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Amasijos de Tunja: una joya de la gastronomía boyacense

Boyacá, una tierra vasta y rica en tradiciones, alberga una gastronomía cautivadora que encanta a quienes tienen el placer de degustarla.
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Luis Cuellar.
Luis Cuellar

Tunja, a lo largo de la historia, ha sido un crisol de tradiciones no solo colombianas, sino también mundiales. Esta ciudad es testigo de una diversidad cultural y, por supuesto, culinaria notable.

Los amasijos son emblemáticos en esta región, son postres arraigados en la base de harina, azúcar, huevos y otros ingredientes locales. Desde almojábanas, pandeyucas, brevas, rosquillas hasta bocadillos, estos dulces representan la esencia gastronómica de la zona.

Yesis Bernal, cofundador de ‘Amasijos del Valle de Tenza’, uno de los establecimientos más icónicos de Tunja, comparte la esencia detrás de estas preparaciones, ampliamente apreciadas por los visitantes.

“Nuestro origen campesino nos conecta con estos productos desde la niñez (…) decidimos traer esa riqueza gastronómica a Tunja”, enfatiza Bernal, quien desde su emprendimiento busca preservar los conocimientos y tradiciones campesinas.

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Los amasijos, arraigados en la tradición regional, compiten en popularidad con la sopa dulce, un manjar reconfortante que combina el sabor del queso y el calor reconfortante en las gélidas calles de Tunja.

“¿Cómo se hace la sopa dulce? Es simple, se elabora con panela, harina de maíz blanco o amarillo y fermento de caña de azúcar, ingredientes típicos de nuestra región boyacense”, destaca Yesid, un enérgico exponente de la cultura y la cocina local.

Los amasijos, arraigados en la tradición local, compiten mano a mano con la sopa dulce, un plato enriquecido con queso que reconforta el alma en las gélidas jornadas de Tunja.

“¿Cómo se prepara la sopa dulce? Es simple, se elabora en torno a la panela y se incorpora harina de maíz blanco o amarillo junto con fermento de caña de azúcar, ingredientes emblemáticos de nuestra región boyacense”, destaca Yesid, un enérgico defensor de la cultura y la cocina local.

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Según los expertos de la región, la sopa dulce no solo ha sido un manjar delicioso, sino también un alimento espiritual que reúne a las personas en su entorno.

“Para disfrutar de la sopa dulce, se puede mezclar con cuajada, algunas familias la enriquecen con hojas de naranjo para un toque cítrico”, señala Bernal, destacando la versatilidad de este plato para combinar con otros ingredientes.


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