Hacia finales de 1946 Guillermo Buitrago bajó del barco en el que había viajado toda la noche desde Ciénaga hasta Barranquilla. A las seis de la mañana puso un pie sobre el puerto y el otro sobre la esperanza creciente de ganar un contrato permanente con una emisora de radio de la ciudad. El tipo era un bicho raro entre los costeños: rubio, de tez blanca, alto, bien peinado, corbata de nudo perfecto y una sonrisa de triunfador a priori que acentuaba su barbilla protuberante y sus enormes orejas paradas que delataban su ascendencia paisa.
Su padre, Roberto, había llegado a Ciénaga desde Marinilla, Antioquia, seguramente atraído por la bonanza del banano que ya llevaba varios años rigiendo los caminos económicos de buena parte del departamento del Magdalena. Allí se casó con Teresa Henríquez y tuvieron siete hijos de los cuales cinco morirían antes de cumplir los treinta años, entre éstos, Guillermo, que pasaría a mejor vida a los veintinueve en el momento justo de su fama desbordante.
Tomó un vehículo que lo condujo, junto a sus dos compañeros de grupo, hasta las instalaciones de Emisoras Unidas en el centro de la ciudad. Me imagino a Guillermo sacando su guitarra del estuche mientras le hace un guiño a Julio Bovea, guitarrista puntero del trío, para ver si las dos guitarras están afinadas. Parece que la música no gustó tanto ya que el contrato les fue negado. Sin embargo, pocos días después, lograron conseguir un contrato con la Emisora Atlántico, competencia directa de Emisoras Unidas, para realizar un pequeño programa los domingos. Dicen que Buitrago hacía de todo en ese programa: presentaba, hacía reseñas, interpretaba música y hasta inventaba cuñas.
El tipo, de 26 años, había ganado experiencia en radio desde sus comienzos musicales en su pueblo natal, Ciénaga. Cuando tenía dieciocho años ya trabajaba como guitarrista de planta en los concursos del programa La hora infantil de la emisora Ecos del Córdoba, en el cual niños de todas las poblaciones aledañas cantaban y concursaban por un premio. Pasados los años y después de presentarse en todas las emisoras locales, probó suerte en Radio Magdalena, en la ciudad de Santa Marta. Allí terminó de ganar la experiencia suficiente para desenvolverse bien en su nuevo trabajo en Barranquilla.
Pasados seis u ocho programas Buitrago ya tenía cierta hinchada, la cual, junto con el éxito que tuvo su jingle 'El negro Mendo' -que promocionaba los productos que vendía una fábrica de muebles y colchones- hizo que los directivos de la emisora le dieran más espacio al aire en un horario de mayor audiencia, llegando a tener tres programas por semana. Comenzando 1947 Buitrago estaba casi radicado en Barranquilla.
Entre semana cumplía con sus compromisos radiales y presentaciones, que ya comenzaban a lloverle, y los fines de semana viajaba a Ciénaga para visitar a su familia y amigos. Emisoras Unidas, dándose cuenta del creciente éxito de la música de Buitrago, contrató a Julio Bovea, quien acababa de separarse de Buitrago y había conformado su propia agrupación, para un espacio radial que le hiciera competencia directa a los programas de Guillermo Buitrago. Urgido por encontrar reemplazos contactó a dos músicos con los que ya había tocado en años anteriores. Con esta agrupación grabaría la mayoría de sus éxitos, todos ellos conocidos hasta el día de hoy.
Guillermo Buitrago y sus muchachos estaba conformado por Ángel Fontanilla en la guitarra puntera, Buitrago en la guitarra rítmica y voz principal y Carlos “el Mocho” Rubio en la guacharaca (al tipo le faltaba el antebrazo izquierdo). Para presentarlos, qué mejor que la canción, en la que puede notarse el estilo característico de la agrupación: el punteo melódico de Fontanilla que se sostiene sobre el ritmo certero de la guitarra de Buitrago y la guacharaca de caña de “el Mocho” Rubio, todo esto sustentando la voz andino-caribeña de Buitrago acompañada de los coros de sus dos compañeros.
Lo que vino a continuación fue el éxito y la fama. Se presentaban en radio, en fiestas privadas, en fiestas populares, serenatas, cocteles y demás. A mediados de 1947, Toño Fuentes, fundador de Discos Fuentes y pionero de la industria discográfica en Colombia, llegó a Barranquilla buscándolos para llevarlos a grabar a su estudio en Cartagena.
