¡Un paso de vida! Dagoberto Mata, resiliencia y determinación tras ser víctima de una mina anrtipersonal

Dagoberto Mata Daza, luego de enfrentar una dura prueba de la guerra se sumergió en un viaje de reconstrucción personal y profesional. Durante años, su vida estuvo marcada por el conflicto armado en Colombia, llevándolo desde las trincheras del Catatumbo hasta el ámbito académico y literario.

En las verdes tierras del departamento del Cesar, nace la historia de Dagoberto Mata Daza, un hombre cuya niñez estuvo entrelazada con las labores del campo y los desafíos de una región marcada por el conflicto armado. 

Con cada amanecer, Dago, como cariñosamente le dicen sus amigos, recorría el camino hacia la escuela de Loma Colorada (Calentura), sorteando obstáculos y viviendo situaciones que reflejaban la dureza de la vida rural.
"Mi madre y mi padrastro trabajaban incansablemente en una finca cercana", cuenta Dagoberto, evocando las jornadas donde el sacrificio familiar se entrelazaba con su anhelo de educación.

El trayecto hacia la escuela no era sencillo. Junto a un grupo de compañeros tenían que recorrer varios kilómetros, a veces en bicicleta, otras a caballo, cruzando el temido "callejón de los muertos", testigo de robos y actos violentos que acechaban la zona.

Al terminar sus estudios primarios, se vio en la necesidad de continuar su educación en un entorno en donde las oportunidades eran escasas. Fue entonces cuando tomó la decisión de trasladarse al municipio de Bosconia, Cesar, para completar su bachillerato, trabajando de noche para aliviar la carga económica de su familia.

El año 2004 trajo consigo un giro inesperado en la vida de Dagoberto Daza. Atraído por las posibilidades laborales en las minas de carbón, consideró ingresar al SENA para formarse en maquinaria pesada. Sin embargo, los obstáculos y la complejidad del proceso lo llevaron a contemplar otra opción: el Ejército Nacional.

“Mi ingreso al Ejército Nacional fue una decisión motivada por el deseo de servir mi país, además, de buscar un mejor futuro", explica Dago, recordando su llegada a Bogotá y los primeros pasos en su carrera como soldado. 

En 2007 fue el punto de quiebre en su trayectoria militar. En la misión de tomar la zona conocida como "la bogotana", este grupo de soldados se enfrentaron a una realidad brutal: las minas antipersonal, emboscadas constantes y la lucha contra grupos armados hicieron de aquel episodio una prueba de fuego que marcaría la valentía y determinación de todos.

En medio del caos de los combates, Dagoberto Mata vivió un momento que marcó y partió en dos su vida.

Una noche particularmente intensa, narra cómo la presencia constante de minas antipersonales representaba una amenaza latente para él y sus compañeros. Cada paso era un riesgo, cada encuentro con una mina un recordatorio doloroso de la crueldad de la guerra.

Se sentían acorralados por las minas, Mata Daza recuerda aquel 16 de junio de 2007, “yo le digo a los compañeros vamos a echarnos un partido de cartas para desestresarnos eso era como la entretención que uno tenía por allá. Entonces nos sentamos donde un compañero tenía el cambuche armado”.

Pero con tan mala suerte que se sentaron en una mina que no habían evidenciado, jugando cartas junto a su compañero Mogollón y Monsalve; Dagoberto accidentalmente activó la mina al mover su pie, fue un instante suspendido en el tiempo, donde el caos y el miedo se apoderaron de cada pensamiento y emoción.

“Pensamos que eran cilindros, que nos habían levantado en ese momento, no éramos conscientes. Después cuando me doy cuenta de que era una mina fue porque me miró mis piernas y ya no tengo el pie derecho muy dura la situación”, relata Dagoberto.

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“Empiezan a prestarme los primeros auxilios. En ese momento uno siente que se le acaban los sueños que había construido, como los que tenía en mi vida militar, siente uno que se acaba allí. Empieza la familia a pasar por la mente, empieza un sinnúmero de cosas y de situaciones que lo ponen a uno como a prueba y a ver de qué es lo que está hecho”, relata Dagoberto. 

Una nueva realidad

Tras superar el campo de batalla, Dagoberto se enfrentó a un nuevo desafío: el proceso de rehabilitación y adaptación a su nueva realidad como un soldado herido. La lucha por encontrar un propósito y un sentido en medio de la adversidad lo llevó a explorar caminos inesperados.

Su travesía lo llevó a la Universidad Sergio Arboleda, en la ciudad de Santa Marta, donde decidió estudiar Comunicación Social y Periodismo. Aunque el camino no fue fácil debido a las diferencias de edad y experiencia con sus compañeros, Dago perseveró y se graduó en el año 2015.

Con el respaldo de profesores como Leonardo Herrera y María Canal, decidió dar voz a los militares afectados por el conflicto a través de su trabajo de grado titulado "Memorias de Soldados Mutilados: Una Realidad Histórica Mostrada desde el Género Discursivo de la Crónica". Este trabajo no solo fue finalista en los Premios Nacionales CPV, sino que también sentó las bases para su primer libro, "Si, Hay Vida Después de la Guerra".

“El visibilizar a militares víctimas en el marco del conflicto armado, creo que es uno de los objetivos cumplidos que sigo, claro está, que me propuse siendo estudiante de la Universidad Sergio Arboleda. Era uno de los objetivos que yo tenía cuando empecé todo este proceso, porque cuando yo inicié mi trabajo de grado y fui a buscar qué había sobre ellos, me di cuenta de que no había nada, no había nada sobre militares víctimas de minas. No había nada, o sea, no había nada, nada, nada, nada, nada. Entonces, hoy ya al menos hay libros donde documentarse acerca de esta situación”, manifiesta. 

El lanzamiento de su libro y su incansable labor por visibilizar a las víctimas de la guerra lo llevaron a colaborar en proyectos como "Catarsis: El Valor de Trascender" y "Inconquistables", donde narró historias de militares que, a pesar de sus discapacidades, encontraron en el deporte una vía para superar sus adversidades.

Hoy en día, Dagoberto Mata Daza continúa su lucha por la memoria histórica y la visibilización de las víctimas del conflicto armado. Su compromiso con la causa lo ha convertido en un ejemplo de resiliencia y determinación, demostrando que, a pesar de la guerra, siempre hay vida y esperanza para aquellos que deciden enfrentar el dolor con valentía y construir un futuro mejor.