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Gabriel Galvis y Felipe Rey, la nueva era del jazz colombiano 

‘Conjunciones’ de Gabriel Galvis y Felipe Rey es una grabación inusual en el ámbito del jazz local: transcurre en un lugar brumoso donde se confunden el jazz y la música de cámara.
Luis Daniel Vega

Salvo el trabajo excepcional del sincelejano Jorge Emilio Fadul, el vibráfono ha sido uno de los instrumentos menos explorados dentro de la tradición del jazz en Colombia. Esta circunstancia resulta algo extraña si tenemos en cuenta que, desde los años 50 del siglo pasado, su retintín enigmático fue determinante en la evolución del jazz latino. Es por eso que llama poderosamente la atención ‘Conjunciones’, el disco debut del dueto integrado por el pianista bogotano Felipe Rey y el vibrafonista bumangués Gabriel Galvis.

No solo por su formato, ‘Conjunciones’ es una grabación inusual en el ámbito del jazz local: transcurre en un lugar brumoso donde se confunden el jazz y la música de cámara. Los pormenores de este disco tan meditativo como zigzagueante nos los cuentan sus protagonistas.

Para empezar, ¿en qué circunstancias se acercaron al vasto universo del jazz?

Gabriel: Cuando inicié mis estudios musicales en el Conservatorio de Música de la Universidad Nacional de Colombia me enfoqué en el vibráfono. Después de culminar la carrera vi la necesidad de explorar más a fondo el terreno de la improvisación. Allí apareció el jazz como medio ideal para la creación y la búsqueda de nuevas sonoridades que me iban a permitir fusionar mi formación clásica y mi gusto por las músicas populares. En ese punto equidistante nace, por ejemplo, el lenguaje que atraviesa ‘Conjunciones’.

Felipe: Cuando me inicié en el piano tuve la fortuna de conocer a gente muy curiosa que estaba metida en el blues, la música clásica, la salsa, el rock y, por supuesto, el jazz. Desde ese entonces –tendría yo unos 18 años de edad- tuve muy claro que quería adentrarme en el jazz y la improvisación pues descubrí que desde ese lenguaje era posible abordar muchos géneros musicales. Recuerdo que estudiando piezas del repertorio clásico siempre había espacio para la improvisación y la experimentación: varias veces, al cometer un error en la lectura de alguna pieza de Mozart, Chopin o Bach, me encontraba con sonoridades que, al mismo tiempo que me intrigaban, me invitaban a explorarlas desde otro punto de vista. También vale la pena resaltar que por esos años fui miembro fundador de la big band y del Ensamble de Música Contemporánea de la Academia Superior de Artes de Bogotá (ASAB).

¿Y en el caso particular del jazz colombiano?

Gabriel: Durante mi preparación como percusionista, tuve la posibilidad de hacer prácticas en una asignatura que era ensamble de jazz, pero como baterista. La dirigía Antonio Arnedo, quien fue mi primera influencia musical en lo que tiene que ver con la exploración de los sonidos tradicionales.

Felipe: Recuerdo haber escuchado ‘Bunde nebuloso’ junto a unos compañeros de la universidad con quienes teníamos un grupo de jazz. ¡Fue una revelación maravillosa! Gracias a esa grabación del bajista y compositor Juan Sebastián Monsalve empecé mis exploraciones preliminares con las músicas tradicionales de Colombia. Otros álbumes importantes para mí fueron el primero del Trío Nueva Colombia, liderado por el compositor y pianista Germán Darío Pérez, y ‘Majagua’, de la cantante, compositora y arreglista Claudia Gómez. Estos discos revolucionarios me dieron una perspectiva maravillosa de la conjugación de las músicas tradicionales colombianas y del jazz. 

Evoquemos la historia del dueto.

Felipe: En 2018 programamos un concierto en la sala del Museo Nacional: queríamos probar una idea previa que habíamos tenido con Gabriel. Ese día, dada la recepción del público, “nos creímos el cuento”. Luego tocamos en cafés y algunos clubes de jazz. La consolidación vino después de nuestra presentación en Jazz al Parque de 2019. Desde entonces, y a pesar de la pandemia, nos enfocamos en la grabación de ‘Conjunciones’ y en la escritura de un nuevo repertorio que permanece inédito.

Gabriel: Reitero lo que dice Felipe.  A eso le agrego que siempre sentí una conexión especial desde que, en 2016, como resultado de mi tesis de maestría, grabamos el disco ‘Difuminaciones’ junto al quinteto Bauxite. Luego de esta experiencia, y luego de un viaje suyo, me reuní de nuevo con Felipe y comenzaron a suceder asuntos como los que él acaba de mencionar.  

