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Pablo Armero y los goles que en Leguízamo, Putumayo, le suman a la paz

Armero estuvo en Leguízamo junto a otras estrellas del fútbol colombiano y pidió a la juventud desarmar su corazón a través del deporte.
Juan Miguel Narváez Eraso
Juan Miguel Narváez Eraso

“El deporte es la mejor herramienta que tiene la juventud del departamento del Putumayo para evadir todos los obstáculos que ponen en peligro su vida y la felicidad de su familia. Por eso, ahora que me encuentro en el municipio de Leguízamo participando en la inauguración de un escenario deportivo, invito a las nuevas generaciones para que hagan del fútbol su mejor instrumento para alejarse de las adicciones y trabajar por la paz”, manifestó el futbolista nariñense Pablo Estifer Armero.

En la jornada deportiva que tuvo lugar en el barrio Las Villas y en la que junto a otras estrellas del fútbol profesional colombiano fue ovacionado por más de 2.000 leguizameños entre niños, jóvenes y adultos, reiteró que el fútbol es el sendero correcto para decirle no a la violencia.    

“Triunfar requiere esfuerzo”

“Alcanzar el éxito no es nada fácil, sin embargo con esfuerzo y dedicación todo es posible en la vida. Mi carrera futbolística empezó de cero en mi natal Tumaco. Yo, al igual que la mayoría de futbolistas colombianos, le hicimos el quite a la pobreza con nuestras mejores jugadas”, expresó el futbolista colombiano. 


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Desde que estaba en el vientre de su madre, Pablo asegura que corría por sus venas esa pasión que ahora vive y disfruta a través del balompié.

Recuerda que la mayor parte de su infancia y juventud transcurrió entre los cotidianos e improvisados partidos callejeros de fútbol, en los que las canchas eran las playas y los arcos pedazos de ladrillo o troncos de palma que rara vez se sostenían sobre la arena. 

Aunque asegura que en ese entonces eran precarias las condiciones económicas en las que vivía y por ende a sus padres se les imposibilitaba la compra de un balón de fútbol como los que permanentemente solía mirar por la televisión y revistas, siempre buscó la manera de explotar su talento deportivo. 

“Jamás olvidaré aquellos improvisados y duros balones que junto a mis amigos de barrio frecuentemente usábamos para jugar fútbol. Los únicos elementos que podían rodar y que teníamos a la mano para cumplir nuestros desafíos eran los cocos, por eso nunca dudamos en treparnos a las palmas”, manifestó. 
Pablo recuerda también esos instantes en los que patear un "balón de coco" dolían como nunca los pies; sin embargo, asegura que se siente orgulloso de esas inolvidables experiencias que lo moldearon hasta llegar a ser la persona y el futbolista que es ahora.

“Aunque a muchos les causa risa escuchar esa parte de mi vida, siempre me sentiré orgulloso de ella porque me ayudó a crecer como ser humano y deportista. Es más, jamás olvidaré aquellas ocasiones en las que lloviendo y en pésimo estado de calzado, jugábamos fútbol con los cocos que también solíamos encontrar en las calles del barrio La Ciudadela”, dijo. 

Durante su estadía en el municipio de Leguízamo se refirió a las oportunidades y destrezas que debe seguir la infancia y la juventud de esta zona del bajo Putumayo para que triunfe y, al igual que él, demuestren sus habilidades futbolísticas y a futuro hagan parte de importantes equipos de Colombia y de otros lugares del mundo. 

“La constancia, la confianza y los deseos de auto superación me permitieron llegar al América de Cali, posteriormente al Palmeiras, Udinese Calcio, Napoli, West Ham United, Milán Flamengo, entre otros equipos. De igual manera hice parte de la selección Colombia, participé en la Copa América y en varias Copas del Mundo”, dijo. 

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