La ruta del mambe: un camino espiritual para los pueblos indígenas de la Amazonía
Para Gustavo Cerillama, indígena murui y gobernador del resguardo El Progreso, la coca es la planta sagrada que guía a su pueblo, educa a la niñez y a la juventud a través de la palabra.
En el mambe, antiquísima sustancia natural extraída de la hoja de coca, los pueblos indígenas del municipio de Leguízamo, Putumayo, arraigan a sus comunidades para que jamás se pierdan sus milenarias prácticas ancestrales.
La ruta del mambe, un camino que se recorre de la mano de Rosendo López Bolívar, líder del pueblo indígena murui muina, quien asegura que esta sustancia es el complemento a la espiritualidad que a lo largo del tiempo las comunidades ancestrales reciben del “creador”.
“Esta sagrada sustancia que nace de la planta de coca nos une, fortalece nuestras creencias y mantiene las buenas energías para alcanzar el equilibrio social y la armonía espiritual que necesitamos”, dice Rosendo.
Aunque es consciente que su producción requiere de tiempo y, sobre todo mucha sabiduría, asegura que dicha labor comienza desde el instante en que se conjura la planta de coca, es decir, desde el momento en que se llega a ella para obtener la cantidad de hojas deseadas para la obtención del mambe.
“Una vez se bendice la planta, se le pide permiso para tomar sus retoños. Cuando tenemos las suficientes hojas, las ponemos en un canasto de fibra natural en el que nuestra cultura nos ha enseñado que predomina la ciencia y la razón. Después de una rigurosa selección, las hojas de coca se tuestan en un tiesto de barro en el cual se concentra el aire y el espíritu de la madre naturaleza”, explicó.
Después, las hojas secas pasan a un pilón donde son machacadas y cuando están pulverizadas se ponen en un recipiente en el que se mezclan con ceniza de árbol de yarumo, pues según Rosendo, los poderes naturales de la ceniza ayudan a equilibrar el mambe.
“Cuando verificamos que esas mezclas naturales están homogéneas, las cernimos a través de una tela. Una vez está listo el mambe, oramos de acuerdo con el trabajo o actividad que vamos a desarrollar y posteriormente lo compartimos en un ambiente de hermandad”, expresó.
Histórica tradición
El mambe suele depositarse en vasijas en las que generalmente los invitados a las reuniones toman las cantidades que desean. Tradicionalmente se consume con ambil, un jarabe que se prepara a base de tabaco.
“El mambe junto con el ambil tienen muchos poderes espirituales y por eso son muy consumidos por los pueblos ocaina, nonuya, andoke, ooira y murui. Para que esta tradición se prolongue y la conozcan otras comunidades, también hicimos una alianza espiritual con el pueblo coreguaje”, afirmó Rosendo.
Pero además de esas uniones, Rosendo López Bolívar destaca los acuerdos espirituales que pactaron con aquellas comunidades para compartir los poderes medicinales y sanadores que ofrecen el ambil y la hoja de coca.
“Es decir, que a partir de dicha alianza espiritual, alcanzamos los beneficios que necesitamos para nuestros pueblos, territorios, trabajos y procesos organizativos”, argumentó.
Hoy aquellos pueblos ancestrales disfrutan la plenitud espiritual que les concede el mambe, el cual es tradicionalmente compartido por la máxima autoridad del espacio y distribuido de acuerdo al conocimiento de las personas.
“Algunos se preguntarán porque los hombres son los únicos que consumen el mambe, la respuesta es muy sencilla, pues en nuestra cultura no es recomendable que lo hagan las mujeres. Su consumen las puede dejar estériles y para nuestros pueblos indígenas la mayor riqueza es que ellas fecunden para que prolonguen la existencia de nuestra etnia”, dijo.
Sin embargo, asegura que una vez ellas han terminado su fertilidad, pueden mambear al igual que las “abuelas indígenas sabedoras”.
“La mujer es muy importante en la cultura de nuestro pueblo y por su bienestar y el de toda su descendencia, jamás participará en la producción del mambe. Aunque no está directamente inmersa en dicha elaboración, apoya a su compañero en todas las actividades cotidianas del hogar y de la agricultura”, explicó Sergio López Uribe, docente etnoeducador del resguardo indígena murui muina de El Progreso.
Es decir que, en la transformación de la hoja de coca, lo que ellas hacen es apoyar a sus compañeros en otros oficios del hogar para que una vez lleguen de sus sitios de trabajo, encuentren todo listo y emprendan las labores que requiere la producción de la “sagrada sustancia”.
“En las reuniones que tienen lugar en las malocas, las mujeres no mambean; aun así están pendientes de las actividades espirituales que se desarrollan en medio del conocimiento de la cultura murui muina”, enfatizó el docente etnoeducador.
“Planta sagrada”
Para Gustavo Cerillama, gobernador indígena del resguardo El Progreso, la coca es la planta sagrada del departamento de Putumayo con la que su pueblo murui muina forma y educa a la niñez y a la juventud a través de la palabra.
Aunque está seguro que la hoja de coca es utilizada para integrar a la comunidad ancestral, también asevera que no puede faltar en los ritos que les permite alcanzar la limpieza espiritual.
“Para nosotros la hoja de coca con la que producimos el mambe no procede de un cultivo ilícito, es una medicina que procede de la sabiduría ancestral que pervive con el paso de los años para nuestra alimentación espiritual”, argumentó el dirigente indígena.
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