Héctor Ochoa: 90 años en su camino de la vida
El investigador musical Jaime Rico Salazar afirmó lo siguiente en su libro “La canción colombiana” acerca de Héctor Ochoa Cárdenas: “Bellísimo aporte ha hecho Héctor Ochoa al cancionero colombiano. Sus canciones y especialmente ‘El camino de la vida’ están en el repertorio de mucha gente joven y vieja que continúa sintiendo cariño por la canción tradicional”.
Ochoa Cárdenas, hijo del también compositor Eusebio Ochoa Isaza (autor del bambuco “El profesor de canto” e integrante de la recordada Lira Antioqueña), nació en Medellín el 24 de julio de 1934. A sus 15 años, después de estudiar música con énfasis en cuerdas pulsadas, fundó su primera agrupación, llamada Trío de Oro, con quienes se presentó en los escenarios en vivo de varias de las emisoras de una Medellín en efervescencia creativa y discográfica.
En 1962, el tenor Víctor Hugo Ayala le pidió dejarle grabar su primera composición, “Bendito amor”, luego de haberlo oído cantar ese tema en un encuentro de amigos. También en ese momento se involucró en proyectos cercanos al sonido del jazz y grabó en su voz un par de temas de onda romántica. Sin embargo, en esos momentos decidió dedicarse a su exitosa carrera como banquero en su Medellín natal. Ya en 1982, la jubilación le permitió sumergirse de nuevo en la creación.
No hay intérprete de música andina colombiana que no tenga en su repertorio alguna de las célebres composiciones de Héctor Ochoa, entre ellas “Muy antioqueño”, “Ayer y hoy”, “Muy colombiano”, “La nostalgia”, “Lo mejor de mí”, “Tú, lo mejor de todo”, “Después que me olvidé de ti”, “Pase lo que pase”, “Volvé maestro”, “Canta tiple”, “Ella es mi reina”, “Orgullosamente mujer”, “El amor no acaba”, “Aprendiendo a vivir” y, por supuesto, “El camino de la vida”.
La historia de ese clásico de nuestro sonido andino colombiano tiene punto de partida el 19 de noviembre de 1983, en el llamado Recinto Quirama del Carmen de Viboral, Antioquia, cuando se la escuchó por primera vez, en las voces del dueto Arboleda y Valencia. Desde ese momento, su melodía nostálgica a ritmo de vals y una letra que apela directamente a lo más entrañable del ser humano como puede ser la familia, hizo que el tema se catapultara de inmediato hacia los corazones de todos los colombianos.
No es de extrañar que, tras sondeo público patrocinado por el sello Sonolux y una famosa cadena radial en 1999, “El camino de la vida” fuera elegida como la Canción Colombiana del Siglo XX, por encima de muchas otras con méritos al menos iguales. Según Rico Salazar, “la canción tomó vuelo de cóndor y es mucha la gente que en el país y por fuera de él quieren cantarla. Todo solista, dueto, trío o grupo musical que se respete debe tenerla en su repertorio. Hasta en las ceremonias matrimoniales han reemplazado el primer baile de la pareja por ‘El camino de la vida’, desplazando al famoso vals de Strauss ‘Danubio azul’. Ha hecho época la canción y se convirtió en enfermedad musical en Colombia”.
Es apenas un renglón del palmarés del autor del tema, el medellinense Héctor Ochoa Cárdenas. Otras distinciones recibidas incluyen la Orden de la Democracia del Congreso de la República, el Escudo de Oro de Antioquia, la Medalla Alcaldía de Medellín, el homenaje en vida del Festival de Música Andina Colombiana Mono Núñez en 2023 y, algo más elocuente aún para cualquier artista, la entrada de su nombre en octubre de 2015 al Salón de la Fama de Compositores Latinoamericanos, con sede en Miami.
