La filial ucraniana de la ONG La Strada, que defiende los derechos de las mujeres, recibió hasta el momento "llamados concernientes a siete casos de violación de mujeres y niños ucranianos por parte de ocupantes rusos", declaró por teléfono a la AFP una responsable de la organización, Aliona Kryvuliak.
Pero cree que habrá cifras mucho más altas cuando comience a disiparse la conmoción de las víctimas. "Puede haber cientos, incluso miles, de mujeres y jóvenes violadas", estima Kryvuliak.
El primer llamado, el 4 de marzo, desde Jersón, hablaba de "la violación colectiva de una madre y su hija de 17 años por parte de tres hombres". Los otros casos fueron señalados en la región de Kiev "luego del 12 de marzo", señala.
"Militares rusos cometieron violencias sexuales contra mujeres y hombres ucranianos, contra niños y personas mayores", afirmó en una declaración difundida esta semana la fiscal general de Ucrania, Iryna Venediktova.
La fiscal insistió en la necesidad de reunir pruebas, aunque reconoció la dificultad de hacerlo en un país en guerra, en zonas donde la señal telefónica o la red eléctrica están perturbadas.
Las víctimas relatan el horror en medio de la guerra
Elena (cuyo nombre ha sido modificado para proteger su identidad) denuncia que fue elegida por los soldados rusos por ser esposa de un militar ucraniano, fue violada durante horas por dos de ellos, según su relato a la AFP.
Entrevistada en Zaporiyia, una ciudad a la que llegan a diario miles de desplazados forzados a abandonar sus casas por la ocupación rusa en el sur de Ucrania, esta mujer espera un autobús para unirse a sus cuatro hijos en Vinnytsia, en el centro del país.
Desde el primer día de la invasión, el 24 de febrero, los envió allá, lejos de su casa de la región de Jersón (sur), en primera línea ante el avance de los rusos.
Su marido, que combate desde hace dos años a los separatistas prorrusos en el Donbás, en el este de Ucrania, fue enviado al frente y Elena se quedó sola para trasladar sus pertenencias.
Pero a raíz de lo peligroso de ese trayecto y la presencia de militares rusos, no logró encontrar un vehículo para vaciar su casa y fue entonces que se produjo la tragedia, la tarde del 3 de abril, cuenta esta madre de familia.
"Hacia las 15H00 fui a un almacén. Mientras hacía la fila, entraron militares rusos y empezaron a discutir con los clientes", continúa.
"No entendía de qué hablaban, pero me di cuenta que uno de los habitantes me señalaba con el dedo diciendo 'es una banderovka'", recuerda Elena. El hombre se refería a los simpatizantes del dirigente ultranacionalista ucraniano Stepan Bandera, que colaboró con la Alemania nazi contra la Unión Soviética.
"'Es por gente como ella que estalló esta guerra. Es la mujer de un militar'", agregó el hombre, según Elena.
"Vi que me observaban cuando salí rápidamente de la tienda. Apenas alcancé a llegar a casa cuando los dos soldados rusos entraron por la puerta detrás de mí. No tuve tiempo de tomar el teléfono para pedir ayuda ni de hacer nada", dice.
"Sin una palabra me empujaron sobre la cama, me colocaron una ametralladora encima y me desvistieron", relata la joven.
"Casi no hablaban, además de tratarme a veces de 'banderovka' o decirse entre ellos 'es tu turno'. Luego, hacia las cuatro, partieron porque era su turno de montar guardia" en su campamento.
Elena dice que no habló con nadie aún, ni siquiera con un médico o un psicólogo, y menos aún con su marido.
"Soy partera, me hice las primeras curaciones yo misma", explica. "Encontraré todo lo que necesito una vez que llegue a mi destino. Solo quiero reencontrarme con mis hijos", agrega.
Al ser consultada sobre su estado físico y psicológico manifestó: "Me doy asco. No tengo más ganas de vivir".