Crímenes contra periodistas: buscar la verdad no debe costar la vida

Albert Camus, premio Nobel de Literatura en 1957, novelista, autor de La Peste y El extranjero, decía que el oficio más bello del mundo es el de periodista y, como él, muchos grandes escritores como Gabriel García Márquez ejercieron el periodismo. A lo dicho por Camus, podríamos agregar que es también uno de los oficios más peligrosos.

En efecto, el periodismo, llamado el cuarto poder, nació como un instrumento de denuncia y de lucha contra la arbitrariedad del poder político, contra el rey de “derecho divino”, y contra el autoritarismo. Empezó con libelos, pancartas en las calles y, luego, hojas de periódico y revistas que intentaban develar las mentiras de los gobiernos de turno.

Podríamos recordar el famoso “Yo acuso”, en el periódico La aurora, donde el gran escritor Emilio Zola hizo una aguda defensa de un oficial francés de apellido Dreyfus, judío acusado falsamente de colaborar con el enemigo alemán a finales del siglo XIX. Y, aunque Dreyfus logró la absolución, Zola se tuvo que exilar.

También fue notorio el caso Watergate, en que la investigación de dos periodistas (Bob Woodward y Carl Bernstein) del Washington Post develó un grave caso de espionaje al Partido Demócrata; el caso tuvo como desenlace la renuncia del presidente norteamericano Richard Nixon.

Hoy, el periodismo continúa siendo tribuna de la crítica, pero debe enfrentarse a grandes empresas que son dueñas de los medios de comunicación, muchos de los cuales son obsecuentes con los intereses de poderes económicos. Así mismo, la revolución tecnológica ha abierto las puertas a otros tipos de medios, las redes, con su multiplicidad de ofertas para los ciudadanos, quienes incluso se pueden llamar periodistas, convirtiendo la información en una serie de puntos de vista diversos y controversiales.

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En este panorama todavía persisten, con rigor y ética, periodistas que van en busca de la verdad, que se esfuerzan por descubrir y desentrañar actos ilegales, corrupción y engaños de toda clase, tanto de particulares como de agentes del Estado. Y estos son los que ponen su vida en riesgo. En efecto, si bien muchos reporteros de guerra hasta hace pocas décadas resultaban abatidos en medio de combates bélicos, hoy es mayor el número de periodistas asesinados por denunciar hechos de corrupción.

En este panorama, se presentan casos en todos los continentes, pero es en América Latina donde son más numerosos; actualmente México, Brasil, Colombia y Honduras llevan la delantera en muertes de periodistas. Y se observa que las víctimas en su mayoría no se desempeñan en las grandes ciudades, sino en poblaciones de los departamentos.

En el caso de Colombia, se recuerdan tenebrosos episodios que han buscado acallar al periodismo. Entre muchos otros: la bomba a la revista Alternativa en 1974, el acoso a los periodistas de parte del DAS; el asesinato del director de El Espectador Guillermo Cano, en 1986. En 2002, el homicidio de Orlando Sierra, del periódico La Patria de Manizales, único caso en que fueron condenados los autores materiales e intelectuales.

Se recuerda también el proceso por injuria de parte de la familia Araújo de Valledupar a Alfredo Molano, finalmente absuelto; el asesinato en 1990 de Silvia Dussán y el asesinato de Jaime Garzón en 1999; así como los graves hechos que vivió Jineth Bedoya, secuestrada y violada por paramilitares.

Sobre este último caso, la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró culpable al Estado colombiano. Y, como en otros casos de vulneración de los derechos, los periodistas que hacen investigaciones y denuncias, especialmente en las regiones, sobre casos de corrupción y complicidad de políticos y empresarios o miembros de grupos armados ilegales, carecen en general de protección. Algunos cuentan con el apoyo de la Unidad Nacional de Protección, pero aun así pueden ser amenazados o asesinados. La Unesco tiene un plan sobre la seguridad de los periodistas, pero aún la impunidad es del 90%.

Hoy, Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas, acompañamos y resaltamos la vocación y valentía de quienes con sus investigaciones arriesgan su vida para contar la verdad.