canasto, como uno tiene práctica, su elaboración puede tardar unas tres horas o un día, eso depende del tamaño. La palmita tiene que ser bien finita, que ceda, porque si no cede se parte”, relata la artesana.

Rosalba viste de una manera sencilla y tiene una sonrisa a flor de piel. “Mi mamá me enseñó a tejer los canastos, ella me dejó esa enseñanza. Ya después yo me hice jovencita, me fui a Bogotá y allá duré como unos seis años. Volví porque mi madre murió, aquí formé mi hogar junto con mi esposo. Como ya tenía más obligaciones me dediqué a las artesanías”, narra Rosalba, quien, en compañía de otras mujeres de Coyaima, aprendió nuevas formas de trabajar la palma real y la palmicha. “Hacer artesanías hoy en día no es tan rentable, pero si nos ayuda. Cuando no había plata servía para el granito de arena”.

En Coyaima también tuvimos la oportunidad de conversar con doña Argelia Ortiz, quien nos habló de su labor. Ella se puede demorar medio día haciendo un canasto de 15 mil pesos, artesanías que hoy en día son mejor pagas, pues antes por esa mismo podía ganar solo 5 mil pesos. Luego de haber ido a Corferias a la Feria del Hogar en 2011, lograron capacitarse para cobrar lo justo por su trabajo.

Foto: Wilson Bonilla.

“Es importante que se valore nuestro trabajo, porque uno lo trabaja a mano y también sufren nuestras manos y nuestros ojos, ya cuando uno hecha a mermar los años, empieza a no ver bien. En el día yo si tejó bien”, cuenta Argelia.

La Chicha, bebida ancestral que se cocina en Coyaima

La chicha según los cayaimunos que se reúnen en la plaza de los chicheros o en las distintas veredas, es una tradición que no están dispuestos a dejar acabar, pues con ella, con la chicha, sus familias de origen indígena mantienen el amor por la comida ancestral.

“Con esta bebida mantenemos la rebeldía de nuestras madres y la resistencia hecha a los que introdujeron la cerveza en Colombia. Así nos aferramos a nuestra conciencia y pulso. Les ofrecemos esta bebida con sincero cariño a los visitantes”, cuenta Edwin, administrador público y abogado de la región.

Foto: Wilson Bonilla.

Cómo preparan la chicha en familia

Paola Poloche es una joven mujer que ha acogido el legado de sus ancestros y que ahora tiene la posibilidad de compartirlo. “La chicha es una bebida que tiene un proceso de ocho días, no tiene nada de químicos, es natural. Colocamos el maíz en un recipiente con agua y allí lo dejamos durante dos días. Después lavamos el maíz, y para que fermente y le ponemos hojas de andiquero. Al pasar otro día y medio molemos el maíz, lo ponemos agua hervida y lo cocinamos por 12 horas después del primer hervor” destaca Paola. Una vez esté lista la preparación se cuela, se pasa a tinajas de barro y se toma dulce, agría o fuerte, según el gusto del consumidor.

“La chicha desde que esté bien preparada usted la puede dejar entre ocho y quince días y la puede tomar sin riesgo”, cuenta la joven chichera que recuerda que su tradición viene de parte de su abuela, quien le enseñó la preparación de esta bebida.

Foto: Wilson Bonilla.

Paola cuenta que para ella respetar el maíz como alimento sagrado es una tradición que le han dejado sus ancestros. “Trabajamos por que nuestros jóvenes no pierdan las tradiciones que nos han dejado nuestros abuelos y abuelas”. Por eso ella también trabaja la agricultura y cultiva además de maíz, la hoja de cachaco, la tradicional hoja en la que se envuelven los tamales en varias regiones del país.

Paola, tiene tres hijos y ellos han aprendido a vivir en el campo con sus tradiciones y en un futuro quieren que Coyaima sea el mejor municipio del Tolima.

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