Debajo de los tres palos, a un extremo de la polvorienta cancha del barrio Francisco de Paula en Valledupar, se luce cada domingo Robinson Ramón Manjarrés, uno de los jugadores más veteranos que tiene el torneo de fútbol recreativo que lleva el mismo nombre del barrio y que cada fin de semana reúne a más de 20 equipos de la región.
El adulto mayor nació un 22 de marzo de 1953 en la capital del Cesar. Desde que conoció el esférico se enamoró de este deporte y ese sentimiento fue creciendo a medida que pasaba el tiempo. Hoy a sus 69 años es ejemplo para muchos con su talento como arquero y resistencia.
Su historia con el balompié empezó a los 12 años, cuando se trasladó a Distracción, La Guajira, “yo recuerdo que me interesó en serio el fútbol porque no comía, salía a las 6:00 de la mañana a jugar y volvía muy tarde. Eran muchas horas jugando con gente de las veredas. Allí inicié la especialización en el arco”.
En la adolescencia pasó por Barranquilla donde empezó su vida laboral como mensajero, actividad que alternaba con las ‘pateadas’ con equipos de otras empresas. A los 25 años volvió a su ciudad natal, Valledupar, para trabajar en el comercio ayudando a su hermana, una ocupación que le quitaba muchas horas en el día por lo que entonces buscaba la manera de jugar los fines de semana o en la noche. Cualquier motivo era la excusa perfecta para seguir su pasión.
“Luego me fui abriendo camino en el trabajo, pero nunca dejaba de jugar fútbol, logré ingresar a la empresa de servicios públicos, allí tomaba lecturas de los contadores de agua, me pensioné en 2017. Desde entonces me dedico a jugar y a veces hago algún trabajito. Mi familia me dice que, porque sigo jugando fútbol si ya estoy viejo, yo les digo que el día que deje de hacerlo, me muero”, expresó con emotividad Robinson Manjarrés.
En los 20 años de actividad física, este adulto mayor ha vestido la camiseta de más de 50 equipos, disputando torneos comunitarios. Hoy lo hace con Cuna de Villanueva, La Guajira y siente que esto le da la vitalidad que necesita para seguir sano y alargando sus horas en este mundo.
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“El deporte significa toda mi vida, nunca me he enfermado, ni siquiera me dio Covid-19. Creo que estar activo me ayuda a estar con buena salud. Si uno no hace nada el corazón va fallando, hasta el alcohol dejé para estar bien. De lo único que sufro es de hambre”, dijo entre risas el veterano.
Manjarrés añadió que es un ejemplo para la juventud, él espera que vean en el deporte un ‘abanico’ de oportunidades, porque además de alejarlos del mal camino, les ayuda a estar bien y eso produce satisfacción cuando se está acercando la vejez.
Sobre la posición de arquero, el adulto mayor que recientemente ganó el trofeo de la valla menos vencida en otro torneo local, insistió que siempre le gustó estar de ese lado de la grama debido a que es una función de mucha responsabilidad, “claro porque sí uno comete una falla, se va el equipo al suelo”.
Robinson Manjarrés tiene 6 hijos y 14 nietos, por lo que todo el tiempo les brinda consejos para que el amor por el fútbol pase de generación en generación. Él le dice que si quieren vivir un poco más que hagan deporte. Pero más allá del sermón que pueda parecer a simple vista su argumento, se centra en la magia que hay en las personas que practican alguna disciplina.
Sus ojos brillan cuando habla de su vida atajando goles, los momentos en que brilló, las veces que jugó junto a profesionales en el tema, cuando sin percatarse pasaban las horas mientras jugaba fútbol; como si ese niño entusiasmado siguiera en su interior iluminando la pasión por esta actividad que le da sentido a su existencia y que le llena de felicidad.