En su gira de emergencia por Oriente Medio, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, cree que es posible “construir sobre la tregua” entre Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), siempre y cuando sea aprovechada para “abordar un conjunto más amplio de problemas y desafíos subyacentes”.
Se excluye a la dirigencia de Hamás porque Washington la considera una organización terrorista. Blinken “trabajará para asegurar que Hamás no se beneficie” de la ayuda humanitaria y para la reconstrucción de la Franja de Gaza.
Hamás controla política y militarmente la Franja de Gaza desde 2006, cuando ganó unas elecciones cuyos resultados fueron desconocidos por la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Hamás y la ANP mantienen posiciones divergentes frente a Israel y sus aliados.
La agenda
La agenda fue proyectada en Israel, con el primer ministro Benjamins Netanyahu y los ministros de Defensa (Benny Gantz) y de Relaciones Exteriores (Gaby Ashkenazi); y en Ramala (Cisjordania), con Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina y el primer ministro Mohamed Shtayyeh.
Además, se incluyeron consultas en El Cairo, con el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, y con el ministro de Relaciones Exteriores Sameh Choukri; y en Aman, con el rey Abdalá II y el jefe de la diplomacia Aymane Safadi. Los países han mediado para al cese el fuego.
“Problemas y desafíos subyacentes”
Blinken no entró en detalles sobre lo que considera “problemas y desafíos subyacentes”. ¿A cuáles se refería? Muy probablemente, a los siguientes:
1. Jerusalén y otros territorios ocupados por Israel
La Franja de Gaza y Cisjordania (donde está Jerusalén) son territorios ocupados por Israel en 1967, durante la llamada ‘Guerra de los seis días’.
En 1980, Israel declaró la anexión de Jerusalén, la cual ha sido calificada en las Naciones Unidas como nula y violatoria del Derecho Internacional. En 2005, Israel se retiró formalmente de Gaza, pero mantiene control aéreo y marítimo y en los pasos fronterizos.
Hace dos semanas, cuando se activó la nueva escalada militar, Amnistía Internacional recordaba que los territorios ocupados se rigen por el Derecho Internacional Humanitario, lo que implica la prohibición de desalojos e imposición de leyes por parte del ocupante, así como el respeto a la libertad de expresión, religión y reunión y la máxima garantía de que la población civil no sufrirá ningún daño colateral. “Nada de esto se ha respetado en el último mes de tensiones, pero tampoco en los últimos años”.
Desde 1982, existe una Administración Civil israelí para atender a los colonos israelíes y a la población palestina. Desde 1995, inspirados en los acuerdos de Oslo, se sentaron las bases para la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con el encargo de administrar tanto la Franja de Gaza, como Cisjordania, dos territorios separados geográficamente.
Sobre Cisjordania es importante subrayar que fue dividida en tres áreas: A (bajo control civil y policial de la ANP); B (bajo control civil de la ANP y control militar conjunto con Israel; y C (control militar exclusivo de Israel y control civil, casi total por Israel).
El presidente Joe Biden debe lidiar con el reconocimiento de Jerusalén como la capital del Estado de Israel, decisión polémica que adoptó Donald Trump en 2017, apartándose del espíritu de la participación de 1948, a partir de la creación de dos estados (Israel y Palestina) de la declaración de Jerusalén como un territorio con estatus internacional especial.
Radio Nacional de Colombia entrevistó a Ignacio Rullanski, coordinador del Departamento de Medio Oriente en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina).
2. La metropolización de la ciudad de Jerusalén
Desde la ocupación de Jerusalén Este en 1967, se inició un proceso de metropolización que acarrea:
• El asentamiento de población judía, especialmente ultra ortodoxa, en aldeas palestinas sobre valles y colinas circundantes a la Ciudad Vieja, donde están la Explanada de las Mezquitas, el Santo Sepulcro y el Muro de los Lamentos.
• Compras de viviendas palestinas con apoyo del movimiento de colonos en barrios árabes y palestinos de Jerusalén.
• Demoliciones de viviendas palestinas, en barrios donde no ha habido ninguna planificación y, por tanto, han sido edificadas sin permisos oficiales. La municipalidad no las ha formalizado – dice Rullansky — por una decisión estratégica: cuando no hay planos formales es más fácil correr los límites, en caso de disputas jurídicas.
3. El estatus de los palestinos en Jerusalén Este
En Jerusalén Este, la mayor parte de los palestinos son residentes permanentes del Estado, pero no ciudadanos, como sí lo son los árabes que viven dentro de la llamada ‘Línea Verde’, establecida en 1949, mediante el Armisticio que puso fin a la guerra de quince meses, luego de la proclamación del estado israelí en 1948.
