El bon es un pan dulce que se prepara en el archipiélago colombiano hace más de un siglo. Apetecido por nativos, residentes y turistas, es posible encontrarlo en los tradicionales puestos de comida ubicados en diferentes sectores de las islas. Se consumen en San Andrés, Providencia y Santa Catalina, sin embargo, no es una receta exclusiva del territorio insular colombiano, ya que también se prepara en otras islas y naciones del gran Caribe.
“El bon hace parte de la cultura anglo-caribeña, se prepara en todas las islas donde proliferan la harina y otros ingredientes. Lo hacen en Jamaica, Trinidad, Colón y Bocas del Toro (Panamá) y Nicaragua, específicamente en la Mosquitia (Blue Filds y Bluff)”, aseguró Samuel Robinson, historiador y gestor cultural raizal.
En San Andrés se preparan cuatro tipos de bon. Los ingredientes principales son harina, azúcar, sal y huevo, con base en eso se hacen distintas combinaciones. La característica común de esta receta es su forma de espiral. “Al amasarlo, se enrolla a manera de caracol, dependiendo de la cantidad de vueltas, así será el tamaño de este pan dulce”, dice Robinson.
En el archipiélago colombiano se cuenta con el bon corriente, que se prepara con levadura y canela, también el que se hace con polvo para hornear y que es conocido como “sugar bon” o “baking powder bon”. Hay un tipo de este pan dulce, que llegó de Jamaica y Colón (Panamá), y al que le añaden frutas secas y uvas pasas, se le conoce como “easter bon” y se prepara en época de pascua.
“Nosotros ayunamos con ‘easter bon’ y agua. En Semana Santa es una práctica muy común en San Andrés”, asegura Cleotilde Henry, dueña de una posada nativa en la isla. Igualmente, se cuenta con un pan a base de fruta que se hace en diciembre; es una torta negra de frutas y se cataloga como bon.
Este pan se puede consumir a cualquier hora del día, como parte del desayuno, para la cena o como postre, aunque la mayoría de raizales lo prefieren en la tarde, acompañado de queso amarillo y un té de menta o “mint tea”.
La receta del bon ha sido transmitida a través de varias generaciones. Actualmente, la preparan algunos raizales para vender junto a otros platos típicos, en los tradicionales puestos de comida, conocidos como “fair table”.
Otras familias acostumbran a preparar este pan dulce cada sábado, sólo para consumir en el hogar y compartir con los vecinos, como se hacía décadas atrás.
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