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El chaparraluno Melo: único presidente de origen pijao en Colombia

Su nombre completo fue José María Dionisio Melo y Ortiz, uno de los tres expresidentes de Colombia, de Chaparral (Tolima), y cuyos restos yacen fuera del país.
Foto: Fredy Nagles
Freddy Nagles

Fue el octavo presidente que tuvo la República de Nueva Granada y es considerado uno de los mandatarios de origen popular, cuya sangre fue pijao. Se enfrentó a la élite de su época y es tal vez uno de los próceres infravalorados por la historia. Es el único expresidente cuyos restos están sepultados en el extranjero; hoy, yacen en una hacienda llamada La Juncaná, Estado de Chiapas (México), donde se levanta un modesto monumento que lo rememora. En ningún otro lugar en Colombia hay algún espacio que dignifique su papel, salvo en Chaparral, donde hay una estatua que lo recuerda.

Cuentan los pocos relatos que hay sobre este líder político e indígena que Melo y Ortiz se unió, a sus 19 años de edad, al ejército patriota para participar en las batallas de Bomboná, Pichincha, Junín, Ayacucho, Portete de Tarqui (conflicto colombo-peruano) y a la Toma del Callao, que es la que expulsa definitivamente a los borbones del continente.

“El único presidente colombiano de origen popular fue el prócer de La Independencia José María Melo, porque todos, absolutamente todos, incluyendo a Antonio Nariño, Francisco de Paula Santander y el mismo Simón Bolívar, venían de la élite”, resalta el profesor Eduardo Rothe, historiador venezolano.

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José María Dionisio Melo y Ortiz. (Chaparral, Nueva Granada, 9 de octubre de 1800 - La Trinitaria, Segunda República Federal de México, 1 de junio de 1860). | Foto: biosiglos.com.

En 1830, Bolívar enferma y renuncia en abril. Sucre, que es su sucesor natural, es asesinado en junio. Posteriormente, los generales bolivarianos, con el apoyo del Congreso, organizan un golpe de estado y Rafael Urdaneta, concuñado de José María Melo, asume la presidencia. Muchas voces populares solicitaban el regreso del libertador, pero Bolívar muere en diciembre y Urdaneta desiste y deja la presidencia cinco meses después.

Posteriormente, Melo viaja a Venezuela. Allí, en 1835, el chaparraluno se une a la llamada Revolución de las Reformas, liderada por Mariño Briceño Méndez, Diego Ibarra y otros para sacar del poder a José María Vargas. Según sus posiciones, “Vargas se había entregado los banqueros e importadores y ellos además quieren la reconstitución de la Gran Colombia”, recalca el profesor Rothe. Sofocada la rebelión, Vargas reasume el poder, pero dimite en 1836. Allí comenzaría el exilio para muchos, incluyendo a Melo.

Pensamiento político de Melo

José María Melo se va a Alemania, donde estudia en la Academia Militar Bremen Prusiana y se interesa por el socialismo utópico de Charles Fourier, padre del cooperativismo; y de Henri de Saint-Simon, filósofo de ideas liberales, como se analiza en ‘Colombia 1854: Melo, los Artesanos y el Socialismo’, trabajo del sociólogo e historiador bumangués Gustavo Vargas Martínez, publicado en 1972. Igualmente, se inclina por la feminista Flora Celestina Tristán y sus luchas organizativas del movimiento obrero, así como de las ideas anarquistas de Pierre-Joseph Proudhon y Louis Auguste Blanqui.

Según contó, en su momento, don Pedro Bernandino Sosa Rubio, mítico secretario general y fundador de la Academia de Historia del Tolima, José María Melo, influenciado por ideas de avanzada adquiridas en Europa, regresa a Colombia en 1841 a trabajar en escenarios políticos en Ibagué (Tolima).

“Estando aquí, Melo se dedicó a ser profesor del colegio más tradicional que nosotros tenemos en la capital tolimense que es el Colegio Saint-Simon y se dedicó a explorar unas minas que quedaban cerca de Anaime, región indígena que queda cerca de Cajamarca”, relató el académico.

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El general Melo y Ortiz no tiene en Colombia otro monumento que recuerde su legado, salvo en el parque central de Chaparral, sur del Tolima, donde se levanta una estatua y una placa a su memoria. | Montaje fotográfico: John Fredy Nagles Soto.

