El expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro fue declarado este viernes inelegible durante ocho años por "abuso de poder" al haber difundido desinformación sobre el sistema electoral en Brasil antes de su derrota frente al izquierdista Lula da Silva.
La inhabilitación política deja a Bolsonaro, de 68 años, fuera de las próximas presidenciales en 2026 y puede abrir una carrera por el liderazgo de la derecha en Brasil, por ahora sin alternativas claras.
El Tribunal Superior Electoral (TSE) alcanzó una mayoría de 5 votos a 2 en favor de condenar al exmandatario por haber cuestionado la confiabilidad del sistema de urnas electrónicas con informaciones "falsas" durante una reunión con embajadores en julio de 2022, tres meses antes de perder las elecciones.
Bolsonaro tachó el fallo de "puñalada en la espalda", pero no se dio por vencido y dijo que apelará ante la corte suprema.
"No estoy muerto, vamos a seguir trabajando", afirmó el líder ultraderechista a periodistas en Belo Horizonte (Minas Gerais, sureste).
"Mi apelación será ante el Supremo Tribunal Federal", añadió, estimando que con la decisión judicial, Brasil se encamina "hacia una dictadura".
En esta cuarta y última sesión del juicio, votaron los últimos tres jueces. Para una condena por los cargos de "abuso de poder político y uso indebido de los medios de comunicación" era necesaria una mayoría del pleno (al menos 4 de 7 votos).
"Democracia superó prueba de estrés"
El caso se centra en un evento con diplomáticos organizado por Bolsonaro en la residencia presidencial de la Alvorada, en el que aseguró sin pruebas que buscaba "corregir fallas" del sistema de urnas electrónicas con la "participación de las Fuerzas Armadas".
En su discurso, transmitido por la TV pública y las redes sociales, Bolsonaro dijo que la supuesta vulnerabilidad del sistema podía servir para manipular el resultado en su contra, algo que repitió en numerosas ocasiones durante la campaña electoral contra Lula.
"Mentir no es una herramienta legítima para el ejercicio de una función pública", reaccionó el ministro de Justicia, Flávio Dino.
"La democracia superó la prueba de estrés más dura de las últimas décadas", agregó.
Los jueces que votaron para condenarlo criticaron duramente la conducta del excapitán.
El instructor del caso, Benedito Gonçalves, asoció a Bolsonaro a un "discurso violento y mentiras" que pusieron "en jaque la credibilidad de la justicia electoral", y dijo que la reunión con los diplomáticos "sirvió para incitar un estado de paranoia colectiva" sobre el sistema electoral.
"¿Qué puede ser más grave para un jefe de Estado que, con objetivos electorales, movilizar el aparato de la República para transmitir intencionadamente la idea de que las elecciones brasileñas no son limpias?", dijo el magistrado Floriano Marques, al justificar su voto condenatorio.
En cambio, Raul Araújo, que votó contra, defendió que "la intensidad del comportamiento no fue tal para justificar la medida extrema de la inelegibilidad".
En busca de heredero
Bolsonaro perdió por un estrecho margen las elecciones de octubre (50,9% para Luiz Inácio Lula da Silva frente a 49,1% de los votos), mientras su conservador Partido Liberal es mayoritario en el Congreso actual.
Su reto podría ser ahora encontrar un heredero que sea arropado por sus seguidores.
"Bolsonaro tiene un potencial muy fuerte, de 'king maker', cuando apunta hacia un candidato consigue transferir votos de una forma impresionante", explicó Leonardo Paz, investigador del Núcleo de Prospección e Inteligencia Internacional de la Fundación Getulio Vargas.
Tras la derrota de su líder en octubre, bolsonaristas radicales cortaron carreteras y acamparon frente a cuarteles de todo el país pidiendo una intervención militar.
El 8 de enero, una semana después de la investidura de Lula, miles de bolsonaristas invadieron y saquearon los edificios de la Presidencia, del Congreso y de la corte suprema en Brasilia.
El ultraderechista enfrenta más de una decena de otros procesos administrativos en el tribunal electoral y es objeto de cinco investigaciones en la corte suprema, con penas susceptibles de prisión.
La esposa de Bolsonaro, Michelle, salió en su defensa, declarándole su apoyo incondicional.
"Dios no pierde y nunca perderá el control de nada. Mi fe sigue siendo inquebrantable en TI, Padre", dijo la exprimera dama, una ferviente evangélica. "Sigo confiando, creyendo y junto a ti, mi amor", escribió en Instagram.