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"La vuelta al perro”: el tradicional recorrido por las antiguas y particulares calles de Tunja

Las calles de la capital boyacense se caracterizan por sus nombres, sencillos o compuestos, que rinden homenaje a hechos históricos o personas.
Antiguas calles de Tunja
Foto: Tunja Tesoros Escondidos
Ricardo Gabriel Cipagauta

Cada que llega un turista a Boyacá, y empieza su recorrido por Tunja, trae en su itinerario o agenda hacer “la vuelta del perro”, y eso por referencias de amigos, familiares o paisanos que les indican de no perderse la que otrora identificará a la fría, para algunos, ciudad que en sus riquezas se han venido constituyendo los bienes que cuenta con las veedurías y ojos protectores de los vigías del patrimonio, que cual escuderos, guardianes u orgullosos centinelas, los cuidan, hacen campañas de embellecimiento y protección y hasta asumen “batallas” para que haya concientización en escolares y profesionales.

En los progresos de ordenamiento en el territorio, los municipios y sus actores definen una serie de desarrollos urbanos y en veredas rurales, 20 y 10 respectivamente para la capital boyacense, y que a primera vista están reflejados en los parques o espacios públicos, que son apropiados por sus habitantes y ahí sí que está la forma de publicitarlos, embellecerlos y cuidarlos.

Se crean grupos activos, se gestiona presencia real de administraciones y en el mejor de los casos se bautizan, se enmarca, se resaltan y bautizan con nombres sencillos o compuestos, con hechos marcarios y rindiendo homenaje o recuerdo a personas, grupos o situaciones que dejan sello para propios y extraños, que valoran y vuelven parte de su vida o entorno y así ya van pasando por generaciones y son referentes propios, polivalentes.

Esto sucede con algunos nombres de calles, carreras, avenidas, sectores, unos 26 monumentos, 10 conventos, edificios, puntos de encuentro y hasta de contrarios, que con su fuerza se hacen quedar en el recuerdo. No es extraño que encontremos placas, marcas, hitos o nomenclaturas que se vuelven símbolos, en lo que técnicamente llaman patrimonio material e inmaterial, e incluso popular, y así se va registrando para tener su hoja de vida.


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Antigua Plaza de Mercado de Tunja/Foto: Twitter Centinelas de Tunja

Ya luego de tomar agua de panela con queso y limón, bebida muy propia, se van dando los pasos lentos por sus vías, desplazarse por las aledañas a edificios, templos, museos, oficinas y cajeros, para no perder la costumbre de hacer una estadía inolvidable, agradable y con muchas fotografías, digitales y para los tradicionalistas guardarlas para luego imprimirlas, y con las tecnologías informar de los códigos postales donde nos encontramos. O para los convergentes una serie de señas, indicaciones o puntos que nos dan la orientación para regresar o no olvidar esa localización.

Consultando a estudiosos se ha encontrado que esa nomenclatura social es la que ha dado a la “vuelta del perro” su valor, y esa tarea es para guías turísticos, usted o yo, en la forma de indicar a quienes ya reconocen o buscan pasearse por unas tres o cuatro veces, en círculo, triángulo, rectángulo o cuadrado, en supuesta contravía a lo que hacen las manecillas del reloj, como dicen que hacen los perros, en ritual que ahora no tiene horario, sea por “vueltas de hogar”, por compartir con amigos, por darse la de popularidad, dejarse ver como los políticos o aspirantes, o hasta para llegar a trabajar.

Sin pretender quitar tarea a expertos hemos encontrado un escrito de Franck Javier Marín Rojas -que alude al tema- y recuerda que, en regiones del país, para los siglos XVIII y XIX, se pusieron algunos de esos nombres “…en función costumbrista (Calle del Zapatero, de las Mulas, del Farol)”, algunos fueron borrados, transformados, cambiados, destruidos, tapados y hasta olvidados. Esas hacen pate de la vuelta.


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Carrera 8 calles 22-23 Tunja (1933)/Foto: Twitter Centinelas de Tunja

Algunos de los nombres que se han posicionado y algo de su por qué:

“Calle de San Ignacio": calle octava entre carreras 10 y 12, aledaña a la imponente Iglesia de San Ignacio, en pleno centro histórico –con pico y placa-, iniciada por la Compañía de Jesús en 1619, donde se dice vivió -entre 1614 y 1615- San Pedro Claver.

“Calle del Camino Real o Caliente”: hoy la calle 19, que originalmente estaba trazada entre el parque Ricaurte y la Plaza de Bolívar, con las residencias de marqueses, con unas cuatro plazas contiguas, con comercios para el tinto diario, “chismes” y ver pasar a todos.

“Calle del Capitán Martín Niño de Rojas”: en la calle 10 con carrera 19, con su exclusivo “balcón corrido” (el más largo de América) por el costado occidental de la plaza de Bolívar, fue sede del periódico “La Linterna” de “Calibán”, sede antigua del ICBA, hoy Secretaría de Cultura y Patrimonio de Boyacá y diagonal a la “Casa de los Mancipe, esquinera y de 2 pisos, con sus balcones.

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Plaza de Bolívar de Tunja/Foto: Colprensa

“Calle del Escribano don Juan de Vargas”: hoy sede del Fondo Mixto de Cultura de Boyacá, museo de la calle 20 con carrera 8, donde el notario del rey, coleccionista y bibliófilo Vargas Matajudíos logró pinturas de murales exclusivas.

“Calle del Consuelo”: carrera 15 con calle 7.

“Calle del Arzobispo”: aledaña a la Catedral.

“Calle de los Balcones”: con calles 20 y 19, carreras 9 y 8.

“Camellón de Santo Domingo”: calle 20 con carrera 11, exquisito lugar para contemplar el templo.

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Placa de la 'Esquina de la Pulmonía'/Foto: Twitter Daniel Samper

La emblemática “Esquina de la Pulmonía”: diagonal al palacio de la Torre, sede de la gobernación, en el costado nororiental de la inmensa plaza de Bolívar, calle 20 con carrera 9, confluencia de los 4 costados y explosión de fuertes vientos, que tiene placa de mármol. Locación para fotografías de candidatos y con el aroma del pan, obliga a hacer un pare y entrar a consumir, donde alguna vez prendió miles de cigarrillos, llegando al Club Boyacá.

No dejar de pasar por la calle donde se ubica la histórica “Casa de Doña Inés de Hinojosa”, calle 17 con 9 y sus calles de “la carnicería y del árbol”. Llegar a la foto obligatoria en “La Pila del Mono”, plazoleta de la calle 20 con carrera 8, y para los románticos ir hasta “El Bosque de la República”, con el paredón de los mártires, y vecino a la iglesia del templo doctrinero de San Laureano, llegar hasta “La Plaza Real, que hoy es imponente centro comercial, para sí terminar en el Parque “Próspero Pinzón Romero”-militar, abogado conservador-, frente al Claustro de San Agustín, en el barrio La Nieves.

Para acuciosos en datos e historia, se puede referenciar, entre otros, el trabajo juicioso en el libro “Antiguos Nombres de las Calles de Tunja”, del doctor Guillermo Sánchez Medina, publicado en 1994, y que nos enriquece con sus exploraciones y que en su momento algún estratega publicitario definió a Tunja, como “la ciudad de los tesoros escondidos”, que sirvió para burlas y hasta para buscarlos y explorarlos. ¡Bienvenidos a la vuelta! 

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