Construir paz a través de las artes, ese fue el camino que decidió tomar Yovanny Bayona Gutiérrez. Es formador en artes escénicas de la casa de la cultura Ángel Gilberto Núñez del municipio de Convención, Norte de Santander, y su historia con el teatro inició desde que era niño.
“El teatro me empezó a gustar desde la escuela, no sé si los profesores veían en mi ese talento. A los ocho años recuerdo que fue la primera presentación en una parodia de El Chavo del 8, mi personaje era el del señor Barriga”.
Con la alegría que lo caracteriza recuerda que en aquella presentación hubo una escena que le activó un ataque de risa de tal forma que no pudo continuar con la presentación.
Pero sin duda alguna fue en sus años de secundaria donde terminó enamorándose del arte de las tablas y fue en la casa de la Cultura donde encontró la orientación del que considera su gran maestro Evelio Bayona Bayona, de quien recuerda “era una persona de dar muchos consejos, su forma de enseñar infundía respeto hacia él y hacia las demás personas y eso era contagioso”, enfatiza.
Cuenta que en ese punto es donde conoce a profundidad lo que significa hacer teatro y empezó a verlo con otros ojos, llevándolo a ser el formador de la misma casa de la cultura donde aprendió este arte. Desde hace 16 años su vida gira en torno a enseñar teatro y son muchos los niños y jóvenes quienes han recibido las enseñanzas del “padrino” como cariñosamente lo conocen en el municipio.
El arte un territorio de altas y bajas
Durante el tiempo como artista y formador ha sobrevivido a muchas dificultades por la falta de inversión y apoyo por parte de las administraciones municipales. Recuerda que los retrasos en los pagos y la falta de una estabilidad económica para sostener a su familia lo obligaron a abandonar las clases en la casa de la cultura.
“Uno necesita algo de dónde comer, necesita tener un ingreso. Para ese entonces nuestros salarios eran a cuatro y cinco meses, eso me obligó a salir y buscar otras oportunidades para el sustento de mi familia”, recalcó
Esta situación no solo afectó a los estudiantes de teatro, también los de danzas, música y artes plásticas habían dado un paso al costado. Los procesos de formación se frenaron y los niños y jóvenes que dedicaban su tiempo libre al arte ahora estaban en billares o consumiendo licor. Esta escena que a diario presenciaba lo motivó a retomar con su labor pedagógica.
“Yo dije: ‘esto hay que cambiarlo’ y siento la necesidad de seguir hasta que Dios me lo permita, esa fue la etapa más dura, pero también fue la que me motivó a seguir en el arte de las tablas”, puntualizó.
Para ‘padrino’, más allá de formar grandes actores, el trabajo está en formar grandes personas, durante su tiempo como maestro de teatro ha visto varios de sus estudiantes convertirse en ingenieros, abogados, comunicadores sociales y hasta médicos, esta es la recompensa a su trabajo. Recuerda que muchos de estos jóvenes al verlo le manifiestan que, aunque no decidieron seguir con la actuación, el teatro sí les permitió aprender a expresarse en público y, sobre todo, a vivir en comunidad.
Un camino lleno de nuevos proyectos
A Yovanny también le gusta escribir y decidió crear sus propios libretos para sus obras de teatro, su último gran logro se titula “qué miedo con esta vaina”. La describe como una obra en la que mezcla la comedia con el terror, pero más allá existe la pasión de querer rescatar la tradición oral del municipio.
“Son cosas que se han ido perdiendo y que las instituciones educativas no están aplicando, entonces busqué rescatar con los actores y el público, lo que es la tradición oral que hace parte de nuestro patrimonio inmaterial”.
El grupo de teatro experimental de Convención (Grutexco) sin duda se ha convertido en la carta de presentación de la expresión cultural convencionista, Yovanny se siente orgulloso al ver cómo día a día siguen cosechando éxitos, en la actualidad son cerca de 40 niños y jóvenes los que reciben formación teatral.
La vida de este formador es el arte y el teatro, es músico, intérprete, y quien imprime la alegría a las fiestas patronales del pueblo, carece del ‘cartón’ como él mismo manifiesta, pero, aunque profesionalizarse es su meta para este año, tiene muy claro cuál es su secreto del éxito: “amor por lo que se hace y ahí está mi éxito, el amor por el teatro no se acaba”, puntualizó.
Yovanny, profe, Yova, padrino, en fin, son tantas las formas en las que se conoce a este emprendedor enamorado de lo que hace. No puede negar la realidad de un territorio en medio del conflicto armado y sus clases han llegado hasta las veredas más apartadas del casco urbano porque según él, el arte debe llegar hasta el rincón más profundo de la región, y por eso su mayor orgullo es restarle actores al conflicto y regalárselos a las tablas. No duda en afirmar que “si hacemos teatro hacemos paz y por eso le digo a los padres que mantengan a sus hijos en una escuela de formación artística y tendrán excelentes hijos y personas para un futuro”.
Quienes lo conocen y trabajan con él lo describen como una persona humilde, sincera, sencilla, que le tiende la mano a quien lo necesita, pero él lo resume en una sola frase: “soy una chimbita, como dicen por ahí”.