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Los cruces históricos de la Batalla de Boyacá

La batalla del puente de Boyacá ha quedado como un espacio de combate no sólo histórico sino historiográfico, donde académicos se debaten por encontrar una verdad.
Ana María Lara

El 7 de agosto de 1819, sobre el río Teatinos cerca de la ciudad de Tunja se dio la Batalla de Boyacá, un evento selló al fin la Campaña Libertadora, y le imprimió un nuevo sentido a la Guerra de Independencia.
 
Este hecho ha sido objeto de gran controversia en las últimas décadas, pues diferentes investigadores han revisitado las narrativas nacionalistas, con el fin de interrogar un imaginario épico en pro de la verdad histórica; no sin desmeritar el valor que la batalla tuvo para el proceso emancipador y la fundación de la nación colombiana.

En términos ideológicos, uno de los asuntos más interesantes para el estudio de la batalla ha sido la motivación que tuvieron los ejércitos para enfrentarse aquel 7 de agosto.

Si bien la lucha por la Independencia pudo ser un motor suficiente para movilizar a cientos de soldados contra un régimen colonialista, se ha comprobado advertido que principalmente fueron las promesas económicas y las estrategias políticas de Santander las que lograron conjugar a una tropa de llaneros y boyacenses en aquella fecha.


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Este ejecutó un reclutamiento en tierras casanareñas por medio de atractivas ofertas salariales que posteriormente usaría en Boyacá tras el arduo paso del páramo de Pisba.

 

A esto se sumó, también, el rechazo popular de los neogranadinos hacia la política de Terror implementada por el reconquistador Morillo, la cual causó gran descontento frente a las ejecuciones y castigos efectuados contra civiles e independentistas. 

Por otra parte, el ejército realista, de manera contradictoria, estaba compuesto mayoritariamente por soldados que recientemente habían participado en el levantamiento republicano contra los Borbones (1812), razón por la cual fueron enviados, a manera de castigo, a retomar las tierras americanas en nombre de la monarquía.

Por lo general, la historia aprendida en los colegios ha dado cuenta del papel de los criollos y su heroísmo. Considerar, ahora, la visión de los españoles en la batalla y en la Independencia en general es un ejercicio relativamente reciente que implica resignificar hechos y acciones. 

Batalla de Boyacá y su legado | 7 de agosto

Otro ejemplo de esto es el desarrollo del enfrentamiento como se dio en aquella fecha. Tras la batalla del Pantano de Vargas el 25 de julio, la cual no concluyó con la victoria de alguno de los contendientes, los patriotas, gracias al apoyo popular de los habitantes de la zona pudieron reabastecerse en alimentos, ropas, caballos y soldados, con lo cual recuperaron fuerzas para continuar la campaña.


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Por el contrario, los españoles se enfrentaron al desabastecimiento, cosa que aprovechó el ejército de Bolívar el día de la batalla cuando organizó un ataque sorpresa contra un contingente que, tras varios días sin ingerir alimento, se detuvo a almorzar, siendo un blanco fácil para la carga de los patriotas. 

Los realistas no opusieron mayor resistencia y procedieron a una rápida rendición con lo cual fueron capturados alrededor de 1600 soldados, entre los cuales se encontraron 37 oficiales que posteriormente serían condenados a muerte por Santander. Entre los muertos en la batalla se cuentan alrededor de 100 soldados realistas y 13 independentistas, reflejando así la eficacia del ataque y la poca voluntad combativa del bando español.

Junto a las lecturas que rescatan la mirada del “enemigo” también se revelan trabajos que despejan dudas sobre la participación de las mujeres, quienes poco se han considerado en la historia tradicional, aun cuando su presencia en los hechos es innegable. 

Según algunos estudios, ambos ejércitos contaban con una amplia participación femenina, la cual fue destinada al cuidado de las tropas y el apoyo de los combatientes en la recarga y el manejo de la munición durante los enfrentamientos. 

Estas últimas vivenciaron en igual medida que los hombres las tremendas dificultades de la campaña Libertadora, como la inclemencia del clima y la violencia de ejército de Sámano quien no discriminó el sexo de los insurgentes a la hora de impartir castigo. 

Por otra parte, el día de la batalla, entre los realistas se hallaban 200 mujeres que acompañaban a la tropa española de regreso a Santafé, de ellas nueve perdieron la vida al momento del asalto patriota.

Otros colectivos como los afrodescendientes y los extranjeros han encontrado mayor espacio en la historiografía nacional, aunque casi siempre partiendo de las grandes figuras como el irlandés Daniel O’Leary quien acompañó a Bolívar como edecán de campaña y miembro de la Legión Británica. 

Se sabe que en el ejército libertador hubo indígenas y negros, aunque poco se conoce sobre su origen, asunto curioso cuando se observan los reportes de Sámano donde señala que la tropa neogranadina contaba en sus filas con “negros franceses de Santo Domingo”, una información aún no confirmada en la historiografía pero que deja inquietudes sobre quiénes eran los soldados que seguían a Bolívar por los Andes. 

Así mismo, algunos autores sostienen que los británicos en realidad eran mercenarios de múltiples países europeos a quienes se hacía generalmente referencia como “ingleses”, pudiendo hallarse entre ellos alemanes, irlandeses, escoceses, franceses etc.

La batalla del puente de Boyacá ha quedado así, como un espacio de combate no sólo histórico sino historiográfico, donde académicos se debaten por encontrar una verdad sobre los hechos que llevaron a la fundación de una nación diversa y compleja, llena de silencios que esperan ver la luz en nuestro presente.

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