La tragedia de Petrópolis, la localidad turística cerca de Rio de Janeiro donde al menos 104 personas murieron por lluvias torrenciales, pone de nuevo en evidencia los riesgos de la urbanización salvaje, con viviendas precarias en los cerros.
La zona más afectada fue el barrio Alto da Serra, ubicado en lo alto de un cerro, no lejos del centro histórico de la ciudad que fue residencia de verano del emperador Pedro II de Brasil en el siglo XIX.
Es un barrio densamente poblado, con casas modestas pegadas unas a otras, a lo largo de calles muy estrechas y empinadas.
Todas esas casas fueron alzadas en la ladera, la mayoría sin permisos de construcción. A unas 80 se las tragó la tierra el martes.
La avalancha de lodo que destrozó gran parte del barrio sorprendió a Michel Mendonça, un mecánico de 35 años que desconocía vivir en una zona de riesgo.
"Fui yo que construí la casa hace diez años, nunca imaginamos que esto pudiera pasar, como pasó. Sabemos que hay un desnivel allá arriba, pero no se tiene la dimensión de ese riesgo", confiesa ante la AFP, mientras barre la espesa capa de barro frente a su casa, que ha quedado más o menos intacta.
"Tengo un taller allá abajo, hay 40 cm de agua, pero no es nada comparado con toda la gente que perdió a sus seres queridos", asegura.
Según él, desde que llegó a vivir al barrio las autoridades nunca alertaron a los habitantes del menor riesgo.
"Los pobres son relegados, siempre son los últimos en enterarse, y apenas cuando las cosas suceden. Yo creo que en este tema de los cerros, de las favelas, ciertamente la culpa la tienen las autoridades. Sí, la tragedia es un fenómeno natural, pero las autoridades ciertamente tienen la culpa", denuncia.
"Yo dormía tranquila"
Regina dos Santos Alvalá, directora adjunta del Centro de Monitoreo de Desastres Naturales (Cemaden), opina que "a pesar de algunos avances en los últimos años", Brasil aún tiene mucho por hacer para reducir los riesgos asociados a los desastres naturales.
"Brasil ha avanzado en los últimos años en términos de monitoreo, emisión de alertas, pero necesitamos avanzar en otros aspectos, adoptar acciones que contribuyan a minimizar la vulnerabilidad de las personas y políticas de vivienda, de manutención de la vegetación nativa", que sirve de barrera a los deslizamientos de tierra", explicó.
"No podemos evitar la lluvia, pero mitigar los impactos es posible y crucial", agregó.
El Cemaden calcula que en Brasil 9,5 millones de personas viven en áreas de riesgo por deslizamiento o inundación, muchas de ellas en favelas, sin estructuras de saneamiento básico.
"Esta casa la compré en 1996, nunca pensé que pudiera pasar algo así, aparentemente aquí era tranquilo. No la consideraba una casa en una zona de riesgo. Dormía tranquila, incluso con lluvia", explica Sheila Figueira, otra vecina de Alto da Serra.
La avalancha de lodo pasó a unos metros de su casa de dos pisos. Desde su balcón, ve a los bomberos desenterrar cuerpos.
"No sé si podré quedarme, pero me gusta este lugar, esta casa tiene un significado especial para mí, luché mucho (para comprarla)", lamenta esta vendedora de 59 años.
"Casas cada vez más arriba"
Algo similar siente Rafael de Matos, cuya casa de paredes amarillas, a pocos metros abajo de la de Sheila Figueira, también se salvó.
"Yo nací y crecí en esta casa que construyó mi padre en los años 70. En ese momento, era una de las casas más altas del barrio, pero hoy es una de las que están más abajo. En los últimos años ha habido muchas otras construcciones, cada vez más arriba (en el cerro)", explica este peluquero de 38 años, señalando la zona alta afectada por el deslave.
Para Estael Sias, meteoróloga de la agencia Metsul, los platos rotos de esta combinación de desastres climáticos y urbanismo sin control lo pagan los más pobres.
"Los que terminan viviendo en estas regiones de riesgo son los más vulnerables, los que están más expuestos a este tipo de situaciones. Y eso sin contar que estamos viviendo una crisis económica producto de la pandemia que lo empeoró todo, porque la cantidad de personas que salieron de áreas que no estaban en riesgo para instalarse en áreas de riesgo, sin duda aumentó", explicó.
"Además de todo este escenario puramente meteorológico y asociado a la orografía (relieve montañoso), el hecho de que esas áreas estén siendo ocupadas de forma ilegal muchas veces también acaba siendo otro factor de riesgo", agregó.