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Guerra en Ucrania: el panorama humanitario para desplazados y refugiados

En medio de la guerra en Ucrania, el número de refugiados y desplazados crece a un ritmo superior al de las contribuciones económicas y a la capacidad de las agencias humanitarias.
Desplazados y refugiados por guerra en Ucrania.
Foto: Angelos Tzortzinis / AFP
Carlos Chica

Hasta el 21 de marzo, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reportaba que 3’852.914 habitantes de Ucrania habían buscado refugio en siete países vecinos, de los cuales 2’13.554 están en Polonia. Se estima que casi 3 millones más se han desplazado internamente.

Para las agencias humanitarias, esas cifras significan la agudización de la crisis humanitaria que comenzó en 2014, debido al conflicto separatista en las regiones de Donetsk y Lugansk, a las que el presidente ruso, Vladimir Putin, reconoció este año como repúblicas independientes, poco antes de comenzar la invasión.

Para miles de pobladores, el de estos días no es su primer desplazamiento. El reto es enorme porque el número de refugiados y desplazados crece a un ritmo superior al de las contribuciones económicas y a la capacidad de las agencias humanitarias para mitigar el impacto de decisiones políticas o de la falta de medidas.

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Hasta ahora, las fronteras de los países vecinos han estado abiertas con generosidad, lo cual es una condición necesaria para salvar vidas. Pero, dentro de Ucrania, la petición es que se respete el derecho internacional humanitario, esto es, a la población civil y a las infraestructuras básicas para proveer agua, alimentos y electricidad.

Se necesita, además, preservar y respetar los corredores humanitarios para que la población civil pueda ser traslada a territorios seguros, hasta los cuales sea posible transportar la asistencia básica de emergencia, tarea que se dificulta cuando no se respetan las zonas geográficas demarcadas ni los tiempos en los cuales, en teoría, deben suspenderse los enfrentamientos u hostilidades.

Hay carreteras cortadas o puentes destruidos. Muchos socorristas tienen que proteger sus vidas en los mismos refugios antiaéreos en los que la población civil busca protección, cuando está siendo bombardeada. La mayoría de los refugiados y desplazados son mujeres, niños y personas mayores que se despiden de sus maridos o hijos mayores de 18 años.

El impacto emocional es enorme. Se multiplican las rupturas familiares. Los niños y niñas no entienden la separación de sus padres, ni por qué las madres se quedan sin fuerzas para llorar y tratan de no hundirse delante de ellos, antes de emprender el camino al exilio, con mucha valentía y fortaleza.

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Dado que los flujos migratorios ocurren en medio de la pandemia, lo más práctico y eficiente es apoyar económicamente a las organizaciones humanitarias. Con base en su experiencia y una adecuada coordinación logística se transporta, en el menor tiempo posible, bidones con agua potable, mascarillas, paquetes higiénicos e infraestructura básica en zonas rurales, donde no hay servicio de acueducto y energía o se presentan cortes constantemente. Hay lugares donde se dispone de hasta 20 litros de agua por persona, la cual se usa para el lavado de manos, el lavado de ropa, curar heridas y cocinar.

En donde es posible, se apoya la reconstrucción o reforzamiento de viviendas y se entregan ventanas o plásticos aislantes, sobre todo en centros comunitarios. En zonas rurales, donde no quedó piedra sobre piedra y sobrevive un número importante de adultos mayores que no pudieron tomar el camino hacia el exilio, Acnur y otras agencias humanitarias han conformado además grupos de salud mental para mitigar la incertidumbre asociada a los combates, bombardeos y temperaturas bajo cero.

Las agencias humanitarias han tomado nota de algunos episodios de xenofobia contra refugiados no ucranianos que abandonaron el país y buscaron refugio en países vecinos. Se ha apelado a los gobiernos para asegurar que cualquier persona –con independencia de su nacionalidad o de su estatus social, económico, cultural, étnico o religioso— pueda ingresar sin obstáculos porque debe prevalecer el derecho a proteger sus vidas.

Un hecho, sin duda positivo, ha sido la activación por unanimidad, y por primera vez, de la Directiva Europea sobre Protección Temporal. La norma les permitirá a quienes han salido de Ucrania –nacionales y extranjeros que residían allí– ser reconocidos como refugiados y recibir con celeridad permiso de residencia.

**Este artículo se basa en la entrevista del programa ‘El Mundo es un Pañuelo’ de Radio nacional de Colombia María Jesús Vega, portavoz en España, de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

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