Por: Daniela Cárdenas Seoanes. Radio Nacional de Colombia Cesar
Son muchos los elementos que llevan a armar un rompecabezas con los recuerdos de Gabriel García Márquez en un municipio como Sincé (Sucre). Entre sus calles aún hay huellas de aquellos momentos y personajes que Gabo tomó para construir, pieza a pieza, el realismo mágico innato en sus libros.
Elmer De la Ossa, hombre estudioso de la vida y obra del Nobel, jefe de la Oficina de Posgrados de la Universidad de Sucre, y sinceano de pura cepa, asegura que este escritor legendario estuvo profundamente influenciado por la cultura de este municipio al sureste de Sucre.
Este académico se autodenomina ‘gabólogo’ y en su libro ‘Los orígenes ignorados de Macondo”, recopila esas vivencias que el mismo Gabo en su autobiografía ‘Vivir para contarla’, reconoce haber escuchado de boca de su padre Gabriel Eligio García, quien fue un sinceano reconocido en esa población.
De La Ossa explica que las raíces de Gabo están bien aferradas al suelo de Sincé, pero que la imprecisión, quizá involuntaria de García Márquez, en las conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza en ‘El Olor de la Guayaba’, borró del mapa la herencia de este municipio en su quehacer como escritor.
“Él le dice a Plinio Apuleyo que quiere que lo recuerden como uno de los 16 hijos del telegrafista de Aracataca. Con esa frase, Sincé quedó borrado del mapa de Macondo y la historia de Gabo porque la gente cree que Gabriel Eligio era de Aracataca, pero era un sinceano que era telegrafista en Aracataca”, precisa De La Ossa.
De la realidad sinceana a la magia de Macondo
Años de investigación le han permitido a Elmer De La Ossa enlazar la obra de Gabo con la vida de su familia en Sincé.
Por ejemplo, Aureliano Segundo, personaje de ‘Cien Años de Soledad’ quien en el cuento se disfrazaba de tigre, guarda honda similitud con Gabriel Eligio Márquez, quien en Sincé también se disfrazaba del felino para recrear ‘La parodia de la matanza del tigre’; un dramatizado que desde hace más de un siglo y todavía en este tiempo se celebra en Sincé.
Pero hay más: en innumerables oportunidades el Nobel de literatura refirió que la obra ‘Las mil y una noches’ fue el primer libro que pudo leer y que fue el texto más delicioso que pudo devorar a tan corta edad. Sin embargo, Gabo nunca precisó en qué parte de su vida, ni por quién, ni por qué, obtuvo ese texto que fue tan maravilloso para abrir su apetito lector.
Elmer, tras su investigación, consiguió la respuesta: “Esa obra fue el primer libro que Gabo leyó. Se lo dieron para leer en el colegio Gimnasio Sincé, que era del señor Luis Gabriel Mesa, rector y único docente en esa época”, explica.
Según pudo constatar este gabólogo, gracias a las narraciones de los estudiantes de la época, el mismo profesor Mesa ponía a Gabo a manera de ejemplo diciendo: “A Gabo le entregué el libro para que se leyera las primeras diez páginas y de ahí extrajera las palabras que se escribían con ‘b’ y con ‘v’, porque las confundía”, cuenta Elmer.
“Pero Gabo no hizo la tarea, sino que se enfrascó en leerse el libro y casi lo terminó en pocas horas”, agrega en su relato.
Don Luis Gabriel Mesa, fue maestro de Gabo entre febrero y septiembre de 1937 en Sincé. Tiempo después diría de su alumno: “En el salón era un muchacho a veces taciturno y distraído, y en el recreo hiperactivo; duro para aprender ortografía y excelente para la redacción”.
“Se hospedaron en la casa más bonita de la época”
Tal y como lo documenta ‘Los orígenes ignorados de Macondo’, y como lo habría referido Gabo en ‘Vivir para contarla’; frente a la plaza de Sincé un precioso caserón de madera, que todavía se alza como vigilando la torre del Santuario Mariano, guarda recuerdos de su infancia.
“Se hospedaron en la casa más bonita de la época, grandísima. Él la refiere en su autobiografía: ‘La casa de balcón corrido sobre la plaza, por cuyos dormitorios desolados cantaba el alma en pena de un alcaraván’, él tenía recuerdos de su estadía en Sincé”, asegura Elmer.
A esta casa, Gabriel Eligio García habría llegado el 25 de diciembre de 1936 con Gabriel José y Luis Enrique, sus hijos. Ese día era el matrimonio de Narcisa Martínez, hermana de Gabriel Eligio; y según cuentan, en el festejo el niño Gabito cantaba sobre una mesa tangos y boleros.
Sincé en ‘Vivir para Contarla’
(…) Papá nos había vendido aquel viaje como un paso importante en la integración familiar, pero desde la llegada nos dimos cuenta de que su propósito secreto era el de establecer una farmacia en la gran plaza principal. Mi hermano y yo fuimos matriculados en la escuela del maestro Luis Gabriel Mesa, donde nos sentimos más libres y mejor integrados a una nueva comunidad. Tomamos en alquiler la casa enorme en la mejor esquina de la población, con dos pusos y un balcón corrido sobre la plaza (…)