Las reformas y la violencia

Melo y sus partidarios empiezan a influenciar en esos contextos a las sociedades, para exigir tierra para los indígenas y abolición de la esclavitud. También rechazó el libre comercio con las potencias, “porque arruinaban la economía nacional”, resalta el historiador tolimense Sosa Rubio, hoy fallecido. En 1849, Melo apoya la candidatura presidencial del general José Hilario López, quien propone abolir la esclavitud. En 1850, López es electo presidente y aprueba una reforma agraria, hace una reforma económica para limitar la tasa de interés y evitar así la usura. Y como lo había prometido, el presidente José Hilario decreta la libertad de los esclavos el 21 de mayo de 1851.

Por estas reformas, el Partido Conservador de la época se opone a ello y se levantan en armas, según explica Rothe. Viendo esa situación, el presidente López ascendido a General a José María Melo y le da el mando del Ejército Nacional.

“Melo derrota los reaccionarios y en 1853, con el apoyo de López y de los artesanos, además de contar con una inmensa popularidad, José María Obando es elegido presidente de Colombia, pero solo por cuatro meses, porque el 10 de marzo de 1832, abandona el cargo de presidente”, según explica el historiador venezolano.

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En la hacienda Juncaná, municipio de La Trinitaria, fue la última trinchera del general bolivariano José María Melo y otros tantos soldados, quienes buscaban defender la frontera entre México y Guatemala. | Foto: josemariameloortiz.org.

Presidente desterrado

Es así que el 17 de abril de 1854, José María Melo, quien para entonces era comandante de las Fuerzas Armadas en Cundinamarca, pasa a ser el presidente No. 38 de toda la historia y el octavo como dirigente de la llamada República de Nueva Granada. Contra Melo se arma la oligarquía conservadora, que quiere el regreso de la esclavitud, el libre comercio, la disolución del ejército y la descentralización. Nuevamente, los reaccionarios se alzan esta vez contra él, por lo que el 4 de diciembre de ese mismo año sufre un golpe de estado.

En la guerra civil los conservadores atacan a Bogotá, donde el Ejército y algunos grupos populares defienden el recién posesionado gobierno liberal de Melo. Finalmente, estos son derrotados por el enemigo y el general chaparraluno es apresado. Al año siguiente, en 1855, se da el juicio político contra Melo, al cual se le quiso dar la apariencia de un juicio criminal, según argumenta Gustavo Vargas en otra de sus obras, ‘El asesinato de José María Melo en 1860’. La intención de hacerlo así fracasó, por lo que los conservadores optaron por judicializarlo por presunta insubordinación militar.

Finalmente, se le hace un tercer juicio, esta vez de carácter civil. “El Congreso, que se reunió en el Colegio Saint-Simon, de Ibagué, judicializa a Melo y la pena es el destierro, junto con 200 revolucionarios que son todos expulsados del país”, relata Sosa Rubio. Con su salida, el gobierno golpista ordena confiscarle sus bienes y le prohíben su regreso. Dice Vargas Martínez que “los tres juicios no pudieron encubrir el carácter político y clasista que tuvo desde el comienzo”. Melo sale desterrado el 23 de octubre de 1855 hacia Costa Rica.

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Con este modesto monumento, los mexicanos recuerdan su aporte a la Guerra de La Reforma, la última gran confrontación que asumió el general chaparraluno. | Foto: josemariameloortiz.org.

Llegada a México y la Guerra de La Reforma

Pasando por Nicaragua, se une a las tropas de combaten a William Walker, político estadounidense que se hizo al poder en ese país con elecciones amañadas, según análisis de la prensa de su momento. En 1859, José María va a El Salvador, participando en actividades públicas y sociales y bien acogido por las autoridades de ese país. Después arribó a Guatemala, donde estuvo dos meses, según cuenta el historiador bumangués en su libro.

El 10 de octubre de 1859 llega Melo a la frontera de México, según parece, perseguido por el dictador guatemalteco Rafael Carrera. Allí, logra contactarse con el gobernador liberal del Estado de Chiapas, Ángel Albino Corzo, quien el 17 de marzo de 1860 le da su apoyo y protección. Luego, el mandatario regional solicita por medio de una carta al presidente Benito Juárez su incorporación al Ejército de ese país como general y luchar contra la intervención extranjera en la llamada Guerra de La Reforma. Juárez, el 2 de marzo de 1860, contesta la misiva de Corzo asegurando que no había inconveniente en aceptarlo en la tropa mexicana.