Dicen que la canción más exitosa de Buitrago y sus muchachos grabada con Discos Fuentes fue 'Compae Heliodoro'. Dicen que esa canción sonaba hasta en la sopa; si alguno ha visitado Barranquilla u otra ciudad de la costa, sabe que cuando un hit musical pega la gente lo pone a sonar unas setecientas veces al día. Por otro lado, el sello Odeón, en Argentina, ya había hecho contacto con la música de Buitrago reproduciendo algunas grabaciones que tuvieron mucha acogida en ese país, tanto, que se pensó en una gira de Guillermo Buitrago y su muchachos por el sur del continente.
Con los jingles, que no se llamaban de esa manera en aquella época, también les estaba yendo muy bien. A la par con su actividad en la radio desde su adolescencia, Buitrago había explorado en varias oportunidades el hacer canciones para promocionar productos o marcas. Guillermo Buitrago fue un compositor espontáneo, de esos que le sacan canción a cualquier historia, algo así como una mezcla entre trovador paisa y juglar vallenato. Por ello, de seguro, cuando le encargaban una canción promocional la sacaba en un santiamén.
Entre muchas otras marcas, hizo jingles para Ginger Ale y Cerveza Águila. Quizá los más famosos hasta el día de hoy son 'El ron motilón', que promocionaba este licor comercializado por una empresa santandereana, y 'El ron de vinola', clásico de clásicos de las navidades colombianas y el cual promocionaba esta especie de guarapo que por ser parecido al vino había ganado su nombre.
Para las navidades de 1947 grabaron para Discos Fuentes la canción 'La víspera de año nuevo' del compositor vallenato Tobías Enrique Pumarejo. Buitrago había conocido al compositor en una correría que había hecho por Valledupar y sus alrededores. Allí se familiarizó con las canciones no solo de Pumarejo, sino también de Rafael Escalona y de Emiliano Zuleta Baquero, llevando, en su vuelta a Barranquilla, todas estas canciones que convertiría en éxitos y que abrirían el campo para que estos compositores se dieran a conocer.
'La víspera de año nuevo', grabada en Cartagena por el trío de Buitrago acompañado de Los Trovadores de Barú con su unísono de clarinete y trompeta característico, se convirtió inmediatamente en un éxito. En diciembre de 2017 esta canción cumplirá setenta años de estar sonorizando los años nuevos en Colombia. Quizá halla sido ésta la canción que llevó la obra de Buitrago a convertirse en un ícono de las épocas decembrinas.
Después de dos años de éxito y presentaciones por doquier, Guillermo Buitrago se despertó en enero de 1949 enfermo y trasnochado. Me lo imagino yendo hacia la cocina, recién levantado, a servirse un vaso con agua pa’ matar la seca. Al principio pensó que tanto concierto lo tenía agotado, pero con el paso de las semanas se fue dando cuenta que tenía una enfermedad que amenazaba con volverse crónica. Dicen que la voz la tenía disminuida y que su rostro de guapo joven lucía como el de un espectro de ojeras palpitantes.
Guillermo Buitrago falleció el 19 de abril de 1949 a la edad de 29 años. Como todo músico que se vuelve leyenda, hablar de su muerte es hablar de un misterio sin resolver. Las malas lenguas decían que a Buitrago lo habían envenenado. Sostenían que el autor del envenenamiento era Luis Enrique Martínez, más conocido como el Pollo Vallenato, y quien fue uno de los primeros, junto a Abel Antonio Villa, en grabar la música de acordeón. Pocos meses antes de la muerte de Buitrago, Luis Enrique Martínez le había compuesto unos versos amenazantes a este alegando que le había robado una canción. La gente lo interpretó como una sentencia.
Después de la muerte de Buitrago, El Pollo Vallenato le hizo otra canción en la cual lamentaba su muerte y le rendía un homenaje, queriendo decir con esto que él no tenía nada que ver con ese asunto. En el acta de defunción está escrito que murió de tuberculosis. Hay quienes dicen que Buitrago se suicidó precisamente para librarse de los quebrantos de salud que venían en aumento. Otras versiones aseguran que Buitrago murió de cirrosis por ser tan parrandero y bohemio.
*El presente texto apareció originalmente en el portal Noisey. Muy gentilmente Mauricio Gatiyo y la revista autorizaron su publicación en la página de la Radio Nacional de Colombia.