Biodiversidad ancestral en el Valle de Sibundoy: un viaje a través de la cultura indígena
En el Valle de Sibundoy la biodiversidad ancestral cobra vida a través de la conservación de plantas medicinales y la revitalización de la cultura indígena, gracias al esfuerzo del biólogo Brayan Coral y su Jardín Botánico Tabanok.
Brayan Coral Jaramillo: Panorámica de los Páramos del Valle de Sibundoy, al fondo la Laguna de la Cocha.
Alejandra Rincón Urueña
Cerca del Chocó biogeográfico y la Amazonía, se encuentra el Valle de Sibundoy. Este valle interandino fue el paso obligado para comunidades indígenas como los Inga, provenientes de los Incas de Perú, los Quillacingas de Nariño, los Kamëntšá del Putumayo y también los pueblos afrodescendientes, que fueron arribando al territorio y al bajo Putumayo. Las comunidades indígenas caminaron estos territorios, crecieron en él y aprovecharon sus suelos para la siembra.
Brayan Coral Jaramillo, biólogo con estudios en botánica, ornitología y micología, explica que la actividad que más se destacó entre las distintas comunidades, fue el trueque cultural: “En un solo lugar se encontraban todos estos pueblos, intercambiaban plantas sagradas. También comestibles como la yuca, el chontaduro, el 'mopa mopa' y medicina ancestral como el yagecito”. Gracias a esta práctica, el Valle de Sibundoy cuenta con diversidad de plantas, muchas de ellas medicinales y en vía de extinción.
Recuperación de plantas y conservación de la cosmología
Hace 57 años, la familia de Brayan Coral llegó al Valle de Sibundoy en busca de medicina, educación y calidad de vida. Sus ancestros se dedicaban a la agricultura y el territorio fue óptimo para realizar dichas labores y radicarse en este lugar. Originarios de la comunidad indígena Los Pastos, llegaron al Putumayo y se integraron a las comunidades indígenas Kamëntšá e Inga. Motivado por la biodiversa región en la que Brayan creció, decide estudiar Biología. Este joven biólogo tuvo la oportunidad de trabajar con el Instituto Humboldt, investigando ornitología, botánica y micología.
Su paso por dicha institución le permitió a Brayan Coral establecer alianzas e inclinar los estudios en la botánica, puesto que pretendía recuperar y conservar las plantas medicinales de la comunidad indígena Kamëntšá. Su objetivo específico era “conservar de manera global las plantas en peligro de extinción, como las endémicas y las importantes tanto para las comunidades indígenas, como para la cosmología del sur de Colombia”, explica.
Durante una temporada, el joven biólogo putumayense decide vivir con distintas comunidades indígenas de la región, para conocer a profundidad los principios de las comunidades, la cosmovisión, el manejo y las prácticas ancestrales en torno a las plantas que investigaba. Brayan Coral también adelantó estudios en ecología para adquirir conocimientos y enseñar acerca de la importancia que tienen los corredores biológicos, la avifauna y los demás organismos: “Esto con el fin de concientizar acerca del comportamiento que tiene el ser humano con los bosques, el resurgir de los territorios que han sido deforestados, sobre todo porque actualmente el Valle de Sibundoy enfrenta una lucha contra los agroquímicos”, asegura Coral.
Plantas como red de tejidos culturales
En la vereda Bella Vista, del Valle de Sibundoy, hace doce años el terreno se estaba derrumbando. En una iniciativa por no perder su territorio, la madre de Brayan, Agueda Jaramillo, trabajó en la recuperación de los suelos de ladera, sembrando árboles, plantas y haciendo uso de material reciclable como filtros para el agua. De todas las grietas que provocó el derrumbe, nacieron flores. Tras superar la problemática, Agueda decide optar por el turismo de bienestar, rural y consciente, es por ello que pone a disposición de locales y visitantes las posadas turísticas Villa Beatriz, un espacio con servicio de hospedaje, senderos interpretativos, musicoterapia y actividades culturales.
A este proyecto familiar se une Brayan Coral, con la creación del Jardín Botánico Tabanok: “Este espacio surge del interés en conocer, recuperar y conservar las plantas que protegían los ríos y los caminos del sur de Colombia”, afirma. También pretende enseñar la diversidad de plantas del Valle de Sibundoy: “En el jardín botánico se procura la conservación de las plantas, cada una cuenta una historia y su uso puede ser medicinal u ornamental”, indica Coral.
Asimismo, explica que “hay muchas plantas que no solo curan porque sí, sino por la resonancia, por los rezos, la intención del ser humano. Es entender que las enfermedades no son solo físicas sino también espirituales. Hay que tratar lo espiritual como se cuida lo físico. Todo esto guiado por sabedores del tema”. Desde el Jardín Botánico Tabanok, también se realizan expediciones científicas para el avistamiento de aves y micología. Este joven biólogo por medio de este proyecto, aporta a la conservación de las plantas y la red de tejidos culturales que surge en torno a estos organismos y que hacen parte de las comunidades indígenas del alto y bajo Putumayo.