El tejido de guanga es una técnica de tejido ancestral utilizada por los pueblos indígenas de la región andina de Colombia, Ecuador y Perú. Se cree que esta técnica se originó en la época precolombina y ha sido transmitida de generación en generación a lo largo de los siglos.
En Nariño la técnica de tejido de guanga es realizada en un telar precolombino de pedal, que es utilizado para crear tejidos de lana, utilizados para la creación de prendas de vestir, mantas y tapices que proporcionan calor a los habitantes del sur del departamento, caracterizado por las bajas temperaturas.
La guanga es un importante aspecto de la cultura y la identidad del pueblo indígena de Los Pastos. A través de esta técnica de tejido, se transmiten valores, historias y tradiciones de madres a hijas, lo que la convierte en una parte esencial del patrimonio cultural de la región.
Así lo reconoce Flor Imbacuán Pantoja, indígena de la etnia de Los Pastos, diseñadora de modas, fundadora y directora creativa de la marca étnica Hajsú Etnomoda, ubicada en el resguardo indígena de Carlosama en Cuaspud, Nariño.
“Mi madre me empezó a transmitir ese amor por la tradición, por el tejido, por trasquilar la lana, por la urdimbre, y a los doce años empecé haciendo un acobija que terminé a los 13 años, me demoré un año, pero la terminé”, afirma la diseñadora.
De ahí nació la pasión por crear, pasión que tuvo que buscar nuevos escenarios cuando junto a su familia tuvo que salir por amenazas de la vereda Macas, donde vivía, hacia el municipio de Cumbal. En este municipio terminó su bachillerato con honores, lo que le mereció una beca para estudiar diseño de modas en la Universidad Autónoma de Nariño.
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Con su título profesional regresó a su tierra y junto a cerca de 30 mujeres indígenas y sus familias creó la marca tras la recopilación de años de experiencia de sus ancestros Pastos dedicados a la actividad de tejeduría en Guanga, como una herramienta que garantiza la pervivencia de su cultura, generando fuentes de empleo y logrando así un verdadero tejido social.
En la Casa de la Guanga, ubicada en el resguardo, se reúnen las mujeres que dejaron su vida de labores en el campo y tejido tradicional en lana virgen de los orígenes, para traducirlo en colecciones contemporáneas globales.
“Tejer es soñar, deleitarse con lo que uno hace, pasar de las ruanas sin color que nuevas madres hacían y salían a vender al mercado, a prendas de vestir como pañolónes, abrigos, chumbes, chalecos, ruanas, polleras y otras cosas llenas de color y diseño”, afirma con alegría Lucy Paredes, una de las mujeres tejedoras, beneficiaria de Hajsú Etnomoda.
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Además de la revitalización de esta técnica ancestral, las mujeres han logrado empoderamiento económico al comercializar sus productos a nivel local y nacional. Con los ingresos generados han logrado mejorar su calidad de vida y la de sus familias, tejiendo cada una sus propias historias como la de Rosita Fuelagan, quien ha logrado sacar adelante a sus siete hijos con la guanga.
Así tejió su historia Rosita: “Me dedicaba al jornal y me ganaba 15 mil pesos diarios para mantener a mis hijos, no había más que hacer. Me convencieron del valor del tejido y dejé de sufrir al sol y al agua, ahora tengo mi telar en la casa y mis hijos ya están aprendiendo”.
La creación de indumentaria con tejido étnico del pueblo indígena de los Pastos es una muestra de cómo la preservación de las tradiciones ancestrales y la valoración de la cultura local pueden tener un impacto positivo en las comunidades indígenas y en la sociedad en general. De la mano de Flor Imbacuán , las mujeres de la marca étnica Hajsú Etnomoda han conquistado mercados a nivel nacional y en el mundo.
“Se ha comercializado en ciudades de Estados Unidos, Canadá y Europa y la idea es seguir golpeando puertas para llegar a pasarelas internacionales, donde ya hemos sido invitadas, pero por falta de recursos no hemos podido llegar”, concluye la directora creativa.
El empoderamiento económico y social que han logrado ha sido significativo para ellas y sus familias, ya que han podido obtener buenos ingresos y mejorar sus condiciones de vida a través de la venta de sus productos. Además, han podido aumentar su autoestima y su confianza al ver su trabajo valorado y apreciado por los demás.