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Geo von Lengerke y la colonia de alemanes que impulsó el comercio en Santander

Para 1849, Lengerke y otros alemanes llegaron a la región con el objetivo de convertir a Bucaramanga de villa a ciudad.
Alemanes en Colombia
Foto Lengerke: Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional
Juan Jacobo Lozano

Corría el año de 1849, era pleno siglo 19, para ese entonces Bucaramanga apenas era una pequeña villa habitada por campesinos del Estado Soberano de Santander. Unos dos años después llegó a la región un hombre proveniente de Alemania que venía huyendo de un crimen que había cometido, se trataba de Geo von Lengerke, quien se radicó y comenzó a transformar la actividad económica.

“Antes de la llegada de Lengerke a la región, los campesinos estaban sacando sus productos por vía terrestre. Lo hacían por Cúcuta para después llegar a Maracaibo, Venezuela. Lengerke, como ya sabía de la navegación a vapor por el río Magdalena, creó una ruta que le permitía a los campesinos sacar más rápido sus productos. Los sombreros y el tabaco hecho en Santander eran enviados hasta Barrancabermeja de donde salían hacia el puerto de Barranquilla, para luego ser enviados a Estados Unidos y Europa”, dijo el sociólogo Emilio Arenas, quien ha estudiado el legado de Lengerke en Santander.

Las exportaciones cada vez tomaron más fuerza en la región, al punto que habitantes de otros municipios, como Socorro, le encomendaron la tarea a Lengerke de abrir nuevos caminos y usar los que ya habían para esa época, y así facilitar el traslado de productos al puerto de Barrancabermeja.

“Los caminos de Lengerke no los hizo todos Lengerke. El camino que comunica a los municipios de Socorro y Zapatoca, ya estaba hecho. Lo que hizo el alemán fue continuar con ese camino de Zapatoca a Betulia, y de Betulia a Barrancabermeja. En este último tramo también se abrieron otros caminos que conducían a sectores conocidos como Montebello, que era la hacienda de Lenguerke, y también a El Tablazo”, explicó el sociólogo Arenas.

Pero Lengerke no llegó solo a la región. Llegó con otro grupo de alemanes cuya misión fue convertir a Bucaramanga de villa a ciudad, entre ese grupo se destacaban los apellidos Strauch, Strauss, Henkel, Clausen, Hansel, Schneider, Van Stralhem, Hederich, Grass, Larsen, Püa, Lieman, Müller, Passlack, Glanbacheim entre otros.

“Lengerke era el líder de un grupo de alemanes, pero básicamente era una nutrida colonia que logra sumar elementos progresistas o visionarios. Ellos venían con mentalidad distinta. Por ejemplo, querían producir máquinas para hilar algodón. Le apuntaban a la industrialización”, dijo Emilio Arenas.

Familias pudientes de Bucaramanga se unieron con los alemanes y crearon empresa. Así fue como nació La Clausen, la primera cervecería industrial de Colombia, que hoy está ubicada a solo 15 minutos del parque principal de Floridablanca, y que es uno de los principales atractivos del área metropolitana de Bucaramanga.

Otra de las grandes empresas que hoy sigue vigente y cuyo origen se remite a la colonia alemana asentada en Bucaramanga es Bavaria.

“Los hermanos Leo Siegfried y Emil Kopp Koppel, provenientes de Alemania, llegaron en 1876 a Santander. Tres años después se asociaron con los hermanos Santiago y Carlos Arturo Castello y conformaron en Bogotá la sociedad Kopp y Castello, quienes en 1889 adquirieron un lote para la construcción de una fábrica de cerveza. Esta transacción es considerada como el hecho fundacional de Bavaria”, narra la historia de Bavaria en su página web.

La colonia alemana no se quedó quieta en Bucaramanga. Además de establecer las bases de un comercio exterior a gran escala, construyeron los primeros bancos, hicieron el papel moneda y trajeron el teléfono, un elemento que no serviría sin energía, por lo que también trajeron electricidad a Bucaramanga.

Según la Electrificadora de Santander, “en 1891, el impulso de los empresarios alemanes Julio Jones y Rinaldo Goelkel permitió que llegara por primera vez la energía eléctrica a los santandereanos. Este gran suceso cambió la vida, y dio paso al uso de máquinas que desarrollaron la industria y mejoraron la calidad de vida de sus habitantes”.

“Fueron 30 bombillas las encargadas de iluminar el Paseo del Comercio el 30 de agosto de 1891, a las 7:30 de la noche”, recordó el sociólogo Arenas.

Así Bucaramanga se convirtió en la segunda ciudad de Colombia, después de Bogotá, en contar con el servicio de energía eléctrica y la primera en suministrarla a la industria. La empresa de Jones y Goelkel comenzó a ofrecer luz incandescente para iluminar los hogares.

El éxito de la colonia alemana en Bucaramanga fue tan grande, que entraron en contradicción con la población, sobre todo con los campesinos, quienes con la llegada de la industrialización comenzaron a presentar pérdidas, pues sus formas de trabajar eran muy rudimentarias.

El nombre de Geo von Lengerke pasó a ser leyenda en la región, siendo además inmortalizado en la novela de Pedro Gómez Valderrama "La otra raya del tigre". Fueron famosas sus conquistas con las mujeres y su innumerable descendencia, donde hoy todavía se aprecian hombres y mujeres altos y de ojos azules en la región de Santander.

El fracaso de su proyecto colonizador y de construcción de un camino alternativo al Río Magdalena y el declive de la quina, una planta medicinal que en su momento exportó a Europa, hizo que su fortuna disminuyera y sus proyectos se fueran a pique, al punto que la muerte lo halló en la ruina.

Lengerke murió en Zapatoca, Santander, el 4 de julio de 1882, municipio en donde una emisora lleva su nombre y donde actualmente se encuentra la tumba del hombre que despertó el comercio de los municipios santandereanos.

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