Más del 80% de las aguas residuales, desechos de la actividad humana, se vierten a los ríos y terminan en el mar sin ningún tipo de tratamiento. Más de 2 millones de personas mueren cada año por enfermedades diarreicas derivadas de la falta de higiene y en especial del agua insalubre, afectando en su mayoría a niños y niñas en todo el mundo.
Dos cifras que nos entrega Naciones Unidas para sustentar el punto 6 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Agua limpia y saneamiento básico) y que encajan perfectamente para conmemorar el Día Internacional de la Acción por los Ríos, una efeméride creada en el año 1997 para concientizar a la humanidad sobre la problemática que genera la construcción de represas en la vida de los ríos.
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La hidrografía colombiana es una de las más ricas del mundo y aunque los gobiernos han venido avanzando de manera importante en su conservación, son muchas las acciones que faltan por adelantar. Desde las emisoras de paz de Puerto Leguízamo (Putumayo), Bojayá (Chocó) y Algeciras (Huila), indagamos sobre tres importantes y caudalosos afluentes que bañan los territorios: El Putumayo, el Atrato y el Magdalena, ríos que necesitan el compromiso de todos.
Río Putumayo
“El rio de las Garzas”, así es conocido el Río Putumayo, ubicado al sur del territorio colombiano, en las alturas del Nudo de Pasto, que desemboca en territorio brasileño, en Puerto San Antonio.
Tiene una longitud aproximada de 1.560 km. Su ancho promedio es de 700 metros, alcanzando hasta los 1.200 en territorio brasileño. Este río es la principal vía de comunicación de la región amazónica, pero además la fuente de sustento, según datos aportados por la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia.
Pero como todos los ríos del país, el Putumayo está amenazado por la contaminación. Para citar un ejemplo, el municipio de Leguízamo tiene hoy 39 puntos de vertimiento de aguas residuales, 12 de éstos en el Rio Putumayo. “Se trata de una constante que afecta al afluente desde el nacimiento hasta la desembocadura”, como lo indicó Leidy Gasca Torres, jefe de Acueducto y Alcantarillado de la Empresa De Servicios Públicos Domiciliarios, Empuleg. E.S.P.
En desarrollo de la Mesa Departamental de Control Ambiental desarrollada recientemente, se han evidenciado algunos delitos ambientales que atentan contra el medio ambiente, en especial contra el río. En la actualidad, en el municipio de Leguízamo, cuatro especies, muy relacionadas con el afluente, están en vía de extinción: boa constrictor, nutria gigante, mono araña y el delfín rosado o bufeo.
Para mitigar estas afectaciones, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica de Ecuador, el Ministerio del Ambiente de Perú, y la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de Amazonas en Brasil, iniciaron el proyecto denominado Manejo Integrado de la Cuenca del Río Putumayo, ICA, que tiene una proyección de ejecución de cinco años y que busca promover la gestión integrada de los recursos de agua dulce en la cuenca del afluente y la conservación de las especies nativas de las regiones.
El río Atrato
El río Atrato es el tercero más navegable del país, después del Magdalena y el Cauca. Nace en los farallones de Citará, Cerro del Plateado, en el municipio del Carmen de Atrato, en Chocó y desemboca en el golfo de Urabá. A lo largo de su recorrido recibe el agua de cerca de 150 ríos y 3.000 quebradas. El Atrato está considerado por el Fondo Mundial de Vida Silvestre como uno de los bancos genéticos más ricos del mundo.
Para Faulkner Álvarez, secretario de Agricultura y Ambiente del municipio de Bojayá, “La importancia de este río radica en el gran potencial de pesca, pero además en el servicio que presta a la comunidad, convirtiéndose en el medio para sacar la producción de 1.200 hectáreas de plátano, 200 de borojó y 45 de cúrcuma, entre otros productos que mueven la economía de la región. El Atrato es uno de los pocos ríos que es totalmente navegable durante todo el año para embarcaciones hasta de 200 toneladas”, indicó.
José Luis Dogiramá, líder indígena de la región, asegura que “El río es nuestra vida y por eso lo cuidamos, sin él no podemos vivir… su agua es la leche materna de la madre tierra y por eso no lo envenénanos, todos lo debemos cuidar”, señaló.
A pesar de que en 2016 la Corte Constitucional de Colombia reconoció al río Atrato, su cuenca y afluentes, como una entidad sujeta de derechos a la protección, conservación, mantenimiento y restauración a cargo del Estado y las comunidades étnicas, aún persisten problemas que lo afectan como la minería con el uso de mercurio y la descarga de aguas contaminadas de los municipios localizados en sus riberas.
El río Magdalena
También conocido como “El río de la patria”, se extiende a lo largo del país en 1.540 kilómetros de historias y beneficios para las poblaciones que nacieron en su ribera.
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El río Magdalena es uno de los que recibe una mayor carga contaminante en el país. Según datos de Cormagdalena, de los 130 municipios grandes localizados en su recorrido, solo 48 cuentan con Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, PTAR.
La mayor contaminación llega al Magdalena cuando el río Bogotá, uno de los más contaminados del mundo, se une a su cauce. Revelan los estudios de Cormagdalena que la otra carga representativa la recibe a su paso por los departamentos de Sucre, Santander, Magdalena y Boyacá, departamentos donde no existe ni una planta para tratar las aguas servidas o contaminadas.
En su paso por el Huila, departamento donde nace, el Magdalena recibe las aguas contaminadas de 9 municipios, entre esos Neiva, la capital, que le arroja 1.370 litros de aguas residuales por segundo. Pero no todo es negativo. Se destaca que a la fecha 15 municipios del Huila ya cuentan con PTAR y uno más, Garzón, ya tiene contratada su construcción.
El Magdalena es fuente primordial de agua potable. Se utiliza para irrigación, generación de energía y abastecimiento industrial para más del 50% de la población del país.
Dos de los más grandes embalses para generación de energía del país están localizados en el río Magdalena en su paso por el Huila (Betania y El Quimbo), dos proyectos que, si bien están generando energía para el país y el exterior, afectaron desde lo ambiental y lo social a todos los pobladores del área de influencia.
En la actualidad Cormagdalena, desde el Centro de Investigación e Ingeniería, trabaja en procesos de conservación que permitan, además de cuidar el río desde lo ambiental, hacer del afluente una fuente de progreso, como lo indicó Álvaro Redondo Castillo, director (e) de Cormagdalena, entidad encargada de la protección del también llamado “Río de la patria”.