En el barrio La Castellana de Medellín, justo al interior de un singular caserón de nueve cuartos enormes, 45 mil libros leídos, antiguos, raros o curiosos reposan, seguros, en repisas y anaqueles, al buen cuidado de Juan Hincapié. El sitio tiene ya un nombre casi popular entre los círculos de lectores de la capital de Antioquia: 'Los Libros de Juan'.
Fue en el 2008 cuando Juan, por consejo de su esposa, decidió hacer que su pasión, y por qué no, su obsesión casi patológica por los libros, trascendiera a un sitio que todos los bibliófilos pudieran visitar. En efecto, este rincón del pasado, que guarda reliquias impensables, se ve cada vez más frecuentado por seres tan extraños como los mismos libros que van persiguiendo.
A 'Los Libros de Juan', por eso, casi nadie acude con una finalidad determinada. El lector llega, simplemente, para dejarse sorprender, para ver qué rareza, qué joya literaria, qué insospechada reliquia termina robándose su atención. Historia, literatura, sociología, antropología, libros raros, libros antiguos, joyas y rarezas bibliográficas: estas son algunas de las categorías por las cuales están debidamente ordenados 'Los libros de Juan'.
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Las guerras gálicas de Julio César, fechado en 1498 y editado por Aldo Manucio, es el más antiguo de todos. Pero entre sus estantes hay un puñado de ediciones de autores diversos por los que muchos coleccionistas darían un ojo de la cara.
Por eso, presentamos en esta nota algunas de las joyas literarias de 'Los Libros de Juan'.
Libro de crónicas de Luis Tejada
Luis Tejada, el antioqueño, considerado por muchos como uno de los mejores cronistas de Colombia durante la primera mitad del siglo pasado. Su íntima amistad con el caricaturista Ricardo Rendón Bravo fue más que evidente; basta con observar la portada de Libro de crónicas. Esta, su primera edición (1924), es toda una rareza, ya por su contenido como por haberse convertido en el testimonio de una relación casi mítica entre Tejada y Rendón Bravo.
Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
La real primera edición del libro cumbre del escritor colombiano. Su particularidad: como bien puede apreciarse al interior del libro, las planchas fueron mal puestas. Considerando este indicio, podría ser esta una impresión de prueba que nunca salió al mercado. Es, en términos de Luis, “un posible descarte”.
Gerald Martin, el biógrafo de Gabo, así como Gustavo Arango, le han dicho a Juan que este podría ser uno de los 20 ejemplares mal impresos (y sin valor comercial por sus imperfectos) que Gabo envió a sus más cercanos amigos. Este ejemplar, en especial, fue hallado en Cartagena.
Historia de Christo paciente de Guillaume Stanyhurst
Se trata del primer libro impreso en la Nueva Granada en la Imprenta Real dirigida por Antonio Espinosa de los Monteros, en 1787. Es, para ser precisos, una traducción del latín al español realizada por el padre José Luis de Azula y Lozano.
Antes de esta rareza, solo se han hallado impresiones de novenas, oraciones y folletos cortos. En resumidas cuentas, y hablando en términos de libros extensos, este fue el primero impreso en Colombia.
El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez
¿Fecha? 1961. ¿Responsable editorial? Aguirre Editor. Esta edición, publicada por el amigo de Gabo, Alberto Aguirre, más por amor al arte que por interés económico, tuvo un tiraje de 2.000 ejemplares. Las ventas fueron un fiasco. Aguirre vendió 500, regaló otros 200 y Gabo se quedó con 150 más. El resto de los ejemplares fueron vendidos, a 50 centavos, a un ventero que usó sus páginas para envolver comino. Aurita López, compañera de Aguirre, decía para entonces: “Ese libro no debería titularse 'El coronel no tiene quien le escriba', sino El coronel no tiene quien lo compre”.
Primeras ediciones de 'Cien años de soledad' en inglés y francés
Quién creyera: primero fue publicada la edición en francés. Juan asegura que Julio Cortázar, de cara a la traducción al inglés de la novela del colombiano, le dijo a Gabo: “Espérate que mi traductor lo puede hacer”. Por eso la tardanza de 'One hundred years of solitude'.
La mala hora de Gabriel García Márquez
Cuando Gabo ganó el premio ESSO, el padre Félix Restrepo, director de la Academia Colombiana de la Lengua, envió la obra para ser editada y publicada en España. Allí, un hombre llamado Luis Pérez se tomó el atrevimiento de “cambiar ciertos términos y almidonar el estilo, en nombre de la pureza del lenguaje”. Al leerla, Gabo exclamó: “¡Mierda! ¡Esta cosa nunca la escribí yo!”. Por tal motivo aparece, en 1966, una segunda-primera edición, validada por el autor y defendida por este como la primera legítima.
En su contraportada reza: “En esta ocasión, a su vez, el autor se ha permitido restituir las incorrecciones idiomáticas y las barbaridades estilísticas, en nombre de su soberana y arbitraria voluntad. Esta es pues, la primera edición de La mala hora. El autor”.