La sala de su casa está acondicionada con bocinas, radios antiguos y una gran estantería de discos de todo género, en especial la música tropical.
En la década de los años 60, Jorge Arturo Parra Lozano con un grupo de amigos tenían una gran afición por la música tropical, la salsa y todo aquello que les permitiera bailar. “Teníamos cuatro casas donde cada ocho días nos íbamos de fiesta, y no es como ahora que son aparatos pequeños; era con amplificador de tubos, los vinilos y cuadramos las bocinas, nos cargábamos todo eso para armar la rumba”. Jorge relata ese tiempo con alegría y algo de nostalgia, dice que era muy sano ese tiempo, aunque admite que era bastante parrandero.
Jorge aún continúa en aquella casa de rumbas de los años 60, que heredó de su padre, una vivienda de tres pisos, esquinera y que todo el mundo conoce en el barrio y hasta en la ciudad, ya que por las tardes pone a sonar su música a todo volumen. Cuando se le pregunta si es molesto para los vecinos, dice que no. Nunca me han hecho reproches. Mi sala es pequeña, pero no sé cómo cabe tanta gente acá. Esto se llena en las fiestas de amigos y vecinos. Es un hombre tranquilo, bastante risueño, ha sido muchos años edil del barrio y la comuna; se nota su dedicación en los temas comunitarios y sociales.
Su colección de vinilos asciende a más de 1500 discos, los cuales tiene clasificados por géneros y colecciones de sus cantantes favoritos. Los primeros discos que empezó a coleccionar fueron, Nelson y sus estrellas y Julio Iglesias. “A mí la música que más me gusta es la tropical, la salsa, lo que es Nelson, luego llegó Fruko, Gran Combo, Celia y tengo varios discos e historias de ellos”. Empezó a comprar desde los 15 años, sus primeros 50 discos fueron a los 20 años, nunca pensó en tener esta colección. Ahora le regalan discos y le traen aparatos antiguos para que él les haga mantenimiento, no estudio nada sobre sonido, pero tiene todo acondicionado en la sala de su casa para escuchar sus acetatos, casetes y hasta ver en video a sus artistas favoritos, ya que también tiene un televisor grande donde proyecta.
Tiene el viejo cartucho de ocho pistas, antecesor del casete, también el adaptador para poner los casetes en el cartucho y cada uno de los aparatos para escucharlos. Ama conservar todo lo que ya es poco usual ver en las casas. “Me traen discos para que los guarde y, como saben que yo colecciono, también me traen radios de tubos para hacerles mantenimiento”. Dice que solo hace limpieza, pero que no sabe de lo eléctrico. Sí, hace las adaptaciones y cableado para las bocinas, pero soldar o cambios electrónicos no.
Entre sus joyas de la corona, el disco que más aprecia es 'La Cantina' de Daniel Santos y Julio Jaramillo. “Ahora se habla mucho de discos de cantinas, esto es una joya; lo grabaron tomando trago hasta las cinco de la mañana” Mientras cuenta la historia, hace sonar el acetato y la aguja, hace ese ruido característico, un crepito. Suena el tema Triste Borracho. “Este disco tiene 15 temas que se grabaron en una cantina en Ecuador, algo inédito y poco conocido", comenta Jorge con cierto orgullo.
No solo tiene música, sino también tiene radionovelas. Entre sus reliquias está una hecha por el compositor Alberto Castilla, un vinilo que no tiene ni caja original y la conserva en una caja de papel y marcada "música Ibagué". Se siente orgulloso del tesoro musical que ha venido conservando por más de 50 años. Entre sus anécdotas está la vez que lo visitó un alemán para conocer su colección y fue la única ocasión en que vendió uno de sus vinilos. “Recuerdo que le dije, yo no vendo discos, yo colecciono. Me insistió y le dije: —Si me va a dar dos mil pesos por el disco, pues no. Me respondió: ese disco vale plata, me terminó dando 150 mil pesos”. El disco era de los The Beatles, 1967-1970, conocido como Blue Album, el cual es un recopilatorio de las canciones de la banda de rock inglesa que abarcan los años indicados en el título del disco.
Jorge Parra tiene 45 años de casado, con tres hijos y cinco nietos. Al parecer una de sus nietas continuará su legado de coleccionista dice Jorge. Se emociona al hablar de cómo su nieta seguirá con su afición por la colección de discos. “Tengo una nieta a la que sí le gusta todo lo que yo hago. A ella le gusta cacharrear, me dice abuelito: colóquese tal disco”. Aun a sus 68 años se le ve con mucha energía y ganas de servir. Ya está pensionado, pero continúa con sus pasatiempos y servicio a la comunidad como edil.
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Tiene otras dos aficiones, el ciclismo, el cual le otorgó ser juez de ciclismo por más de 35 años, y continúa. “Me gusta el ciclismo y también quise coleccionar caramañolas, uní mis dos pasiones”. Tiene algo más de 100 termos de agua de todo tipo y color. Su otra afición es la construcción de pesebres a escala, ha superado los 20 años en este oficio el cual le ha dado varios premios, tiene registro de sus creaciones que hace con cartón, papel y materiales reciclados.
Para él, todos estos pasatiempos son una manera de disfrutar más de la vida. Invita a bailar y no estar tan metidos en los celulares. “Las fiestas de antes uno sudaba como un caballo de tanto bailar, ahora se la pasan es viendo el celular y no bailan”. Con la vitalidad y alegría que aún conserva, se refiere sobre el equilibrio de las cosas para no entrar en depresión. “No todo tiene que ser trabajar, hay que sacarle el jugo a la vida. El que me conoce sabe cómo es, solo quedan historias por contar”.