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El levantamiento de los Comuneros: un preámbulo de la Independencia

Se inició el 16 de marzo de 1781 contra los nuevos impuestos que la Corona española puso en marcha en la Nueva Granada.
Independencia de Colombia: historia del levantamiento de los Comuneros
Foto: archivo
Ana María Lara

El 16 de marzo de 1781, la indignación popular desató un movimiento de grandes proporciones contra los nuevos impuestos que la Corona española puso en marcha en la Nueva Granada. Este levantamiento coincidió con otros movimientos, como el de Tupac Amarú en el virreinato de Perú y el Tupac Katari en el Alto Perú (Bolivia).

En la segunda mitad del siglo XVIII, en América Latina, colonizada por España y Portugal, aparecieron vientos de rebelión, ocasionados por múltiples factores. A nivel interno, los criollos se sentían subvalorados por la Corona, los mestizos vivían en condiciones difíciles, los negros eran esclavos y los indígenas querían recuperar sus tierras. Prácticamente todo lo que se producía tenía gravámenes.

La Corona española estaba en grandes dificultades por la guerra contra Inglaterra, y necesitaba recaudar mucho dinero. Además, la extracción de oro estaba en franco declive. Fue así como el rey Carlos III procedió a instituir un conjunto de ajustes políticos, administrativos -e incluso culturales y religiosos-, conocidos como “reformas borbónicas”, encaminadas a centralizar el Estado y perfeccionar el dominio colonial con un control más estrecho de la administración y del comercio en América, que ya tenía como potencial rival a Inglaterra. Se aplicó, entonces, un aumento desmesurado de los impuestos existentes y la creación de nuevos. A raíz de las reformas se nombraron visitadores regentes que debían asegurar la eficiencia de la administración.


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El excluyente contexto y la política impositiva, promovida por el visitador real Francisco Gutiérrez de Piñeres, ocasionaron levantamientos en varios territorios de América. El más conocido es el levantamiento de Tupac Amarú, en Perú en 1780. En la Nueva Granada fue el levantamiento de los Comuneros, que se inició el 16 de marzo de 1781. Los habitantes del municipio El Socorro, del hoy departamento de Santander, un viernes de mercado regional, mostraron su voluntad de rechazar el último edicto que creaba nuevos impuestos a los alimentos y a algunos oficios como el de vendedor ambulante que fue grabado con la alcabala del viento.

Se unieron gentes de todas las capas sociales: criollos relegados por la Corona, mestizos comerciantes, artesanos, pequeños propietarios en el campo, sumándose también los más pobres. Y se levantaron, empezando con el episodio legendario de Manuela Beltrán, que habría roto el edicto, y el llamado a desconocer las autoridades locales (¡viva el rey, abajo el mal gobierno!).

Los historiadores colombianos contemporáneos no concuerdan todos sobre el protagonismo de Manuela Beltrán. Pero esta mujer está instalada en la memoria colectiva y según investigaciones hechas a partir de archivos, existen documentos que dan cuenta de la partida de bautizo de una mujer con ese mismo nombre que vivió en la misma población. El levantamiento fue liderado por un hijo de españoles; Juan Francisco Berbeo. El movimiento promovió la Cédula del Común, que contenía el proyecto de un mando democrático. Los Comuneros actuaron utilizando actos simbólicos como el derramamiento del aguardiente y la quema de tabaco y se armaron con lanzas y machetes.


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Caminando desde El Socorro intentaron alcanzar a Bogotá, pero no pudieron llegar sino hasta Zipaquirá donde las autoridades los interceptaron para proponerles conciliar sobre unas capitulaciones en las que se reconocían y aceptaban sus demandas. Las capitulaciones fueron ofrecidas por el arzobispo Caballero y Góngora y firmadas por Berbeo. Pero éstas, que fueron firmadas el 8 de junio, pronto fueron desconocidas por el gobierno colonial que había mandado tropas desde Cartagena a Santa Fe para contener la rebelión.

Un campesino llamado José Antonio Galán (1747-1782) dirigió la insurrección en su segunda etapa, reuniendo pobladores de varias regiones del interior y de los Llanos Orientales en el intento de llegar a Santa Fe. Miles de personas se le unieron para manifestar su rechazo al abusivo régimen colonial.

Galán era un ferviente opositor de la esclavitud y, distinto a Berbeo, entendió que la firma de las Capitulaciones había sido un recurso del poder colonial para contener la rebelión. Ello lo llevó a doblar esfuerzos y a llamar a más gentes para hacer una toma de Bogotá. Sin embargo, fue traicionado y detenido el 13 de octubre, juzgado y condenado a muerte en enero de 1782. Después de ser fusilado fue descuartizado. Su cabeza, sus manos y sus pies fueron exhibidos respectivamente en Guaduas, Socorro, San Gil, Charalá y Mogotes.

Los otros comuneros recibieron penas de azotes, confiscación de bienes, muchos campesinos fueron enviados a Panamá. En cuanto a los criollos terminaron perdonados. Aquel levantamiento es considerado como un preámbulo de la Independencia de la Nueva Granada.

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