El 90 por ciento del bosque seco tropical de la isla de Providencia se vio afectado luego del paso del huracán Iota, en especial el de la zona norte, donde está asentada la mayoría de la población. Así lo revelaron imágenes satelitales del Instituto Humboldt, que investiga cuáles fueron las áreas de cobertura terrestre más impactadas, para iniciar una ruta de restauración de los servicios ecosistémicos en una expedición que comienza hoy.
Providencia y Santa Catalina albergan más de 1.000 especies de fauna y flora en sus ecosistemas terrestres y marinos. Solo Providencia tiene una extensión de 1.700 hectáreas. Y luego del huracán de categoría cinco, el primero de esa magnitud en Colombia, no solo hubo daños en la infraestructura de la isla, sino también en los ecosistemas y la biodiversidad.
Los fuertes vientos de hasta 230 kilómetros por hora ocasionaron la mortalidad en la vegetación por el desprendimiento y la pérdida del follaje, cambios en la dinámica de los manglares y una posible salinización de los suelos, informó el Humboldt, que usó sensores remotos e imágenes satelitales de entre 1986 y 2020 para analizar el antes y el después de los ecosistemas.
“Esta información nos permitió ver qué tan verde quedó la vegetación y así estimar las áreas que estuvieron más afectadas. Por ejemplo, evidenciamos que la isla vio afectado un 90 por ciento de su bosque seco tropical, en especial en las zonas ubicadas hacia el norte, justo donde está asentada la mayoría de la población”, afirmó Jose Manuel Ochoa, coordinador del programa de evaluación y monitoreo de la biodiversidad del Instituto Humboldt.
El análisis también permitió identificar las áreas que pueden servir de fuente para restablecer las afectadas. Todo esto será la hoja de ruta para el proceso de recuperación ambiental de la isla, que no solo es esencial para los ecosistemas sino también para la población humana que vive de ellos.
“Esta información nos permitirá priorizar cuáles son las áreas que en términos de la provisión de servicios ambientales más importantes para dar marcha a la estrategia de recuperación y restauración, la cual iniciará este fin de semana con la expedición de varios expertos del Sistema Nacional Ambiental”, dijo Hernando García, director del Instituto Humboldt.
Efectos de los daños ambientales
Los manglares ayudaron a reducir el impacto de Iota sobre las viviendas de la isla, por lo que su recuperación será prioridad. Pero, además, hay otros impactos que están evaluando. Como la pérdida de vegetación que afecta la regulación hídrica, ya que podría ocasionar una disminución en la retención de la humedad y dar lugar a picos más extremos en los caudales de los ríos y quebradas.
“La disminución de la regulación hídrica puede dar lugar a periodos de sequía más intensos, en los que la provisión de agua se puede ver limitada para aquellos que utilizan el recurso hídrico de los ríos y quebradas para su consumo o actividades agropecuarias”, dijo Ochoa.
Otras consecuencias que se pueden percibir son la erosión acelerada por la pérdida de cobertura vegetal, causada por el oleaje fuerte y que deja expuestos los suelos y afecta su estructura. Y los servicios ecosistémicos de regulación del clima pueden alterarse por la absorción de energía. “Este efecto podría aumentar la temperatura de la superficie, dado que los suelos, por ser de origen volcánico, pueden tornarse de tonalidades oscuras y con una alta capacidad de retención de energía”, explicó el experto.
Alteración en la polinización y control de plagas, degradación de paisajes y disminución de las condiciones de salubridad también se prevén como daños. El Instituto también explica que otro cambio se vería en el almacenamiento de carbono debido a la pérdida de vegetación en el proceso de fijación del carbono de la atmósfera y la liberación de otros gases producidos por árboles en procesos de descomposición.
“La pérdida de vegetación también se evidencia por el hecho que la fisonomía del terreno se puede ver con una mayor claridad en la imagen posterior al huracán. Algunas vías y ríos como el Lazy Hill, que antes era prácticamente imperceptible para el sensor, se observa con absoluta claridad en la imagen posterior al paso del huracán”, indicó Ochoa.
El estudio también reveló que 22 y 23 especies de ecosistemas terrestres y marinos, respectivamente, están en alguna categoría de amenaza, según una revisión de los listados de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. “Antes de Iota, el cangrejo negro se encontraba afectado por la ampliación de las áreas artificiales, reducción de su hábitat y captura excesiva. El ideal ahora es contar su historia después del huracán”, manifestó Ochoa.