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Carlos Castro Saavedra: el inolvidable poeta colombiano que abogaba por la paz

El 10 de agosto de 1924, nació en Medellín el inolvidable poeta Carlos Castro Saavedra, quien a través de sus letras exorcizó el dolor que sentía ante la violencia que vivía su patria...
Carlos Castro Saavedra: exorcizar el dolor a través de la poesía
Foto de: SENA
Francisco Alexander Forero Beltrán

Las calles de Medellín, y en particular el liceo de la Universidad de Antioquia, son lugares emblemáticos donde Carlos Castro Saavedra, el poeta de la paz, escribió sus primeros poemas. Su sensibilidad hacia lo humano y su profundo dolor por su patria fueron, en gran medida, las principales fuentes de su inspiración.

“Pienso que la poesía Colombiana despierta de un letargo adorable pero mortal, este despertar es como un escalofrío y se llama Carlos Castro Saavedra.(…) Gran ejemplo es el de este joven poeta que de pronto asume toda la voz de un pueblo”, estas bellas palabras de Pablo Neruda nos dejan entrever lo que significó la poesía de Castro en un contexto social colombiano donde la violencia arremetía con gran furor sobre los más humildes a causa de una guerra bipartidista, creada por oligarcas liberales y conservadores después de la segunda mitad del siglo XX.

La poesía de Castro surge en una Colombia desangrada por la violencia, donde en nombre de Dios y de ideas políticas se exterminaba entre sí gran parte de la población campesina, mientras los oligarcas del bipartidismo disfrutaban de la torta estatal en grandes clubes sociales de la capital de su país: Bogotá.


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Fuertemente estremecido por la violencia que le tocó vivir, Castro convirtió su pluma en una herramienta de lucha pacífica contra la violencia, denunciando las arbitrariedades cometidas contra los más débiles y desposeídos, pues sabía muy bien que estos al final eran las verdaderas víctimas del conflicto social y económico colombiano, así como lo expresa en esta poesía:

Para los que financian la matanza

Para vosotros turbios gobernantes

Que hacéis la guerra, digo estas palabras.

Para vosotros que ganáis medallas

Con heridas ajenas y con sangre prestada,

Suelto mi voz que es una llamarada:

venid a ver, venid a ver,

con pupilas de asombro.

Apresuradamente, vertiginosamente,

Venid a ver con vuestros ojos cómplices...

Pero su voz no solo pretendía juzgar una oligarquía enloquecida por el ansia de poder, sino exorcizar su dolor de patria, al ver que se desangraba de una manera tan vil.

¿Pero acaso no tenéis ojo, ni corazón,

Ni oídos aterrados y sensibles

Para escuchar la sangre de Colombia,

La sangre de vosotros mismos,

Que por los campos y las ciudades

Se arrastra como loca, a borbotones…


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Y es que, en verdad, la poesía de Castro estuvo arraigada al dolor ajeno —no como aquel que busca embellecer o simplemente exagerar una serie de acontecimientos para ensalzarse como poeta—, pues sabía muy bien que una de las caras del amor es compadecerse ante el llanto inocente; y qué mejor que con lo que cuenta Castro en su palabra ardiente:

Mientras en mi país la muerte armada

A quemarropa mate la mañana,

Yo no puedo escribir sino con sangre

Porque yo soy la herida colombiana...

Si nos duele el sufrimiento ajeno, si nuestra palabra es palabra viva que nace mientras se va siendo en el camino (en el bello campo colombiano), y si en ese camino hay un respeto por el otro, entonces tendremos dolor de patria, y que nos duela la patria es porque la amamos. Por eso el canto de Castro a ella:

No me canso de andar por tus collados,

De recorrer tu cuerpo y tus colinas,

De sembrar en tu tierra desgarrada

Por mi pecho de espadas y de espinas...

Y su amor por la patria, por su tierra, se convierte en un canto universal pues su voz poética no solo denuncia la desgracia de la guerra, sino que se convierte a la vez en un canto de esperanza para quien ame la vida y a su país, amor que implica en Castro la supresión de la violencia, ese nuevo día donde se le canta a la tierra honrándola en la palabra poética, es decir, en un nuevo horizonte del hacer humano:

Mirar la tierra, contemplar sus dones

Y oler sus desnudeces y pezones,

Es como entrar a la mujer

Y sentir que su vientre

Empieza a florecer.

Carlos Castro Saavedra es el poeta que, a pesar de su muerte en 1989, le sigue cantando a la vida y a la paz a través de su poesía. Su voz sigue siendo de esperanza para todos aquellos que anhelamos que el conflicto armado en nuestro país llegue a su fin y solo haya una voz fuerte para cantarle a la tierra y el amor, como lo hizo el gran poeta de la paz.

¿Cuál es tu poeta colombiano favorito que le haya cantado a la paz?

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