Abel Antonio Villa nació el miércoles primero de octubre de 1924 en el corregimiento Piedras de Moler, Tenerife, en Magdalena. Fue uno de los 9 hijos que tuvieron Antonio Villa Salas y María del Tránsito Villa Barrios.
A los 9 años, en medio de una celebración por la fiesta de Las Cruces, se interesó en coger el acordeón y sacar sus primeras notas. Después de eso, empíricamente aprendió y nunca más lo dejó.
Uno de los mayores logros atribuidos al juglar fue el haber hecho la primera grabación comercial de una canción vallenata.
“Pacho Rada y otros habían grabado en emisoras, pero sin ninguna transcendencia. Pero Abel Antonio lo hizo con el acordeón y de manera comercial. Eso fue superior”, dijo Álvaro Rojano Osorio, autor junto a Julio Oñate del libro ‘Abel Antonio Villa, el padre del Acordeón’.
La misma línea de llevar a lo comercial al vallenato, incluye el tener presentaciones, correrías, ensayar con disciplina y el buen vestir.
“Era un hombre con buen vestir. Recorrió grandes lugares mostrando su música y tenía mucha disciplina”, manifestó el maestro Beto Murgas.
‘La muerte de Abel Antonio’, un clásico del folclor vallenato fue otra forma de enseñar a los demás a que se podía escribir sobre lo que sucedía en el momento. Una crónica sonora hecho por el mismo juglar, a quién creyeron muerto y hasta lo velaron cinco noches.
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Ayda Luz Villa, hija del juglar, está convencida que gracias al trabajo que hacen, el legado continúa. Por ello está lista para seguir difundiendo su música que según ella es atemporal.
“La Fundación sigue ahí. Tenemos además los premios que este año se celebrarán el 24 de agosto con que destacamos lo mejor del folclor. Tenemos semilleros de niños que siguen ese amor y pasión por la música vallenata tradicional”, expresó.
Abel Antonio Villa, con su elegancia le impregnó seriedad a la actividad del artista vallenato. Tocaba de pueblo en pueblo acompañado de un guacharaquero y un cajero cuando en ese tiempo salían los acordeoneros solos. El juglar siempre será recordado vestido de blanco con sus zapatos brillantes, listo para resplandecer en el universo vallenato para la eternidad.
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