La Compostera del Eje, recolecta residuos orgánicos para transformarlos en abono
Cada mes Isabel Gómez Cerezo, fundadora de La Compostera del Eje, logra recuperar unas cuatro toneladas de desechos orgánicos que normalmente van a parar a un relleno sanitario en Armenia, Quindío. Su conciencia por el medio ambiente la hizo pensar en una idea de negocio que consiste en invitar a familias y usuarios en general a guardar en un recipiente los desechos orgánicos.
Para Isabel era claro que la idea debía contar con un lugar para disponer esos desechos, pues el proceso biológico implica la aparición de microrganismos y olores que muchas veces es un limitante para que las personas reciclen en sus hogares. De esa necesidad nació su idea de negocio en tiempos de pandemia, específicamente en agosto del 2020 cuando comenzó el proyecto piloto.
“Mi idea nació para que las personas conozcan más de eso que llamamos basura y comenzáramos a entender que hay una cantidad de riqueza lo que conocemos como desechos orgánicos y que tenemos un gran recurso para la reconstrucción de suelos, la generación de oxígeno y no contribuir al aumento de los gases efecto invernadero y la contaminación”, dijo la directora de La Compostera del Eje.
Isabel es socióloga. Gracias a una materia que vio terminando su carrera, y donde se mezcla la sociología con la ruralidad, conoció las problemáticas que hay con la generación de las basuras y de la sobrepoblación que hay en las ciudades. Desde ese momento comenzó a almacenar los desechos orgánicos.
“Recogemos los desechos a domicilio. Nos encargamos de llevarnos los contenedores y de dejar uno limpio para no usar bolsas plásticas. A partir de sistemas de compostaje transformamos los desechos en dos o tres kilogramos de abono orgánico que devolvemos a las familias inscritas para que ellas lo usen en sus jardines o huertas”, explicó Isabel.
La compostera maneja tamaños de 10 y 20 litros, de acuerdo con el tamaño de las familias y a la generación de residuos. Adicionalmente a la labor ambiental, Isabel emplea a mujeres cabeza de hogar y en el campo logran obtener el abono orgánico. Trabaja con 5 personas en una iniciativa que por ahora opera en Armenia, La Tebaida y El Caimo.
Entre los residuos más comunes que llegan a La Compostera del Eje están el café, seguido de las cáscaras de naranja y plátano, semillas, granos y frutas. Para neutralizar la humedad de los residuos de la cocina se usa aserrín y así evitar mosquitos y olores en espacios internos.
“El proceso natural implica que sea controlado, donde llegan un montón de microorganismos y transforman la materia orgánica a partir de distintas temperaturas. Se puede hacer en casa y es como un hijito, hay que mirarlo voltearlo, ver si está seco o muy húmedo, entonces se puede lograr como un hábito”, concluyó la emprendedora ambiental.
