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Nadie dijo que era fácil

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Nadie dijo que era fácil

En el quinto capítulo de la radionovela titulado ‘Nadie dijo que era fácil’, la historia de este episodio está centrada en una comunidad indígena del Valle del Cauca la cual fue despojada de sus territorios ancestrales por una cooperativa industrial. La pérdida de sus tierras obligo a la comunidad ancestral a desplazarse hasta la ciudad de Cali, donde vivían en cambuches y de la caridad pública.

Desde el año 2010, Arbey; gobernador del resguardo inició los procesos legales para lograr la restitución de su territorio. Mientras ellos deambulaban por la ciudad, la cooperativa montó en sus territorios un monocultivo de palma afectando los ecosistemas.

En vista de eso, Arbey radicó en la Defensoría del Pueblo una demanda por la defensa de sus derechos territoriales, cuya solicitud fue remitida a la Unidad de Restitución de Tierras.

Siete años después, un juez especializado en restitución de tierras falló a favor de la comunidad indígena, obteniendo el título colectivo de su territorio. 

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‘El que no sabe, es como el que no ve’
En el cuarto episodio se recrea la historia de Yesid, un campesino del Urabá antioqueño que en el corregimiento El Naranjo fue estafado con una promesa de compraventa.  Para demostrar que Yesid compró sus tierras de buena fe, su esposa Leonor se dirigió a la Unidad de Víctimas donde un equipo jurídico verificó que la pareja de campesinos si pagó el precio comercial por El Naranjo, pero no completó el proceso legal de la compra.  Luego de radicada la solicitud, la Unidad de Víctimas presentó los documentos del predio El Naranjo ante un juez de Restitución de Tierras, quien un tiempo después permitió que a la familia de Yesid le fuera adjudicado otro predio similar pero en el sector de El Aguacatal.     Es decir que un año después de iniciados los tramites pasaron de ser poseedores a propietarios. El Aguacatal al igual que otros, era un terreno baldío que gracias a la Reforma Rural se entregó a varias familias como a la de Yesid. 
El tercer episodio que lleva por título ‘Nombre de Dios’, cuenta la historia de una comunidad de Sincelejo que 4 años después de ser despojada de sus predios, recuperó los derechos de propiedad de sus tierras.     La comunidad ‘Nombre de Dios’ recibió su tierra en restitución en el año 2018 y lo que no sabía es que una empresa bananera emprendió una dura batalla no como en el pasado lo hacía a sangre y fuego, sino jurídicamente para sacar a las familias.  En esta historia, la Corte Constitucional de Colombia se pronunció a favor de la comunidad ‘Nombre de Dios’. Y para recuperar sus tierras contó con el acompañamiento de la Agencia Nacional de Tierras y de su equipo jurídico.  Además, quienes hacen parte de dicha comunidad, fueron reconocidos como sujetos de reparación colectiva.     
En el segundo episodio titulado ‘Café las paces’, la protagonista es Daymar viuda de Alvarado y representante de la cooperativa ‘Café las Paces’, un espacio que abrió la participación a firmantes de paz y víctimas del conflicto armado en Tolima.   Cuando Pocho su esposo murió, un vecino del sector intentó estafar a Daymar aprovechando que ella no contaba con los títulos de propiedad del predio; sin embargo, el apoyo de la Agencia Nacional de Tierras le ayudó a tramitar las escrituras y el registro de instrumentos públicos a su nombre para que pueda continuar con su proyecto productivo de café, acceder a créditos y subsidios del Estado.  Desde la finca en la que trabaja Daymar; víctimas del conflicto armado y firmantes de paz, exportan anualmente a New York (Estados Unidos) 8.000 sacos de café.  
Ver para creer
En el primer episodio titulado ‘Ver para creer’, se cuenta la historia de Gerber, dueño del restaurante ‘La Concordia’ quien en el 2008 luego de una toma guerrillera registrada en el oriente colombiano, él y su familia se desplazaron hasta la ciudad de Cúcuta (Norte de Santander). Sin embargo, tiempo después; el Acuerdo de Paz les permitió retornar a su territorio y reabrir ‘La Concordia’. Aunque saben que el pueblo no será como antes, Gerber y su familia junto a Adolfo y Uriel dos firmantes del Acuerdo de Paz buscan alternativas para vivir en armonía.  La reactivación del turismo es su meta y lo harán a través del avistamiento de aves y la gastronomía tradicional. Para ello, la agencia Nacional de Tierras adjudicó a 30 familias; 19 hectáreas de tierra.