Diomedes Díaz Maestre, cantante y compositor nacido en 1957 en La Junta, un pequeño municipio de La Guajira, falleció hace exactamente una década, el 22 de diciembre de 2013. Considerado un icono de la música vallenata, dos décadas le bastaron para consolidar un notable legado musical, plasmado en letras poéticas, propias y ajenas, así como en la ejecución de ritmos alegres, nostálgicos y festivos.
Sin embargo, el feminicidio de Doris Adriana Niño, en 1997, impuso cierta opacidad a su carrera. La muerte de su fanática en su presencia y en hechos más que aclarados, ineludiblemente nos puso a reflexionar sobre la posibilidad de apreciar la obra musical del artista, separando los cuestionamientos que suscitaba su extravagante vida personal. Justamente por eso vale la pena darle una mirada a lo que está dentro de las letras de las canciones de Diomedes Díaz.
'El Cacique de La Junta', como lo apodaban, es recordado, entre otras cosas, porque tradujo a melodías imperecederas las tradiciones culturales del Caribe colombiano y las situaciones de la vida cotidiana. Sin embargo, algunas de sus canciones son criticadas por sus narrativas. En “El Desquite” y en “La Falla Fue Tuya” se aprecian elementos machistas que se deben situar en el contexto cultural que le dan origen.
Yo vivo trabajando
porque tengo deberes
pa´tomarme mis tragos
y para mis mujeres…
Ambas canciones emplean expresiones de posesión y de cosificación de la mujer en la descripción de relaciones románticas complejas, soportadas en estereotipos de género considerados válidos en la estructura social de su tiempo y revaluados como perjudiciales actualmente.
Ay, yo sé bien que te he sido infiel
Pero en el hombre casi no se nota
Pero es triste que lo haga una mujer
Porque pierde valor y muchas cosas…
En otros temas, como 'Tres Canciones', mejor conocida como la 'La Ventana Marroncita', y 'Bonita', Diomedes Díaz da cuenta de una pasión desbordada, propia de los romances ocultos y de los profundos sentimientos que inspira la mujer amada.
Adriana Montes, en su artículo 'Elementos discursivos sobre género en las canciones de Diomedes Díaz', nos recuerda a Pablo Villa en 'Identidades narrativas y música. Una primera propuesta para entender sus relaciones', cuando señala que la música popular muestra maneras de ser y comportarse en un entorno específico, además de ofrecer una satisfacción psíquica y emocional.
Ahora bien, la genialidad artística de Diomedes Díaz no se vio absuelta de la indignación y rechazo social que ocasionó la muerte de Doris Adriana Niño. La comprensión actual del hecho como feminicidio nos obliga a repensar la manera en la que el cantante se relacionaba con las mujeres en el marco de un estilo de vida colmado de excesos y conflictos judiciales. Múltiples parejas, 28 hijos reconocidos y batallas legales por la manutención serían algunos de los puntos de partida.
En la última década, las percepciones sobre la violencia contra las mujeres han cambiado significativamente. Movimientos sociales como HeForShe o #MeToo han contribuido, desde diferentes esferas a su reconocimiento y visibilización, como un grave problema social y cultural que afecta la vida, salud e integridad física y mental de quienes han sido víctimas.
Los medios de comunicación y las redes sociales han insistido en la importancia de la erradicación de esta forma de violencia. De igual forma, se han promulgado leyes destinadas a castigarla, tanto en contextos de criminalidad ordinaria como de conflicto armado.
Pero regresemos al tema de Diomedes Díaz. Él falleció el 22 de diciembre de 2013, convertido en una figura emblemática de la identidad cultural. Su éxito comercial ha sido significativo, su popularidad aún perdura, tiene un lugar importante en la memoria musical de Colombia y goza de gran influencia en nuevas generaciones de artistas.
Diomedes Díaz ha dejado tras de sí a una fanaticada que, si bien reconoce que la grandeza y la tragedia pueden coexistir, también entiende que, sus composiciones musicales son producto de una época y no se deben perpetuar los estereotipos ni las normas sociales que reflejan las canciones.
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Esta audiencia aboga por cambios en la industria musical que se dirijan a apoyar la salud física, mental y afectiva de quienes participan en ella. Por eso, plataformas de streaming y sitios de redes sociales han adoptado políticas que impiden la publicación de contenido ofensivo.
Esto es muestra de un compromiso que permite apreciar la obra artística y prevenir la difusión de letras que promuevan la discriminación, el odio o la violencia en todas sus formas. Así se deja ver que viene un desafío espinoso, pero necesario, para el consumo musical.