Nacido en San Jacinto, Bolívar en febrero de 1931 y fallecido en Cartagena el 1° de marzo de 2000, el acordeonero Andrés Gregorio Guerra Landero será recordado como uno de los discípulos aplicados de Francisco “Pacho” Rada, por su obsesión por querer imitar el canto de los pájaros con su acordeón y, sobre todo, por ser el padre de la cumbia en el instrumento.
Desde pequeño su entorno fue completamente musical, ya que su padre fue el gaitero Andrés Guerra, lo que despertó su vena compositiva, reflejada en más de 400 canciones entre las que figuran “Flamenco”, “Perdí las abarcas”, “El clarín de la montaña”, “Cariñito”, “La pava congona”, “Canto negro”, “Cumbia en la India”, “La muerte de Eduardo Lora”, “El palito de guayabo”, “La viuda nueva”, “Dolor guajiro” y “El hombre sabanero”.
Con su conjunto realizó giras por Venezuela, Panamá, República Dominicana y México, donde fue declarado “Rey de la cumbia”, título que también ostentó en El Banco, Magdalena. En Sincelejo recibió el título de “Rey Sabanero”, y aunque nunca ganó el Festival de la Leyenda Vallenata, en cinco participaciones obtuvo dos segundos y tres terceros lugares.
Acerca de Landero dijo lo siguiente el investigador musical y programador picotero barranquillero Carlos Mario Mujica, mejor conocido como Don Alirio: “Su intransigente personalidad y sus innegables aptitudes, ajenas a cualquier dictado que no fuera el de su vocación musical y decididamente encaminada a construir un cancionero marcado por las historias de su poco viciado entorno, hicieron que a los diecisiete años se independizara de su familia, exhibiendo con esmero una irresistible pasión por llevar al límite ese empuje artístico plasmado en una filosofía de libertad y vida comunal expresada en la forma como daba rienda suelta a la narración de cada una de sus canciones”.
El pasado primero de marzo se conmemoran 21 años de la desaparición de Andrés Landero, el Rey de la Cumbia.