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Relatos de un secuestro, por el docente Eduardo Díazgranados

El también filósofo y artista plástico contó su experiencia luego de ser retenido en 2020 en zona rural del municipio de Maicao, La Guajira, posterior a su liberación el pasado 24 de abril.
Luis Ipuana

El 4 de septiembre de 2020 la vida para la familia Díazgranados Márquez cambió. La cabeza del hogar representada en el docente Eduardo desapareció a eso de las 2:30 de la tarde en cercanías a la ranchería Limoncito en la frontera entre Colombia y Venezuela, mientras realizaba labores de consulta previa con comunidades wayuu para la construcción de parques eólicos en la zona. 

Ese periplo de casi tres años en cautiverio finalizó el 24 de abril del presente año cuando el docente fue dejado en libertad por sus propios captores en zona rural de Maicao y lo primero que pensó fue en tomar un ‘mototaxi’ para dirigirse hasta donde sus familiares en este mismo municipio. 

“Digamos que el primer mes tuve mucho miedo porque no sabía qué iba a pasar y durante los primeros seis meses hubo como una especie de tortura del silencio, lo llamé yo en ese momento porque hablaba y nadie me respondía claro, los primeros seis meses fueron de un silencio total, lo que me permitió mirar un poco el ambiente de un lado a otro y darme cuenta que me tenían como en un cuarto de tres por tres de madera tanto en el piso como en el techo y solo tenía un solo acceso a la puerta”, comentó.

Durante el secuestro surgían varias versiones del paradero de Díazgranados, también sobre su ubicación real y si había sido sacado del país por la frontera antes mencionada. Al principio, se ofreció una recompensa que no tuvo resultados, lo que generó mayor preocupación en sus familiares quienes no tenían noticias de su ser querido. 

Según lo relatado por el docente, se trató de un secuestro extorsivo, debido a que quienes lo privaron de la libertad creían que era directivo de Renovatio Eco Solutions, empresa extranjera que se especializa en el desarrollo y gestión de proyectos de energía solar, por lo que se mantuvo entre la Serranía del Perijá y algunas zonas montañosas de Colombia en este sector de La Guajira. 

Díazgranados nacido en Santa Marta y quien también fungió como director de la Casa de la Cultura de Maicao, comentó que fueron varios los sucesos adversos durante el cautiverio que también le enseñaron a sobrellevar la situación.

“Hubo un momento bastante emotivo para mí porque me pusieron cadenas, entonces me tocó aprender a dormir en una hamaca encadenado, digamos que la primera semana fue bastante fuerte, porque no, no me hallaba y después de esto digamos que uno nunca puede acostumbrarse a ese ambiente”, expresó.

Para el docente en todo ese tiempo recobró más valor el significado del tiempo y el tema de la familia, ya que consideraba en medio del encierro que compartía solo un 50 por ciento con sus seres queridos por cuestiones del trabajo. De igual manera resalta que nunca le faltó la comida ni los medicamentos ya que es diabético y podría tener una recaída en su enfermedad. “Ellos siempre tuvieron las pastillas, por mucho se demoraban una semana, 15 días, pero siempre estuvo allí la alimentación y pues a veces estaba con tres o cuatro personas que me tenían ahí como ellos llamaban custodios y me decían estamos aquí es para cuidarte, pero siempre estuve solo”.

No tenía noción del tiempo, pero si iba midiendo más o menos en qué momento del año se encontraba, hasta que por casualidad en uno de los recorridos a los que era sometido escuchó una estación de radio en la que hablaban de lo que había acontecido en la pasada navidad, por lo que se ubicó en enero de este año. Luego de este periodo y al saber que en más de dos años no hubo negociación alguna, le notificaron que su libertad estaba cerca.

“Lo que considero es que todas las cosas que le pasan a uno tanto emocional como personal son aprendizajes porque si uno dice aquí perdí o aquí gané, la vida no es un juego de perder ni ganar, la vida es un camino que uno recorre y que todas esas experiencias negativas sirven para poder crecer como persona”, dijo.

El docente Eduardo Díazgranados Márquez ya se encuentra con su familia en Riohacha, recuperándose física y emocionalmente de esta experiencia de la que pudo salir bien librado y por lo que cuenta hoy su historia, caso contrario a lo que sucede con el ganadero Pedro Enrique Morón secuestrado en Albania en marzo de 2020 y el secretario de hacienda de ese mismo municipio Roger Francisco Duarte retenido en enero del año pasado, quienes según las autoridades de La Guajira continúan hasta el momento en cautiverio en este departamento. 

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