La población árabe israelí que es ciudadana plena del Estado, goza de los mismos derechos que los judíos israelíes y otros grupos, pero no los palestinos de Jerusalén. Algunos palestinos han solicitado la ciudadanía y el Estado israelí se las ha otorgado, pero no es la norma.
4. La “judaización” de los territorios palestinos
Rullansky, como otros académicos, denominan “judaización” al impacto de la aplicación progresiva de leyes y actos administrativos.
La ‘Ley de Propiedad de los Ausentes’ permite a Israel apoderarse de las propiedades de los palestinos que huyeron de sus casas o las abandonaron durante el conflicto de 1948, y la ‘Ley de Asuntos Legales y Administrativos’ permite a los judíos reclamar una propiedad sobre la cual puedan demostrar un título anterior a 1948.
Otro mecanismo es el llamado traslado silencioso. Desde 1995, el Ministerio de Interior del Estado de Israel revoca los permisos de residencia a los palestinos de Jerusalén si cambian de domicilio o se radican en el extranjero. Si una persona no reside en la ciudad durante un tiempo determinado, el Estado de Israel asume que ha renunciado al permiso de residencia en la ciudad.
Se suman las excavaciones arqueológicas en Parques Nacionales, generalmente financiadas por movimientos de colonos, con el propósito de crear una narrativa histórica favorable a la población judía.
Según Rullansky, la conjugación de esas normas y actos administrativos se explican por décadas de exclusión y de institucionalización que han dificultado el acceso de las minorías etno nacionales a servicios públicos o al mercado de trabajo, incluidos los árabes israelíes que son reconocidos como ciudadanos.
En 2018, la Ley del Estado-Nación cambió el estatus del idioma árabe: pasó de idioma oficial a idioma “reconocido”.
Un factor de carácter político ha sido la “derechización” del Gobierno y del Parlamento durante los doce años de Benjamín Netanyahu como Primer Ministro. El gobernante alentó a grupos extremistas de judíos ultra ortodoxos, racistas, xenofóbicos, homofóbicos e instigadores de violencia contra los árabes. Una conducta que no es representativa del conjunto de la sociedad israelí o de los judíos israelíes, advierte Rullansky.
5. La división del liderazgo palestino
Blinken ha sido explícito en reconocer como interlocutor formal a Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con sede en Ramala (Cisjordania). El tema es que desde 2006, las tensiones entre la ANP y Hamás están a la orden del día.
En 2006, en las elecciones del Consejo Legislativo Palestino – órgano que designa a la ANP y al Primer Ministro – Hamás arrasó con el dominio político de Fatah, el partido de Abbas, heredero del liderazgo de Jasser Arafat y de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Fatah tendría que haber dado un paso al costado, pero no lo hizo; se mantuvo de facto en la Presidencia de la ANP y se enfrentó militarmente con Hamas. La mediación de la comunidad internacional promovió un acuerdo para conformar un gobierno de unidad, que no prosperó. Hamás se quedó con la Franja de Gaza y Fatah con Cisjordania.
Por fin en 2020, quince años después, acordaron celebrar elecciones este año, pero en abril pasado fueron aplazadas “indefinidamente” por la ANP con el pretexto de que no hay condiciones para los votantes palestinos residentes en Jerusalén, debido a las restricciones impuestas por Israel.
Rullansky comparte con otros analistas que Fatah presiente una nueva derrota en las elecciones, no solo porque en los últimos años ha bajado la popularidad de Abbas, sino también porque varias facciones del partido se han escindido, esperando más carácter de Abbas en las relaciones con Israel y sus aliados.
Hamás aprovecha las rivalidades internas de Fatah que han socavado el liderazgo de la ANP y de Abbas y juzga que frente a la población palestina tiene pocos resultados que mostrar, pese a logros y reconocimientos en el escenario internacional.
A diferencia de Fatah y de Abbas, Hamás no reconoce la existencia del Estado de Israel. En el pasado reciente, cuando Trump retomada las riendas del liderazgo de Estados Unidos al lado de Israel y sus aliados, matizó su postura y se mostró dispuesto a una negociación concluyente sobre el Estado Palestino, con reconocimiento del israelí.
Internamente, Hamás busca mostrarse como el único defensor de los palestinos frente a Israel y sus aliados, “frente a la inacción, la tibieza y la corrupción” de Fatah, y frente a países como Emiratos Árabes que respaldaron iniciativas de Donald Trump.
«Hamás ha encontrado la oportunidad de confrontar posturas dentro del mundo árabe e islámico para decir: “si el resto de los países claudica y se olvida de los palestinos, nosotros no lo vamos a hacer y seguiremos tomando las armas”».
Hacia donde se inclinará la balanza entre la población palestina de Gaza y Cisjordania es, con seguridad, uno de los temas y desafíos subyacentes a la crisis crónica entre Israel y Palestina.