Borys Shyfrin tuvo que huir de su país cuando era un niño ante la amenaza de los nazis. Ocho décadas después, este ucraniano de confesión judía se ha refugiado en Alemania tras escapar de una de las batallas más devastadoras de la guerra en Ucrania.
"Solo me queda esto", lamenta este anciano de 81 años mientras señala en el interior de su armario unas pocas camisas que le dieron voluntarios de una asociación humanitaria.
Desde julio, vive en una residencia de ancianos en Fráncfort, en el oeste de Alemania, tras haber huido de Mariúpol, tomada por el ejército ruso en primavera.
Shyfrin es uno de los judíos ucranianos que sobrevivieron al genocidio perpetrado por el régimen hitleriano durante la Segunda Guerra Mundial.
Aunque "no le apetecía" irse de Mariúpol, donde tenía "una vida feliz", no le quedó otro remedio a este hombre jubilado ante el asedio contra su localidad, en el sur de Ucrania, que acabó en manos de las fuerzas rusas en mayo.
"No había gas ni electricidad, ni siquiera agua", cuenta Shyfrin a la AFP, apoyado en su bastón.
Odisea
En su ciudad, asediada durante meses por el ejército ruso, los cadáveres se acumulaban por las calles.
"Había tantos que nadie los recogía. La gente llegó a acostumbrarse y nadie le prestaba atención", recuerda.
Este ingeniero que trabajó para una radio militar es viudo y perdió desde hace años el contacto con su único hijo.
Cuando empezaron los bombardeos, se escondió en un sótano con sus vecinos.
Un rabino y voluntarios lo ayudaron a escapar de Mariúpol, y luego una odisea por tierra lo llevó por el sur de Ucrania, Rusia y Bielorrusia en tren y automóvil hasta Varsovia, Polonia.
Su viaje a Alemania fue organizado por Claims Conference, una organización que representa a las víctimas judías del nazismo en los procesos de indemnización y les asiste con programas sociales.
La invasión rusa fue "una gran sorpresa" para Shyfrin, quien no logra digerir el torbellino de eventos que lo llevaron de manera inesperada a Alemania.
"Antes me gustaba mucho (el presidente ruso, Vladimir) Putin", admite el anciano, cuya lengua materna es el ruso y que hizo servicio militar en la Unión Soviética.
"Ahora no sé si Putin tiene razón al entrar en guerra con Ucrania o no, pero sí sé que por culpa de esta guerra me quedé sin casa", agrega.
Doble desarraigo
Nacido en 1941 en la ciudad de Gomel, Bielorrusia, a los tres años su familia huyó a Tayikistán para escapar de las fuerzas de la Alemania nazi que ocupaban la región.
Miles de judíos de Gomel murieron tras ser enviados a guetos. En total unos 800.000 judíos fueron asesinados en Bielorrusia durante el Holocausto.
En la vecina Ucrania, la otrora gran comunidad judía fue casi enteramente eliminada.
Después de la guerra, la familia de Shyfrin volvió a Bielorrusia, donde él estudió antes de trasladarse a Ucrania, que entonces formaba parte de la Unión Soviética, a mediados de la década de 1970.
El jubilado se muestra filosófico: "es la vida", comenta sobre su nuevo exilio.
Pero admite sentirse muy solo en Alemania: "yo no hablo la lengua, no entiendo nada, solo me atiende mi asistente y ni siquiera puedo acceder a mi cuenta bancaria", indica.
La asistente, una joven bielorrusa, le lleva libros en ruso. "Prefiere los cuentos de Pushkin", dice ella con simpatía.
Claims Conference le proporciona ayuda económica.
La organización ha evacuado a más de 90 supervivientes ucranianos del Holocausto a Alemania desde que comenzó el conflicto.
Huyen a un país que "los persiguió en el pasado e hizo todo lo posible por matarlos", observa Rüdiger Mahlo, representante de la organización en Alemania, al reconocer que revivir el desarraigo en los últimos años de su vida puede ser "traumático".