En San Jacinto, Bolívar, mujeres víctimas del conflicto armado le apuestan a la paz a través del tejido artesanal en miniaturas, inspirado en los instrumentos musicales representativos de la región.
“Hace más de 20 años me he dedicado a la elaboración de instrumentos musicales en miniaturas, para salir adelante con mi familia y mejorar nuestra calidad de vida”, señaló María Guzmán, representante legal de la Asociación Mujeres Tejedoras de Paz.
Su pequeño taller construido con paredes de plástico negro, ubicado en el barrio la Guitarra cerca de la troncal de occidente, no ha sido impedimento para que 20 mujeres de la asociación trencen con sus manos hilos de esperanza en el territorio.
Mochilas, gaitas, tambores, llaveros y telares verticales en miniaturas son algunos de los instrumentos que desde hace más de 20 años elaboran artesanas y artesanos de San Jacinto, un emprendimiento que se fortaleció durante la pandemia del Covid-19.
“Desde la edad de 12 años y por las enseñanzas impartidas por mi hermana mayor, comencé esta labor. Llegaban muchos turistas, querían llevarse un detalle, comprar un instrumento, pero no podían porque eran muy grandes, de allí nació este emprendimiento familiar de elaborar instrumentos musicales en miniaturas, para que los visitantes se llevarán un recuerdo de la tierra de la hamaca grande”, agregó Guzmán, mientras tejía una mochila.
Una tradición artesanal que se ha transmitido de generación en generación, donde los más pequeños hasta los más adultos aportan en la elaboración de los instrumentos musicales.
“Un arte que nos regaló nuestros ancestros, los tambores, las gaitas, las mochilas han sido nuestro legado cultural. Con la artesanía también aportamos a la seguridad económica de nuestras familias. Mi esposo, mis tres hijas y yo tenemos un proyecto de mejorar nuestra vivienda y nuestro entorno”, enfatizó la artesana.
En San Jacinto la economía gira alrededor de la artesanía, donde el 90% de su población tiene construido un telar vertical en su vivienda.
Artesanos y artesanas que con sus manos y una aguja han olvidado las huellas que en el pasado les dejo el conflicto armado de los Montes de María.
La tejeduría vertical
Más de 15 kilómetros de distancia separan el corregimiento de las Mercedes del municipio de San Jacinto, Bolívar. Para llegar a él se tiene que recorrer un camino destapado, en medio de una espesa vegetación. En un pequeño caserío construido con bahareque se encuentran mujeres y hombres campesinos que cada día cultivan la tierra.
Preocupados por conservar la tradición de la tejeduría vertical se han dado a la tarea de preservar el arte a través de pequeños telares construidos en la ladera de sus viviendas.
“Llevar una tradición ancestral hasta la zona rural es muy importante, muchos han dejado de lado la artesanía por adquirir otros conocimientos; el tejido es antiguo, no se puede dejar caer, influye en el hogar, es un conocimiento que no se puede dejar perder”, enfatizó María Mercado Tapia, artesana del corregimiento Las Mercedes.
En el corregimiento de Las Mercedes también se viene desarrollando el programa ‘Tejiendo hilos de esperanza’, apoyado por USAID y la OIM Colombia para la salvaguarda del tejido vertical en la zona rural.
“El tejido artesanal me ha permitido aprender de los otros, significa una experiencia, hemos aprendido muchas innovaciones, nuevos diseños, trabajar con el tinturado natural. Lo más importante es educar a los niños, a los jóvenes para la conservación y preservación de la artesanía que influye en el bienestar de las personas, pues con ella llevamos sustento económico a través del tejido”, añadió la artesana mientras tejía una hamaca.