Día Mundial de la Alfabetización: 770 millones de personas no saben leer ni escribir
En un mundo casi gobernado por la tecnología, dotado de inteligencia artificial, con el hombre en la Luna y a punto de conquistar Marte, hay todavía 770 millones de seres que no han tenido acceso a la lectura y a la escritura. Esta competencia es una de las garantías que tenemos los seres humanas para acceder a servicios, a la información y a la defensa de nuestros derechos.
Entre estos 770 millones, la mayoría son principalmente habitantes de países del África subsahariana y de Asia.
Es considerada analfabeta aquella persona mayor de 15 años que no sabe leer, ni escribir, ni contar. Y en esta situación, la mayor proporción corresponde a las mujeres, aunque a partir de la década de los ochenta del siglo pasado, la brecha entre sexos ha ido disminuyendo considerablemente.
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En el mundo, en 1900, el 79% de la población era analfabeta, hoy es solamente el 13%.
Pero hay que remontarse a la antigüedad para visualizar el concepto. En la Mesopotamia, en Egipto, en China y en Grecia -“cuna de la civilización”- sólo unos pocos leían y escribían. En los primeros siglos de la Edad Media, la escritura estaba reservada a los clérigos y monjes copistas. Hay que esperar el Renacimiento y la invención de la imprenta por el alemán J. Gutenberg, en 1440, para que se inicie una primera democratización de estos saberes.
Luego, con la aparición de la escuela, cuando el Estado se hace responsable de la educación se aumenta el número de educandos. La Revolución francesa de 1789 propende por una educación pública, laica y gratuita. Con la Revolución Industrial y la necesidad de mano de obra mínimamente calificada se dará otro impulso a la educación.
Derecho a la educación
El derecho a la educación está en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y, después de la segunda posguerra, la alfabetización recibe un nuevo impulso. Será uno de los objetivos de la Unesco que patrocina programas de alfabetización en todo el mundo.
En 1965, en el Congreso de los ministros de Educación de los países miembros, se define que el 6 de septiembre de cada año será en adelante el Día Mundial de la Alfabetización. En América Latina el 6% (28 millones) de la población es analfabeta. En Colombia, según el Censo de población de 2018, el analfabetismo es de 5.1%, con 2.4% en Bogotá. Las tasas más altas están en La Guajira, Sucre, Córdoba, Cesar y Chocó.
Los métodos de alfabetización han pasado de deletrear el alfabeto a la enseñanza basada en la vida y el entorno del estudiante, reconociendo conceptos y situaciones a través de la comprehensión de frases completas. El iniciador de este método, hoy universalmente utilizado, es el famoso educador brasilero Paulo Freire.
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En muchos países viven comunidades étnicas cuya cultura se basa en la oralidad y sus lenguas están desapareciendo, tanto más porque son ágrafas en Colombia, donde la educación de los indígenas estuvo a cargo de la Iglesia Católica y, en una etapa escabrosa, en manos del Instituto Lingüístico de Verano.
Aparece la etnoeducación, en manos de profesores indígenas y se alfabetiza primero en la lengua del territorio, permitiendo la conservación de las tradiciones y de los saberes respectivos. Pero luego también se alfabetiza en español y es una necesidad por cuanto las mayorías de los pobladores indígenas van entablando relaciones de todo tipo con la sociedad mayoritaria.
De otra parte, el Estado colombiano ha promovido grandes campañas, una de las más recordadas fue Camina, impulsada por el Gobierno de Belisario Betancur. Previamente, durante el Frente Nacional, se llevaron a cabo otras iniciativas con menos éxito y resultados más discretos. Paralelamente, la alfabetización fue una de las banderas de Acción Cultural Popular y su emisora Radio Sutatenza.
Hoy, se habla menos de alfabetización. Se cree poco en que las cifras aún no llegan a cero. En cambio, la preocupación se vuelca más hacia la alfabetización digital. En cualquier caso, desenvolverse en el mundo requiere de un ABC. Cualquier esfuerzo que se haga para lograr este objetivo será pequeño si se revisa todo lo que puede alcanzar un ser humano que sabe leer y escribir.