Ya que nombran al quinteto Bauxit’, ¿a qué reto se enfrentaron al asumir un formato que prescinde de la base rítmica?

Felipe: Fue liberador; nos permitió ser flexibles en los aspectos rítmicos y formales de las piezas. Pienso que más allá de haber sido un reto, el hecho de no tener percusión y bajo nos dio libertades que nos llevaron a expandir nuestras posibilidades con la improvisación. A propósito, las primeras piezas que empezamos a tocar en dueto fueron justamente adaptaciones de algunas de las que tocábamos con el quinteto. 

El dueto de vibráfono y piano no ha sido muy popular en la historia del jazz salvo aquel conformado por Gary Burton y Chick Corea, ¿de qué fuentes bebieron para decidir lanzarse en esta aventura?

Felipe: El dueto de Corea y Burton fue una enorme inspiración y fue la razón por la cual quise iniciar el proyecto con Gabriel. Admiro la cerrera de ambos y han sido referentes indiscutibles, tanto como intérpretes como compositores. También influyó que, durante mi paso por la ASAB, en varias ocasiones tuve la oportunidad de tocar junto a vibrafonistas. Desde ese entonces me he preguntado por las posibilidades sonoras del formato.

Gabriel: Además de ese emblemático dueto, me han influenciado mucho el que conforman Gary Burton y Keith Jarrett, además del de David Friedman y Jasper van 't Hof. Otros vibrafonistas que tocan en dueto y que me han marcado son: Tony Miceli, Chase Jackson y Chien Chien Lu. 

Hablemos de las siete piezas que conforman ‘Conjunciones’ que abre con una composición meditativa titulada “Cocora” y cierra con una versión muy aflamencada de “What is thing called love”. 

Gabriel: En “Cocora” –que evoca el bello valle- mi aporte fue la armonización a una composición original del percusionista Oscar Julián Osorio. “Contra el viento” la escribí con el recuerdo de una pesadilla reiterativa que tenía cuando era niño: decidí plasmar en música aquella sensación en la que una entidad extraña me perseguía y el viento no me dejaba avanzar. Por su parte, “Tiempos aquellos” es la puesta en escena de un sentimiento confuso: durante la cuarentena recordaba con tristeza los momentos felices de la niñez, el colegio y el amor.

Felipe: “Mecánica celeste” es una composición que hicimos Gabriel y yo en el estudio mientras grabábamos el disco. “De mañana”, una de las primeras piezas que escribí cuando empecé a componer hace 10 años, evoca los cantos de ordeño de los llanos orientales cuyas fórmulas melódicas se perciben en partes de la melodíaa. Vale la pena mencionar que he grabado dos versiones de esta composición:  con mi trio en el álbum ‘Equilátero’ (2016) y con Jackson Ensamble en el disco ‘¿Cómo saber?’ (2016); también hay una adaptación para violín, violonchelo y piano que todavía no ha sido registrada. Debo confesar que la versión del dueto junto a Gabriel es mi preferida por la libertad que tenemos, la riqueza tímbrica y el desarrollo que logramos en las secciones de improvisación. En relación a “Grafito”, otro aporte mío al disco, hay que decir que fue escrita particularmente para el dueto.  Desde que la estrenamos en el primer concierto, se ha convertido en parte crucial de nuestro repertorio. Debe su nombre a que, como escribo mis ideas con lápiz, suelo tener huellas de grafito en mis dedos. 
Cuando tuvimos la primera reunión donde definiríamos qué hacer con el dueto, acordamos estudiar paralelamente estándares del jazz y canciones conocidas del repertorio latinoamericano. Lo que en un principio fue un ejercicio de estudio se convirtió en un arreglo aflamencado de “What is this called love”, original de Cole Porter. Para este arreglo tomé referencias venidas del jazz-flamenco como Chano Domínguez, Dorantes, María Toledo y Pablo Rubén Maldonado.

Recién empezando a superar el escollo de la pandemia, ¿cómo ven el panorama de quienes se dedican a la música en vivo, especialmente de las personas que hacen jazz en Colombia?

Gabriel: Considero que el jazz en Colombia ha venido cogiendo mucha fuerza en los últimos años, pero vale la pena anotar que como medio laboral no es fácil para los intérpretes. Debo anotar que es una problemática que existe desde mucho antes de la pandemia. Tristemente, muchos artistas en Colombia no pueden vivir dignamente de su oficio.

Felipe: Aunque se han abierto y reactivado algunos espacios alternativos como Soul 45, Pura Pizza y Smoking Molly –además de teatros tradicionales como el Colón, el Colsubsidio y el Mayor-, es evidente que un músico de jazz en Colombia no puede vivir de solo tocar en vivo: hay que diversificar el oficio con la docencia y la producción musical. Es una realidad de la que no hemos podido escapar. 

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