Desde niño, don Bernabé asegura que sintió interés por las embarcaciones.
Juan Miguel Narváez Eraso
Pese a los duros episodios de violencia registrados en el bajo Putumayo, en el municipio de Puerto Leguízamo predominan verdaderos artífices de la paz que a partir del transporte fluvial le apuestan a la reconciliación, a la integración familiar y al fortalecimiento del tejido social.
Se trata de don Bernabé Rentería, indígena de la comunidad Múrui, quien hace 20 años fue víctima del conflicto armado tras perder a uno de sus hijos en medio de la violencia, y que consagra sus días al majestuoso arte de la construcción de botes de madera.
Mientras recuerda aquellos dolorosos instantes sucedidos en el año 2002 en aguas del río Caquetá, trae a su mente aquellos momentos que de niño vivió junto a sus padres Dorotea Rentería y Neftalí Falla en el sur de la Amazonía colombiana, y los que asegura que desde tempranas horas del día le fascinaba sentarse a orillas del río Caquetá para chapotear el agua con pequeños trozos de madera que encontraba al píe de los árboles que en aquel entonces circundaban las riberas del afluente que limita con Puerto Leguízamo.
“Desde ese entonces, mis padres despertaron en mi esa noble pasión por la navegación y, por supuesto, ese inmenso amor que aún siento por las embarcaciones”, precisa don Bernabé.
Además, asegura que jamás olvidará los más de 80 botes que ha construido a lo largo de su vida, para que los pescadores y comerciantes tengan la oportunidad de obtener el sustento diario que necesitan para el bienestar de sus seres queridos.
Mientras observa el despejado y azulado firmamento, don Bernabé vuelve su mirada a las verdes aguas del río Caquetá y recuerda también las cuatro embarcaciones familiares de madera que ha construido. Por ese importante afluente que recorre gran parte del corregimiento de La Tagua en el municipio de Puerto Leguízamo, asegura que jamás olvidará que ha transportado innumerables toneladas de alimentos y enseres a bordo de las embarcaciones bautizadas como Tayrona I, II, III y IV, cada una de ellas habilitadas para transportar entre 6 y 25 toneladas de productos.
“Por ahora estoy al frente del Tayrona IV y a bordo de esta colorida y cómoda embarcación de madera en la que predominan los colores verde, rojo y blanco he llegado hasta La Angostura, El Chorrillo, Puerto Arango y Curillo, entre otros sectores donde he tenido la oportunidad de llevar maíz, plátano, chontaduro y trasteos”, expresó.
Dispendiosa labor
A la vez, don Bernabé manifestó que para resistir a los embates del tiempo y a la furia del agua, todas las embarcaciones las ha construido con madera de Canelo, Comino y Aguarás. “En la construcción de cada una de ellas me demoro hasta 20 días y la paciencia es la mejor herramienta para tener precisión al momento de ensamblar las pesadas piezas de madera”, afirmó.
Con aquella madera que resiste a las inclemencias del tiempo, transporta desde La Tagua, La Victoria y La Maná, entre otros lugares, ubicados a orillas del río Caquetá, productos agropecuarios y de uso familiar.
Para Bernabé, quien además ha sufrido los rigores del conflicto armado, la parte más difícil a la hora de montar las embarcaciones es el encaje de los pesados tablones de madera. Un barco como el Tayrona puede soportar hasta 6 toneladas de peso y está habilitado para llevar madera y maíz.
“Pese a los permanentes viajes fluviales que diariamente realiza entre un puerto y otro, no me aíslo de mi pueblo natal y para no perder los usos, tradiciones y costumbres. Me encanta conversar en mi lengua nativa. Hace 23 años me encontré en Florencia con un indígena que pobló ese departamento y me preocupó cuando me contó que la mayoría de jóvenes se estaba apartando de sus tradiciones, entre ellas la lengua”, dijo.
Preservando las tradiciones
Finalmente, don Bernabé, quien en Leguízamo es ampliamente conocido no solo por su don de gente, sino también por sus valiosas cualidades a la hora de transformar la madera en originales embarcaciones, se constituye en ícono de la reconciliación, el trabajo y la tradición ancestral que identifica al bajo Putumayo.