Los restos mortales de Isabel II llegaron este martes a Londres para iniciar los seis días de homenaje popular y funeral de Estado, tras el multitudinario adiós que los escoceses brindaron a la monarca fallecida a los 96 años tras siete décadas en el trono.
Miles de personas desafiaron la lluviosa jornada para acoger entre aplausos y con las linternas de sus celulares encendidas la llegada del féretro al Palacio de Buckingham, donde pasará la noche rodeado por la familia real, con el nuevo rey Carlos III al frente.
La recta final del último viaje de Isabel II tomó más de una hora desde la base militar de Northolt, donde una aeronave C-17 Globemaster, usada recientemente en misiones de ayuda a Ucrania, se posó a las 18H54 (17H54 GMT), transportando en su interior el féretro.
La única hija de la reina, la princesa Ana, de 72 años, acompañó en todo momento el traslado.
"Tuve la suerte de compartir las últimas 24 horas de vida de mi muy amada madre. Fue un honor y un privilegio acompañarla en su último viaje", declaró la princesa Ana en un comunicado, en el que agradeció las muestras "de amor y respeto" a la difunta.
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El primer homenaje multitudinario a Isabel II tuvo lugar en Escocia, al fallecer el jueves en su residencia de Balmoral, en la región de las Highlands (Tierras Altas). Decenas de miles de personas desfilaron por la capilla ardiente instalada el lunes en la catedral de Saint Giles en Edimburgo.
Gavin Hamilton, de Edimburgo, hizo cola durante más de cinco horas hasta entrar en la catedral a las 02H50 de la noche, con miles de personas aún tras él. "En la cola había gente conmigo que había venido de Aberdeen, a unas 100 millas (160 kilómetros), para hacer esto", explicó.
"Escocia se ha despedido de nuestra reina de Escocia con tristeza pero con cariño. Ya no volveremos a verla", escribió en un mensaje la jefa del gobierno escocés, Nicola Sturgeon.
Horas de cola
Tras pasar la noche en el salón Bow Room del Palacio de Buckingham rodeada de los suyos, el miércoles por la tarde será llevada en procesión hasta Westminster Hall, la parte más antigua del edificio que acoge al Parlamento británico.
Se espera que cientos de miles de personas desfilen por su capilla ardiente en la capital.
El gobierno avisó de que la gente podría tener que llegar a pasar la noche de pie, en la cola, para verla. "Tengan en cuenta esto antes de decidir asistir o traer a niños", advirtió Downing Street.
Unas 48 horas antes, ya había algunas personas aguardando ante el Parlamento.
"Le dije a mis hijas que definitivamente voy a presentarle mis respetos en persona. Estoy contenta de estar en la cola, no importa lo larga que sea", explicó Vanessa Nanthakumaran, una de las tres primeras personas en situarse en la fila.
Los londinenses tendrán varios días para presentar sus respetos a la difunta monarca, hasta la madrugada del lunes 19, día en que se celebrará su funeral de Estado en la Abadía de Westminster y será inhumada en Windsor.
El domingo está previsto que el país observe un minuto de silencio a las 20H00 (19H00 GMT) como señal de respeto a la única monarca que han conocido la mayoría de británicos.
Delicada visita a Irlanda del Norte
Mientras el país, aún conmocionado, se despide de su madre, el rey de 73 años se asienta en el trono y la jefatura de Estado que su madre ocupó durante siete décadas convirtiéndose en símbolo de unión y estabilidad.
Esto incluye una gira por las cuatro naciones que forman el país: Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte.
La etapa norirlandesa, que Carlos III realizó el martes, es considerada la más delicada.
Desde que en 1921 los británicos conservaron ese trozo de la isla de Irlanda, tras la independencia de la ahora conocida como República de Irlanda, la región vivió desgarrada entre católicos y protestantes.
Profundamente devotos de la difunta reina, los unionistas norirlandeses, protestantes, temen que su pertenencia al Reino Unido se vea debilitada en un contexto político alterado por la salida de la Unión Europea, y por el avance de los nacionalistas republicanos y católicos, partidarios de la reunificación con la vecina Irlanda.
"Asumo mis nuevas tareas decidido a buscar el bienestar de todos los habitantes de Irlanda del Norte", prometió Carlos III en el castillo de Hillsborough, en el sur de Belfast, a representantes políticos locales.
La visita de Isabel II a Irlanda en 2011 fue la primera de un monarca británico desde la independencia y contribuyó a sellar la paz en la región.