Siguiendo los análisis historiográficos de Gustavo Vargas, “no era frecuente la aceptación a filas de extranjeros durante la guerra civil de La Reforma. Es posible que el general Melo haya sido el único que, con ese rango militar, haya participado en la revolución liderada por Juárez, lo que no es poco mérito”.

Y es una gran exaltación el anterior dato, porque en contextos similares, en septiembre de 1860, el cónsul británico George B. Mathew también ofreció sus servicios, pero Juárez respondió que “aceptaba la amistad, pero no las tropas eran innecesarias” (VARGAS MARTÍNEZ, 2005).

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Se presume que los restos de José María Melo se encuentren sepultados bajo la bandera en esta foto de la Iglesia de Juncaná, Estado de Chiapas (México). | Foto: josemariameloortiz.org.

Herido y luego fusilado

Melo organizó su ejército de caballería de por lo menos cien jinetes para proteger la frontera con Guatemala, donde tenía presencia el general conservador mexicano Juan Antonio Ortega. El gobernador Corzo le aconsejó a Melo organizar tropas de infantería, pero el chaparraluno no lo tuvo en cuenta. Desafortunadamente, y según análisis del profesor Rothe, esto hizo mello en el precipitado desenlace que tuvo la madrugada del 1 de julio de 1860 el pequeño ejército de Melo, cuando este fue sorprendido y atacado por tropas del general Ortega.

En una carta escrita por el capitán primero Romualdo Guillén, uno de los integrantes de la tropa conservadora, a un familiar suyo, describe los detalles del ataque. Allí explica que, luego de un par de disparos del cañón contra el ejército del general Melo hacia las dos de la mañana, muchos de sus soldados mueren en la explosión, mientras otros tantos salen huyendo. Melo es herido desde el principio del combate y, por lo tanto, la derrota es inevitable.

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En los 436 años de fundación del municipio de Chaparral (Tolima) se recuerda a los próceres de la historia local, entre ellos a José María Melo y Ortiz. | Foto: John Fredy Nagles Soto.

“Luego se presentó el coronel Martínez y me ordenó pasara inmediatamente por las armas al dicho general (se refiere a Melo), manifestándome una orden por escrito del general Juan Antonio Ortega. Dicha orden era la de ejecutarlo, la cual fue cumplida por el cabo Isidoro Gordillo en compañía del sargento José Maldonado”, subraya la carta de Guillen y citada por el historiador Vargas Martínez.

Una vez muerto de tres disparos, los verdugos esculcan al difunto general para extraer lo que portaba, que resultó ser un reloj, una cartera con listón celeste, unas cartas y cuatro monedas de plata, según explica el relato histórico. Finalmente, el cuerpo de Melo es abandonado a la intemperie, pero al marcharse los soldados conservadores, los indios tojolabales lo entierran frente a la capilla de la hacienda de Juncaná, en el municipio La Trinitaria, Estado Chiapas (México). “A Melo se le asesina fríamente. Estuvo herido más de una hora y sufrió”, recalcó el historiador venezolano.

Esfuerzos por repatriar sus restos

En dos ocasiones se ha intentado exhumar el cadáver del general José maría Melo para su repatriación a Colombia, pues es el único expresidente que fue fusilado y, además, está enterrado en otro país. La primera vez fue en 1940 por gestiones del entonces presidente de México Lázaro Cárdenas, pero no existe informe alguno sobre esa excavación, según informes históricos.

La segunda vez que se intentó sacar los restos fue en junio de 1989, bajo la tutela del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, junto con una antropóloga física, un arqueólogo, el académico de la Universidad Nacional de Colombia, el doctor Gustavo Vargas Martínez, el acompañamiento del Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez y con el acuerdo presidencial de Carlos Salinas de Gortari.

En Chiapas hay un modesto monumento que lo recuerda, pero en Colombia no hay nada que lo honre, salvo una estatua en el parque central de Chaparral, sur del Tolima, su tierra natal, la misma que, por estos días, cumplió 436 años de fundación. El olvido oficial le niega el honor y la gloria que merece este prócer colombiano, como ha ocurrido con tantos héroes de nuestra historia. Sin embargo, José María Melo vive en la memoria popular. Y más temprano que tarde, el general Melo, dejará de ser un misterio.

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