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Transformación en Pasto: 3 años de la jubilación laboral de los equinos en el transporte

Después de 3 años desde la reconversión laboral de los equinos, sus antiguos dueños relatan cómo ha sido este proceso a lo largo del tiempo.
Beatriz Fajardo

En Pasto, los recicladores han cambiado las actividades que solían realizar con sus caballos y ahora llevan a cabo procesos de recolección y reciclaje utilizando vehículos tipo Piaggio.

Durante la historia del transporte de carga en Pasto, la capital de Nariño en el suroeste del país, los caballos han sido compañeros fieles. Los equinos solían llevar a cabo jornadas de trabajo cargando verduras, escombros y otros materiales, hasta que gradualmente se convirtieron en parte del flujo vehicular en las calles de los mercados centrales como Potrerillo y los dos puentes. Esta situación generó descontento en la comunidad debido a la ocupación del espacio público y los presuntos casos de maltrato animal.

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En un primer momento, la Dirección de Espacio Público de la Alcaldía de Pasto, bajo la dirección de Nelson Leyton en ese entonces, inició un proyecto de reconversión laboral que incluía la jubilación de los caballos. "El proceso involucró a 400 familias y tuvo como objetivo permitir que los recicladores de tracción animal cambien a los equinos por un Piaggio, evitando así el maltrato animal", declaró Leyton.

Se estableció un convenio con la Universidad de Nariño, a través de su facultad de veterinaria, para implementar un proceso integral que buscaba garantizar la salud, rehabilitación y posterior adopción de los animales.


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María Rosario Díaz Tulcán, una recicladora residente del barrio San Albano de la comuna 10 de Pasto, cuenta cómo era su relación con su caballo, al cual habían puesto el nombre de "Mona" desde que llegó a sus vidas. Según ella: "Le decíamos Mona y ella nos entendía, la tratábamos como si fuera un ser humano... cuando llegaba a casa, le dábamos agua, le picábamos zanahorias y era muy inteligente. Si no nos encontraba, se quedaba esperándonos parada en la puerta para que le sacáramos la comida. Rascaba en la entrada de la casa para llamar nuestra atención y luego se iba a descansar a los potreros".

Durante 10 años, Mona acompañó a María del Rosario en su trabajo en el mercado, transportando verduras a los barrios y participando en el proceso de reciclaje. Sin embargo, con el tiempo, se implementó el proyecto de reconversión laboral y doña María cuenta cómo un día les informaron que debían entregar los caballos. Con lágrimas, tuvieron que aceptar esta medida. "Nos dijeron que ya no los íbamos a ver más... mi esposo la abrazó y lloramos mucho... y ahora la extrañamos mucho, la recordamos constantemente y cuando vemos otra yegua pensamos que es Mona".

Hasta la fecha, los recicladores no han podido ver ni tener contacto con los equinos. Algunos de los caballos fueron dados en adopción a fincas donde pasarán el resto de sus días sin tener que cargar grandes cargas sobre sus lomos.

Aunque actualmente los recicladores realizan su labor con la ayuda de motocargueros o Piaggios, ellos expresan que extrañan la compañía de los animales, el poder hablar con ellos y sentirse acompañados. Además, los nuevos vehículos no permiten transportar grandes volúmenes debido a su tamaño.

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