Antes de la colonización europea, innumerables generaciones de pueblos indígenas de Canadá dependieron del caribú como fuente de subsistencia y como parte integral de sus prácticas culturales.
Cazar y sacrificar a este animal en temperaturas gélidas era un rito de iniciación, y los miembros de las Primeras Naciones canadienses notaron antes que nadie su grave declive.
"Fundamentalmente somos gente de caribú", dijo a la AFP Valerie Courtois, directora de la Iniciativa de Liderazgo Indígena de Canadá.
"El caribú es lo que nos ha permitido sobrevivir y ser quienes somos", aseveró esta integrante de la nación innu.
Hoy en día, esta especie -conocida fuera de América del Norte como reno- está en peligro de extinción en gran parte de Canadá como resultado de la destrucción generalizada de su hábitat por la tala y la construcción de carreteras y de líneas de transmisión, entre otras acciones.
Cuando delegados de todo el mundo se reúnen esta semana en la COP15 de biodiversidad en Montreal para elaborar un nuevo acuerdo que proteja la naturaleza, un programa piloto llevado adelante por un pueblo indígena resulta emblemático del valor de la gestión de estas comunidades en la protección de ecosistemas que benefician a toda la humanidad.
La mermada población de caribúes de Klinse-Za, en la Columbia Británica, fue tan abundante en otro tiempo que se los describía como "insectos en el paisaje", pero para 2013 se había reducido a solo 38 individuos, según un estudio de marzo de 2022 publicado en Ecological Applications.
Ese año, las Primeras Naciones de West Moberly y Saulteau diseñaron un plan en el que primero sacrificaron lobos para reducir la depredación del caribú, y después construyeron espacios cercados para que las hembras dieran a luz y cuidaran sus crías.
Como resultado, el número de ejemplares de la manada se triplicó de 38 a 114.
Una vez sorteada la amenaza de extinción, las dos naciones firmaron un acuerdo en 2020 con los gobiernos de Columbia Británica y Canadá para proteger 7.900 kilómetros cuadrados de tierras para el caribú, con la esperanza de en un futuro revivir su caza tradicional.
"Cuando proteges al caribú, muchos animales rondan por aquí", dijo a la AFP Ronnie Drever, científico ambientalista de la ONG Nature United.
"La buena conservación del caribú también es una acción climática", agregó, porque los bosques vírgenes y las turberas en las que habitan son invaluables reductores de carbono.
- La ciencia se pone al día -
Los pueblos indígenas viven o usan una cuarta parte de la tierra del planeta, pero salvaguardan el 80% de la biodiversidad actual con siglos de prácticas sostenibles que la ciencia moderna apenas comienza a comprender.
Un estudio publicado en octubre en Current Biology analizó los bosques tropicales de Asia, África y América y descubrió que aquellos ubicados en tierras indígenas protegidas eran los "más saludables, más dinámicos, más diversos y más resilientes ecológicamente".
Otro estudio de 2019 en Environmental Science & Policy analizó más de 15.000 áreas de Canadá, Brasil y Australia.
Halló que el número total de aves, mamíferos, anfibios y reptiles era mayor en tierras gestionadas o cogestionadas por comunidades indígenas.
Las áreas protegidas como parques y reservas naturales tenían los segundos niveles más altos de biodiversidad, seguidas por áreas que no estaban protegidas.
"Esto sugiere que son las prácticas de gestión de la tierra de muchas comunidades indígenas las que mantienen alto el número de especies", dijo el autor principal del estudio, Richard Schuster, en un comunicado.
- Asociación crucial -
Jennifer Tauli Corpuz, del pueblo originario kankanaey igorot de Filipinas, abogada y experta en biodiversidad del Foro Indígena Internacional sobre Biodiversidad, enfatizó que los esfuerzos de colaboración eran cruciales.
"La conservación no tiene una buena historia con los pueblos indígenas, se ha traducido en desplazamiento", dijo a la AFP.
La demarcación de parques nacionales con los criterios euroamericanos de preservar lo que en el pasado fue una prístina "tierra salvaje" generalmente impidió a los pueblos indígenas ejercer sus usos tradicionales de la tierra y desplazó forzosamente a muchos de ellos de sus hogares ancestrales.
Por el contrario, sostiene Tauli Corpuz, los derechos de los grupos indígenas deben integrarse plenamente en el nuevo acuerdo mundial sobre biodiversidad, incluyendo un compromiso fundamental para proteger el 30% de la tierra y el agua para 2030.
Los grupos indígenas abogan por una mayor autonomía para ejercer el liderazgo como administradores de áreas protegidas, argumentando que su exitoso historial en esta gestión demuestra que pueden realizar actividades económicas de manera sostenible.
"La actual crisis de biodiversidad a menudo se representa como una lucha para mantener hábitats intactos", señaló un estudio publicado el año pasado en Proceedings of the National Academy of Sciences, que halló no obstante que las áreas que nunca han tenido presencia humana eran casi tan raras hace 12.000 años como lo son hoy.
"Las pérdidas de biodiversidad actuales no son causadas por la transformación humana o la degradación de ecosistemas vírgenes, sino por la apropiación, colonización e intensificación del uso de tierras deshabitadas y utilizadas por sociedades anteriores", concluyó.