Karen Baker era una experta en comunicación de crisis en el Pentágono el 11 de septiembre de 2001, acostumbrada a lidiar con graves situaciones y responder rápidamente ante emergencias, pero nada podía prepararla para lo que pronto tendría que hacer: anunciar la muerte de sus amigos.
Cuando el vuelo 77 de American Airlines se estrelló contra el cuartel general del departamento de Defensa estadounidense, Baker inicialmente pensó que una bomba había estallado en el edificio.
"Fue una explosión fuerte y luego sentimos un temblor", recuerda esta experta en relaciones con la prensa que entonces tenía 33 años. "Pensamos en ese momento que era una bomba".
El avión golpeó el ala occidental del Pentágono a las 9:37 de la mañana, provocando la muerte de 64 personas a bordo (2 pilotos, 4 azafatas y 58 pasajeros) así como de 125 personas en el edificio).
Baker y su amiga Elaine Kanellis, que estaba embarazada de nueve meses, se unieron a otros miles de empleados que rápidamente evacuaron el edificio, muchos en medio de la oscuridad y el intenso calor generado por la explosión.
Los investigadores dijeron luego que todos los que sobrevivieron escaparon del edificio en los primeros 30 minutos tras el ataque.
"La gente estaba muy ansiosa e intentando darse cuenta de lo que pasaba. Pero estábamos con militares. Han estado bajo fuego antes así que había una sensación de calma y orden en la confusión", cuenta.
Afuera, en el estacionamiento, Baker y sus colegas intentaron desesperadamente contar las personas que habían salido. Luego se enteraron de que la explosión fue causada por un avión.
"Sabía que eran terroristas. Pero la idea de un avión usado como arma y cómo eso podía suceder en esta área era un poco difícil de imaginar. Estaba lista para que me llovieran bombas del cielo", recuerda Baker.
Un trabajo que nadie habría querido hacer
Al llegar a su casa esa noche, tras cruzar un Washington acordonado por las fuerzas del orden, Karen Baker comenzó a digerir la enormidad de lo ocurrido al abrazar a su marido y a sus dos hijos, ambos menores de cinco años.
"La pura tensión había llevado a los niños al límite y estaban llorando. Se desmoronaron. Eso fue realmente duro de ver", señala.
A partir de ese momento, Baker se dedicó a compilar información de los fallecidos, llamar a sus familiares y conceder cientos de entrevistas, un arduo trabajo que duró varias semanas. Dos de sus mejores amigos perdieron la vida en el suceso y otro sufrió quemaduras en el 90% de su cuerpo.
"Uno está entrenado para anunciar la muerte de soldados, pero no sabíamos realmente cómo hacer esto para civiles. Es algo que nunca había anticipado. Estás mirando el tema muy profesionalmente, 'este es el trabajo que tengo que hacer'. Y luego de repente ves el nombre de amigos en la lista y eran personas que no sabías que habían resultado heridas y ahora estamos anunciando sus muertes", dice.
Eso fue "lo más duro de todo lo que me sacudió en el par de días posteriores" al ataque, cuenta Baker en el cuerpo de ingenieros del ejército estadounidense en Nueva York, donde trabaja ahora como directora de programas.
Dos décadas después de los atentados, Baker se comunica cada aniversario con los familiares de las víctimas, es consciente que el destino de ellos y el de todos los que sobrevivieron, cambió ese día y recuerda, por supuesto, el heroísmo de sus compañeros y de todos los que perdieron la vida trabajando en lo que amaban.
"Para mí era especialmente importante contar la historia de los civiles del ejército que murieron porque estas fueron personas que nunca vistieron un uniforme y que realmente nunca se anotaron para ir hacia el peligro (…) Vi el heroísmo de personas que se unieron", finalizó.
El 11 de septiembre de 2008 fue inaugurado el Pentagon Memorial, ubicado en el lado suroeste del complejo, en memoria de las 184 personas que perdieron la vida aquella mañana, representadas en por bancos de la ‘Unidad Conmemorativa’. Alrededor de los bancos se sembraron 85 crape Myrtles (árboles crecerán hasta 30 pies de altura) y el age wall, que crece una pulgada de altura por año en relación con las edades de las víctimas.