Recuerdo del 'Topolino' Zuloaga: el humorista que fue periodista
Un detalle en la biografía del humorista Jorge 'Topolino' Zuloaga parece ser la clave de varios de los personajes que interpretó en su carrera. Antes de hacerse nacionalmente famoso en el programa de televisión Sábados Felices, Zuloaga fue reportero de noticias judiciales en el periódico El Espectador. Esa fue su fuente durante toda la década de 1950.
Posiblemente esa familiaridad con el pueblo y su lado crudo lo ayudó a imitar el acento barriobajero y a crear el personaje que respondía simplemente al nombre de 'Topolino' y su abreviatura, 'Topo'. Llegar a la raíz del apodo no es difícil: el Fiat Topolino era el carro más pequeño y uno de los más económicos (al lado del Renault 4) del mercado automotor. Zuloaga era el actor de más baja estatura de Sábados Felices.
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Más que el nombre, lo importante es el carácter que le dio a su personaje. Fue el ayudante de obra del maestro Salustiano, interpretado por el actorazo Humberto Martínez Salcedo. Uno los veía aplicando pañete en una pared de set, o pegando con cemento ladrillos de utilería, mientras desarrollaban unas conversaciones desopilantes. Juntos, 'Salustiano' y 'Topolino' fueron una dupla contrastante que por momentos recordaba a Don Quijote y Sancho.
Luego vinieron otros personajes que aparecían con cierta regularidad, como el doctor Caturra, tinterillo bogotano de corbatín y bombín. Pero tal vez el momento más surrealista, al menos en mi memoria, fue el momento en que Sábados Felices hizo la parodia de… ¡Sábados Felices! Sí, el programa que se burlaba de las telenovelas de moda (usando los mismos sets de Caracol) un día decidió burlarse de sí mismo. Y en ese metaverso, Jorge Zuloaga interpretó a Alfonso Lizarazo.
Para la posteridad, más allá de centenares de episodios televisivos, queda su aparición en el cine, en la película 'La estrategia del caracol. Su personaje de zorrero tiene allí una aparición modesta, pequeña, como de 'Topolino', pero no se me olvida que cuando lo vi en una sala de cine llena, en 1993, un diálogo suyo levantó una de las carcajadas más sonoras de toda la película.
