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La violencia infantil y sus efectos a largo plazo en la salud mental

"La violencia contra la infancia tiene un impacto duradero en la salud mental de los niños", denuncia la representante especial de la ONU para la violencia infantil, Najat Maalla M'jid.
Día Mundial de la Salud Mental 2024: infancia afectada por conflictos
Foto de: Pexels
AFP

Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, "con el objetivo de crear conciencia sobre los problemas de salud mental en todo el mundo y movilizar esfuerzos en apoyo de la salud mental", explica la Organización Panamericana de la Salud.

Y en un mundo lleno de conflictos, donde avanza a pasos agigantados el cambio climático, la migración, los abusos sexuales y cibernéticos, matrimonio infantil, entre otros problemas, la infancia sufre una violencia "sin precedentes", denuncia la representante especial de la ONU para la violencia infantil, Najat Maalla M'jid, en una entrevista con la AFP.

"Si a eso le sumas la pandemia del Covid, los problemas de salud mental", "la situación no es maravillosa", dice en las oficinas de esta pequeña estructura de la ONU nacida hace quince años, que pretende dar una visión de conjunto de un problema normalmente tratado sectorialmente por las diferentes agencias de la organización.

Agrega esta pediatra marroquí que "el mundo no va muy bien. Tenemos muchas crisis en la actualidad", quien no obstante cree es un "momento clave para impulsar la agenda política y asegurarnos de que los políticos y los responsables de la toma de decisiones la tengan en cuenta".

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Derechos de la infancia

M'jid, 65 años, presenta este jueves en una reunión de la Asamblea General de la ONU dedicada a los derechos de la infancia un demoledor informe, que concluye que la violencia que sufren los menores del planeta ha "alcanzado niveles sin precedentes".

"La violencia contra la infancia tiene un impacto duradero en la salud mental de los niños, en su educación, el rendimiento, y más tarde en la productividad", por lo que "no se trata de un problema que resolver sino un activo en el que invertir", dice.

La fotografía que hace su informe no puede ser más desoladora: más de 450 millones de niños vivían en zonas de conflicto a finales de 2022; el 40% de los 120 millones de desplazados que había a finales de abril eran menores; 333 millones de niños viven en la pobreza extrema y más de 1.000 millones están en alto riesgo de verse afectados por el cambio climático, "un multiplicador de riesgos".

Otras caras de la violencia infantil son también el trabajo (160 millones); el matrimonio infantil -unos 640 millones de niñas y mujeres se han visto forzadas a casarse; uno de cada 3 estudiantes entre 13 y 15 años sufren acoso y 6 millones más de niños desde 2021 se han visto privados de educación, lo que se eleva a un total 250 millones fuera del sistema escolar.

El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes entre 15 y 19 años. Cada año, casi 46.000 jóvenes entre 10 y 19 años se quitan la vida: 1 cada 11 minutos.

Unicef, la organización de la ONU para la infancia, denunció este jueves que una de cada ocho niñas y mujeres (370 millones) han sido víctimas de violaciones o agresiones sexuales durante la infancia.

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Normalización de la violencia

¿Acaso se puede culpar a un niño de haber nacido en un país en guerra, como Haití, Sudán o Gaza, de tener que huir, de no saber cómo va a ser el futuro?, se pregunta M'jid, que teme que "la violencia se convierta en algo normal" en un mundo global e interconectado, "en el que será imposible detener la movilidad de las personas".

"Los menores están pagando un alto precio" por problemas que no han causado, recuerda.

Sin embargo, M'jid, que lleva cinco años y medio en este cargo de confianza nombrada por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, añade una nota de optimismo: "Es posible acabar con la violencia contra los niños y tiene sentido económico hacerlo", dice.

En algunos países, el coste de la violencia contra la infancia supone hasta el "11% del PIB", y en otros hasta "cinco y seis veces el presupuesto del ministerio de Salud", dice.

Para ello, exige a los gobiernos responsabilidad y políticas integradas, la participación del sector privado, sociedad civil y de los propios menores.

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La falta de dinero es un problema, pero que el gobierno decida dónde recortar en los presupuestos es "una elección política", lo que no siempre resulta fácil, en particular en estos momentos de "gran división política, la cuestión de la extrema derecha y el conservadurismo en muchos países" que han asestado un "retroceso" a la "salud sexual reproductiva o cuestiones de género", dice.

"Estamos hablando de la generación futura. Estos niños serán los padres de la generación futura", advierte.

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