Pasar al contenido principal
CERRAR

Wade Davis, el canadiense que puso sus ojos en el río Magdalena

En sus libros relata su fascinación por Colombia, el país que según él le permitió ser libre.
Wade Davis y el río Magdalena
Foto: Colprensa
Silvana Salas

Wade Davis es un etnógrafo, escritor, fotógrafo y cineasta, con títulos de la Universidad de Harvard, en antropología, biología y un Ph.D. en etnobotánica. Además, es explorador residente en la National Geographic Society.

Pasó más de tres años en el Amazonas y los Andes, como explorador de plantas viviendo entre quince grupos indígenas en ocho naciones latinoamericanas. También, ha recibido numerosos premios, ha escrito más de 20 libros, y sus investigaciones han sido objeto de más de 900 reportajes y entrevistas en los medios de Europa, América del Norte, del Sur, y el Lejano Oriente.

Su relación con Colombia comenzó cuando tenía 14 años de edad, luego de que su madre le dijera que el castellano era el idioma del futuro. Con el fin de lograr la formación de su hijo, la mujer trabajó fuertemente durante un año, consiguió fondos y lo envió a Cali, para que aprendiera el idioma.

“No tuve contacto con ninguno de los otros canadienses porque a todos les dio 'Mamitis'. Mientras que yo, al contrario, sentí que por fin encontraba mi hogar. Había algo en el espíritu del pueblo colombiano que es difícil de explicar, pero que se siente en todas partes, por eso en Colombia, encontré mi destino,” indica el antropólogo canadiense.

Así llegó a Colombia, y pudo darse cuenta que el territorio nacional tenía una gran riqueza natural, y que sin duda había que documentarla. Primero, lo hizo con el libro titulado: 'El Río: exploraciones y descubrimientos en la selva smazónica', inspirado en las vivencias del biólogo estadounidense Richard Evans Schultes. Allí narró el aprendizaje de las tradiciones indígenas del profesor americano, y los conocimientos sobre plantas del Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia, Venezuela, y particularmente Colombia.


Te puede interesar: 


“En ese libro Wade Davis, relata su fascinación por Colombia, los ojos de un botánico extranjero cuando se enfrenta a la megadiversidad colombiana. Sobre todo, a los conocimientos de los indígenas sobre las plantas medicinales. Me impactó mucho como narra la historia a través de lo que vivió con su profesor Evans Schultes, que fue un botánico muy reconocido en la Universidad de Harvard, y que tuvo el encargo de parte del gobierno estadounidense de venir a la selva amazónica, a buscar donde se encontraban las semillas del caucho y poderlas cultivar para tener ellos el poder. También, cuenta el conocimiento que tenían los indígenas de las plantas medicinales. Que desde la ciencia eso se empezara a valorar y tener esa gran estima, es algo muy importante, y él relata todo eso”, señaló Juanita Aldana, directora del departamento de Biología de la Universidad del Norte.

Sin embargo, en este relato, no terminaría la fascinación de este canadiense por Colombia, ya que tenía pendiente contarle al mundo sobre sus viajes por el principal río del país. Y lo logró con ‘Magdalena, historias de Colombia', una obra que descubre los paisajes, así como la gente que habita alrededor del afluente y que dependen de este.

“Carlos Vives, me dijo que la cumbia es la madre de la música, pero la madre de la cumbia es el río Magdalena. La música es Colombia, y el río también es esa música”, explicó Davis.

En una de sus presentaciones en el Malecón del Río, de la ciudad de Barranquilla, Davis relató que con el libro pudo darle vida al Magdalena, y además, que la paz no vale nada si es solamente una manera en que los lados del conflicto pueden unificarse para mantener una guerra contra la naturaleza. “Cada parque, bosque que tenemos, y que podamos proteger, son semillas de esperanza para los jóvenes que tienen que creer en una Colombia nueva con la promesa de paz”, puntualizó Davis.

Los relatos y experiencias de este antropólogo explorador invitan a no solo darle la cara al río, al que por muchos años se le dio la espalda, sino a cuidar el ecosistema, y a nuestras comunidades. Adicionalmente, a ser conscientes de la riqueza que tenemos, la cual ha sido admirada y reconocida por los ojos de un extranjero perdidamente enamorado de nuestro territorio.

Artículos Player

ETIQUETAS